La Voz De Un Sendero Entre Las Hojas

AL RITMO DE TUS MAREAS

MANSIÓN DE BYFANG

Los guardias de la mansión que se habían pasado el día entero intentando dar con el paradero del joven Gregg Akins, se sorprendieron al ver llegar al chico acompañado de sus guardias y que estos no se hayan comunicado con ellos para avisarles que ya lo habían encontrado. En esos instantes nadie se hallaba en la mansión. Akins ingresó a la sala acompañado de su primo Ihsân y de Waldo.

— Waldo, ordena a uno de los guardias a tu cargo que tome el juguetito de este pequeño delincuente y lo lleve al mismo taller dónde hemos dejado nuestros vehículos —le susurró el chico a su guardia—

— Oye, espera un momento. No puedes llevar mi coche a cualquier taller —irrumpió Ihsân, alarmado—

— ¿Qué no puedo, dices? Ya verás que si puedo.

— ¿No puedes mejor conseguir a un experto que venga a revisar mi coche aquí a la mansión?

— No

— Karîm, espera. Deberías pensarlo un poco.

— Mmm… ¿Qué cosa debería pensar, dime?

— Pues solo piensa en esto. Si deseas mantener la mayor discreción posible, llevar a un taller un coche como ese que definitivamente no lo tiene cualquier persona podría llamar mucho la atención.

— ¿No será más bien que deseas ocultar alguna cosa?

— Te dije que no tengo nada que ocultar —contestó el chico poniendo los ojos en blanco—

— ¿Tú qué dices Waldo?

— Considero que el joven Ihsân tiene razón, señor. Si quiere puedo encargarme de conseguir un buen técnico que entienda sobre ese tipo de coches.

El joven Akins asentó

— Está bien. Encárgate de todo Waldo y ya luego me cuentas. En cuanto a ti —volteó observando de nuevo a su primo— Te quedas aquí y no sales un solo paso hasta que tu juguetito termine de ser inspeccionado. Es más, ordenaré a los guardias que no te dejen salir.

— Eso no será necesario, pero hazlo si te deja más tranquilo. No tengo pensado moverme de la mansión.

— Susanne…

— ¿Joven?

— ¿Aurorita está?  

— No, joven. Salió esta mañana y dijo que iba a casa de su abuela.

— Está bien… Prepara un cuarto para este chico y consíguele todo lo que necesita porque se quedará aquí, digamos que por tiempo indefinido.

El ama de llaves asentó de inmediato y le pidió al joven Ihsân que lo acompañe. Akins se dispuso a subir hasta la que era su habitación.

— ¿Necesita alguna otra cosa, jefe?

— Solo tengo ganas de darme una ducha y descansar de ser posible una semana entera. Encárgate de conseguir un técnico especializado en el juguetito de ese chico. ¿De acuerdo?

— Me encargaré de todo desde ahora.

 

ANTIGUA CASA DE KETTWIG

— Desde que llegó y oyó todo lo que dije no ha dicho una sola palabra, maestro Chung. ¿Dígame por qué? ¿Qué fue lo que sucedió para que mi hijo se convirtiera en un monstruo? Deme una explicación que pueda entender. Y no me hable de traumas y circunstancias del pasado porque si fuera por eso todos mis hijos y sobrinos serían unos asesinos. ¿Qué clase de daño tiene mi hijo en la cabeza? Contésteme maestro. Y tu Isabella deja de llorar ¿quieres? —le advirtió a su hija volteando a observarla— De todos mis hijos, Akins fue al que más protegí durante toda su vida. Creció en una buena familia y me encargué una vida lo más normal posible. Fue a escuela primaria y secundaria e incluso tenía planes de terminar la universidad. Él era como su madre, maestro Chung. No existía en este mundo un chico más noble que mi hijo. Usted estuvo acompañándolo durante tres largos años por lo tanto debe tener respuestas a mis preguntas.

— Cuando tomé la decisión de dejar la isla de Jeju-Do para venir a este país, señor Majewski lo hice porque sabía que con Karîm había encontrado finalmente el propósito de mi vida. No creo en las coincidencias. Cuando me buscaron en los confines de la Isla para que yo me hiciera cargo de su cirugía aun no lo notaba. Ni siquiera cuando volvieron a contactar conmigo para que fuera por un chico desorientado que iba rumbo a la gruta de Sanbanggulsa para causar estragos. Nunca imaginé que se trataban de las mismas personas que un día me contactaron para tratarlo a usted. Luché bastante por ese muchacho. Di mi mayor esfuerzo por él. Logré que fuera un chico relativamente estable. Sereno y tranquilo, pero bastó con que pusiera los pies en este lugar para que todo en Karîm se desmoronara de vuelta. Ese chico pensará ahora que incluso yo lo engañé y lo traicioné, y me temo que ya nada podré hacer. Cuando fui por él a la gruta de Sanbanggulsa, me topé con un muchacho perdido de su realidad. Hablaba de momentos y de cosas que no existían, pero era un ser inofensivo que no hacía otra cosa que mencionar a un ángel y que debía encontrarla en una gruta. De haber sabido antes que todo su comportamiento se debía a que estaba huyendo de una realidad muy cruda como esta que no sería capaz de asimilar y controlar, yo no habría formado parte de toda esta situación. Es más —dijo poniéndose de pie el viejo maestro— No habría apoyado nunca a este lugar su regreso. Traté a su hijo del Asperger, señor Majewski porque es lo que padece, aunque según su expediente médico también padece de trastornos psicóticos que fue lo que le orilló a cometer un intento de suicidio que acabó dejándolo en estado de coma por varios meses. Durante estos tres largos años me aboqué a enseñarle sobre una vida sana tanto de mente como de alma para no tener que llenarlo de medicamentos, sin embargo  Karîm no podría llevar una vida normal sin los antipsicóticos que consume. Ahora esos trastornos psicóticos han avanzado y están causando estragos en él porque dice que oye voces. Justamente por eso lo detuvieron el otro día debido a conducir su motocicleta a alta velocidad. ¿Y sabe que me dijo después? Que todo fue culpa de la voz que le hablaba al oído.




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