La Voz De Un Sendero Entre Las Hojas

DESDE LAS CENIZAS

HOUT BAYCIUDAD DEL CABO (ABRIL-2022)
Habiendo echado sus apuestas, los espectadores coreaban a los luchadores fuera del círculo humano que habían formado en el interior de un estacionamiento abandonado. En los suburbios de Hout Bay la pelea estaba a punto de comenzar, y Bomani conocido como el sanguinario de las luchas, era sin duda alguna el favorito de aquella noche. Su contrincante, un novato recién llegado de las aguas del mediterráneo. Su nombre era Akins y los apostadores lo apodaron como “el valiente” debido a que ningún luchador del Cabo y de las afueras de la ciudad se atrevía a luchar contra Bomani. Quién lo hacía, poseía pocas posibilidades de salir del círculo humano con vida.
Ambos luchadores ya se encontraban dentro del corral y fuera del mismo las personas comenzaban a apostar.
Bomani observó a su contrincante con una mirada desafiante.
— Esto será fácil y rápido —dijo confiado moviéndose de un lado a otro alrededor de su rival, que parecía estático en su lugar—
El bullicio era ensordecedor. Los espectadores gritaban incesante el nombre del sanguinario Bomani, y otros pocos con dinero en mano clamaban el nombre del novato.
Akins no lograba reaccionar. Sus sentidos no toleraban todo el griterío de ese lugar. Observando decenas de rostros, dio vueltas en sí mismo. Sus ojos se habían enrojecido y se repetían una y otra vez los ecos de aquellas voces qué estallaban en sus oídos.
Deseaba huir. Salir corriendo, sumergido en la vergüenza y el deshonor, pero el ser perverso de su interior, amarraba sus pies al deleite por la muerte y el dolor.
Akins estaba dividido en dos y claramente sobre su lado bueno prevalecía el ser despiadado y aterrador.
El primer ataque se desató. De un solo puñetazo, Bomani a su oponente derribó y con la nariz ensangrentada Akins el valiente al suelo, cayó.
— No me dirás qué eso es todo, novato. ¿O sí? ¿Acaso dejarás a todo este público sin un poco más de emoción?
— ¡Vamos, levántate! ¡Levántate y pelea! —gritaban todos desde afuera—
Aparentemente, sin intención de rendirse, se puso de pie, pero no para complacer a los espectadores. Akins todo lo que deseaba era saciar su propia sed de ira y odio.
Cuando se incorporó volvió el deleite macabro que todos anhelaban. Golpes mortales y sangre derramada.
Al ver de pie a su contrincante, Bomani retomó su estremecedor contraataque. Con dos golpes certeros derribó a Akins antes de que el mismo pudiera del todo recobrarse.
El novato nuevamente cayó al suelo, y para Bomani era una victoria sin retroceso. Proclamándose vencedor, levantó los puños al aire mientras los espectadores daban por culminado aquel combate.
Nada había terminado. Los males internos de Akins apenas habían despertado.
El novato incrustó sus pies a la parte baja de las piernas de Bomani y lo derribó. Se abalanzó sobre él ganando el absoluto control. La victoria de aquel combate yacía esta vez en sus puños y los nudos de sus dedos sangrantes.
Los golpes letales de la muerte parecían hablarle a Akins en su mente.
—Eres un asesino. Y los asesinos no escapan de su destino. Eres un asesino. Y los asesinos no escapan de su destino—
Se veía aturdido. Con la pérdida absoluta del control de sí mismo. Se puso de pie y tomó con un puño los pelos de Bomani. Levantó su rostro ensangrentado e hizo que lo mirara a los ojos.
Akins parecía estar poseído. Pegó un grito aterrador que parecía provenir de las profundidades del infierno. Apretó el puño del lado derecho y lo golpeó una y otra vez sin remordimiento. Soltó los pelos de Bomani dejándolo caer y observó luego a la muchedumbre que había quedado enmudecida.
— ¿Por qué todos han quedado callados? ¿No van a alabar acaso al nuevo rey de las peleas? —vociferó levantando los puños en señal de victoria—
El silencio finalmente se quebró y todos los espectadores estallaron con fervor, proclamando a Akins el valiente de las peleas clandestinas el nuevo rey vencedor.
— Nadie podrá contra mí. Nadie… Quién se atreva a atravesarse en mi camino no tendrá más que de los confines del infierno su destino.
El círculo humano se cerró y la muchedumbre presente a aquel novato de aguas lejanas, proclamándolo, por los aires elevó.


YEOSUKOREA DEL SUR (UN PAR DE SEMANAS DESPUÉS)
— ¿Jefe?
— Habla Reda ¿Alguna noticia sobre Akins?
— Finalmente lo hemos localizado, jefe.
— ¿Dónde se encuentra?
— En Ciudad del Cabo. Ha estado protagonizando más peleas clandestinas. Esta vez en Hout Bay.
— ¿Ciudad del Cabo?
— Así es, señor. Si usted nos da la orden, iremos en su búsqueda lo antes posible.
— Reda, si dices que ha estado protagonizando más peleas clandestinas, debemos tener mucho cuidado. Ya suficiente suerte tenemos de que no lo hayan atrapado por las locuras que ha estado cometiendo. Prepara al grupo que nos acompañará en su búsqueda. Debemos ir por él con la mayor prudencia posible, de lo contrario se echarán a perder absolutamente todos nuestros planes.
— ¿Usted vendrá con nosotros, jefe?
— Por supuesto que sí. Si Akins no ha tomado sus medicamentos en semanas, ha de estar completamente fuera de todos sus sentidos. Por lo tanto, me encargaré personalmente de él. Habla con el doctor Siu. Él debe venir con nosotros.
— Así será jefe.
— Tomaré el primer vuelo disponible a Ciudad del Cabo. Encárguense ustedes de hacer lo mismo. Nos veremos allá.

En Hout Bay como cada noche, los grandes apostadores que operaban en los suburbios, organizaban peleas rudas y sanguinarias peleas clandestinas dónde luchadores provenientes de distintas ciudades participaban en busca de patrocinios, la muerte o la fortuna.
En las últimas semanas, había corrido la voz acerca de un sangriento luchador que en las rondas humanas causaba estragos más que sensación. Los apostadores locales tanto como los de otras tierras se interesaban en él y financiaban las peleas apostando por el gladiador.
Hasta ese momento Akins el valiente había ganado todas sus peleas y ninguno de sus contrincantes logró de pie abandonar aquellas temibles asambleas. El gladiador se había vuelto invencible y por ello en su nombre movían miles y millones en apuestas.
Aquella noche el círculo humano estaba abarrotado y todos aguardaban un colosal espectáculo; sin embargo, el contrincante de turno prometía acabar esa misma noche con toda su hegemonía.
Como siempre ocurría, de los contrincantes nada se sabía. Era tan solo otro oponente que ingresaría al círculo humano prometiendo la caída de Akins el valiente.
El público yacía ferviente. Fajos de dinero corrían de mano en mano mientras aguardaban la lucha, impacientes. Akins ingresó finalmente y de espaldas al ingreso de su rival se detuvo brevemente.
— Esta noche será tu última pelea Akins el valiente, por lo tanto, espero que todos aquí la disfruten y por sobre todo que hayan apostado como corresponde —habló hasta ese momento, el misterioso contrincante—
Akins levantó la cabeza. Conocía aquella voz y no le sorprendía en absoluto semejante viveza. Finalmente, volteó, observó a los ojos a aquel que prometía proclamarse vencedor.
— Sabía que en algún momento vendrías. Has aparecido en el momento oportuno. Por fin tendré la oportunidad de matarte con mis propias manos.
En medio del círculo humano, el contrincante abrió los brazos mientras Akins giraba a su alrededor de manera desafiante.
— ¿Qué esperas para intentarlo?
— Estoy cediéndote la cortesía de empezar. Y por favor no hablest demaso que ninguno de los presentes esta noche desea palabras más que sangre —dijo Akins haciendo estallar las voces de los presentes—
— Pues la tendrán si es lo que han venido a apreciar. Eso te lo puedo asegurar.
El oponente se colocó en posición lateral a Akins. Nadie se lo esperaba, pero en su mente su primer ataque planeaba. Dio un giro completo con una tijera circular y lo derribó de una sola patada.
Akins se incorporó de inmediato y volvió a su posición para el contraataque. Una patada en forma de abanico a la altura de la cabeza de su contrincante, dejando caer su pie exterior sobre su rostro que lo desequilibró con brusquedad.
Ambos parecían sedimentos de sangre y ninguno de los dos cedía al mínimo ataque.
Aquello había dejado de ser un burdo espectáculo de pelea clandestina, pues esos gladiadores sabían perfecta y simétricamente cada ejecución qué hacían.
— Ya es momento de detenernos Akins —dijo su oponente ocasionando burlas y silbidos de todos los presentes—
— ¿Detenernos, dices? No vamos a detenernos. Tú tendrás que matarme si deseas que salir con vida de este lugar. Si tú no me matas, yo te mataré con mis propias manos.
Aquella pelea, pese a estar lejos de ser lo que el gran círculo humano había esperado, absolutamente nada les dejó decepcionados. La sangre corrió a través de las heridas en una noche que solo a la muerte perseguía, y los espectadores con tanto fervor pedían.
Fue una batalla ardiente y destructiva donde tan solo uno de los dos resurgiría de entre las cenizas.
— Necesito qué te detengas ahora Akins. Sabes muy bien que yo no voy a matarte.
— Tendrás qué hacerlo si deseas vivir —dijo Akins volviendo a atacar incesantemente a su rival—
— Basta… estoy diciéndote que te detengas. Esta gente ya ha tenido suficiente espectáculo.
— Esta gente solo pide una cosa y no se irá de aquí sin que tú y yo se la demos. Defiéndete… Vamos pelea.
— ¡Vamos, pelea!
— Akins, detente. Sabes que fue un gravísimo error de tu parte haber huido, y una pésima idea implementar tus prácticas de Tae en tan burdas peleas clandestinas. Pudieron haberte capturado.
— Cierra la boca —vociferó el furioso Akins quien no frenaba sus ataques—
Para ese entonces su oponente no hacía más que esquivar los golpes.
— Estás poniendo en riesgo todos los planes de nuestro operativo.
— Es tu operativo y son tus malditos planes. No los míos.
Un grito se desprende de Akins en forma de súplica a la muerte, más que de una invocación llena de ira. Atacar era su escudo y atacó sin piedad a su oponente esperando que esté pudiera reaccionar a modo de defensa.
— Pelea imbécil. Vamos atácame o al menos intenta defenderte para que tu muerte no resulte tan aburrida.
El oponente yacía ya con el rostro bañado en sangre. Y apenas lograba mantener la respiración.
— Acábalo… Acábalo… —clamaban los espectadores—
Con su mano izquierda, Akins presionó el cuello del casi moribundo luchador, y con el puño cerrado de la mano derecha lo golpeó una y otra vez.
— Tuviste la oportunidad de devolverme bajo tierra. Al lugar donde pertenezco, pero no lo hiciste. Tuviste la oportunidad de matarme.
— Debes detenerte. Por favor hazlo.
— Te doy una última oportunidad para que te defiendas. Debes hacerlo Hazlo o te mataré.
— Tú tampoco puedes matarme. Lo sabes Si lo haces, te llevarán a prisión y perderás absolutamente todo.
— ¿Perder? ¿Perder qué? ¿Perder esta pelea? ¿Perder la vida? ¿Perder al ser que más amaba en este mundo? Todo eso ya lo perdí. Perder no significa nada para mí si en mi vida ya no hay nada que perder.
— Te equivocas. Tienes mucho que perder Akins. Todo esto que hemos planeado durante años es por ti y por la persona que más adoras en esta vida.
Akins lo golpea una vez más.
— Ella está viva. Está viva y esperando tu regreso.
— Mientes. No te atrevas a mencionarla de nuevo.
— Está viva. Lo que tienes en tus recuerdos sobre ella no es real.
Sin media palabra más por tolerar, Akins lo golpeó con todas sus fuerzas una y dos veces. Su oponente seguía con vida, sin embargo, parecía haber perdido el conocimiento.
— Mátalo… Acaba con él. Mátalo… Mátalo…
Arrastrado por las voces del exterior del círculo e influenciado por las voces malignas que le hablaban en su interior, se dispuso a darle el golpe final. El golpe de la muerte que todos esperaban; sin embargo, la muerte nunca llegó.
Akins sintió en la espalda un doloroso piquete que comenzó a paralizarle todos sus huesos. Aquel efecto provocó que se apartara bruscamente de su moribundo contrincante.
Desde las afueras del círculo humano, entre la muchedumbre, alguien le había disparado en la espalda con un dardo tranquilizador que en cuestión de segundos lo dejó tendido. Inmóvil y profundamente dormido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.