La Voz De Un Sendero Entre Las Hojas

CAMBIOS

Gregg Akins había mandado llamar a Susanne. El ama de llaves, para anticiparle que en primeras horas de la mañana deseaba reunirse con todos los que trabajaban en la mansión.

— Quiero que te encargues de eso Susanne, para que todos estén listos en cuanto yo baje.

— Así será, joven. Me encargaré. No se preocupe. ¿Algún asunto en particular para anunciárselo a todos?

— Habrá cambios. Muchos cambios en este lugar, pero ya mañana se enterarán. Ahora quiero que me entregues la llave del despacho.

— ¿Del despacho? —preguntó el ama de llaves observando de reojos a la joven Aurora—

— ¿Susanne, sucede alguna cosa? —prosiguió Akins—

— Susanne, Karîm es el dueño y jefe de esta casa ahora, por lo tanto debes obedecer sus órdenes y sus deseos —dijo enganchando su brazo izquierdo al derecho del chico—

— Lo sé, pero

— ¿Pero qué?

— Su hermana es la única que tiene acceso a ese despacho, y por consiguiente a la llave del lugar.

— Sé muy bien que tienes copia de la llave del despacho, Susanne, porque mi hermanita Gina Alicia te la ha confiado.

— ¿Me darás la llave, Susanne?

— Tengo prohibido hacer tal cosa, joven. Por favor entiéndame.

— Nada malo sucederá si me entregas esa llave. Nadie aquí podría despedirte sin mi consentimiento. Quiero que me la des ahora.

— Susanne, mi bello príncipe y yo debemos ir al chalet porque debe probarse el traje que le he traído. No nos hagas perder el tiempo, por favor.

La pobre Susanne quien se halló acorralada no tuvo más alternativa que ir en busca de la llave y regresar con la misma para entregársela al joven Akins.

— Quita esa cara. Estoy dándote mi palabra de que nada malo sucederá contigo, Susanne. Pero te advierto que desde este momento tendrás que obedecer solo mis órdenes. Todo será mucho más ligero para ti si lo haces.

Habiendo tomado la llave en su mano, Akins y Aurorita seguidos por Copito de nieve hasta el chalet se marcharon. La jovencita aseguró la puerta y de inmediato se dispuso a quitarle el envoltorio al traje para separar las piezas. La camisa el pantalón la pajarita, y por último el esmoquin.

 Aurora aguardó a que se las pusiera y posteriormente lo ayudó a abrocharse la camisa y a colocarse la pajarita.

— Te dije que esto en verdad no era necesario, Aurora.

— Oh… Por supuesto que lo era, cariño mío. Debía verte para ver qué tan perfectos combinaríamos juntos.

— ¿Qué? ¿Es en serio, Aurora? ¿Oyes lo que dices?

— Si… Déjame tomarte un par de fotos —prosiguió la jovencita tomando el teléfono móvil para tomarle a Akins unas cuántas fotografías—

— ¿Acaso yo me meto para escoger la ropa que vistes?

— Te ves aún mucho más guapo. Ya lo sabía, pero debía corroborarlo.

— Mmm… ¿Ya puedo quitármelo entonces?

Aurorita asentó y Akins a quitarse el traje, hasta el probador se marchó. A su regreso observó tres pares más de trajes uno encima de otro sobre el sofá.

— ¿Y esos? —preguntó apuntando hacia los mismos—

— ¿Esos?

— ¿Qué son?

— Son los otros trajes que envió la abuela. Mañana uno de los guardias se los llevará de regreso.

— ¿Hay otros trajes y no me los enseñaste?

— Karîm, ya te probaste el traje que escogí para ti, por lo tanto esos ya no importan.

— No me digas, señorita…

— Te lo digo. Ahora que ya todo está a punto podemos volver a la casa para descansar. Mañana será un día muy largo, cielo mío.

— Eso no te lo discuto, mi pequeña. Será un día largo y turbulento para muchos.

 

RESIDENCIA DE JULIUS TARANTINO

Isabella Majewski fue anunciada y para Julius Tarantino fue una visita que por todo lo sucedido realmente no lo esperaba.

— Isabella...!!!

— ¿Te sorprende mucho mi visita?

— ¿No debería? Pasaron más cosas en las últimas dos semanas de haber llegado aquí que todo lo que hemos vivido en tres años. Y aún intento procesar que me tiraste en la cara el anillo de compromiso que te di, sin recibir una mínima explicación de tu parte.

— Por eso estoy aquí ahora. Porque sé que tenemos una conversación pendiente. Han pasado demasiadas cosas, Julius y no he tenido cabeza ni tiempo para aclarar cosas. Claro que para que nos entendamos mucho mejor tú necesitas reconocer los errores que has cometido.

— ¿Yo he cometido errores?

— Mmm… Te agarraste a golpes con mi hermano el día de nuestra fiesta de compromiso.

— Ni siquiera sabía que tenías un hermano y mucho menos que se encontraba allí. Hubiese sido muy amable de tu parte hablarme sobre él Puedo asegurarte que de ese modo nos habríamos evitado semejante bochorno aquel día. ¿Te parece poco Isabella el hecho de haberme enterado que aquel miserable de Luis Bieber fue capaz de ingresar a nuestra fiesta?




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