La Voz De Un Sendero Entre Las Hojas

LA ÚNICA RAZÓN

— Oye… ¿Qué se supone que vas a hacerme?

— Ponerte un poco de base para intentar cubrir la herida que tienes.

— ¿Tu esposo acaba de quebrarme la nariz y tu pretendes ocultárselo a Aurorita? ¿Es eso?

— No tienes la nariz quebrada —le dijo poniendo los ojos en blanco su hermana— Dime qué fue lo que le dijiste a Michael. 

— Ese sujeto es un salvaje, pero se llena la boca acusándome a mí de serlo.

— Michael jamás reaccionaría de ese modo sin ninguna razón.

— Lo defiendes por encima de mí, diabla —replicó Akins poniéndose de pie—

— Lo defiendo y lo defenderé por siempre porque es mi esposo y lo conozco de toda la vida.

— Pues ahora mismo iré a mostrarle a Aurorita lo que me hizo tu impoluto marido.

— ¿Hermanito, tú en verdad deseas alterar la felicidad de Aurorita a tan poco tiempo de su fiesta de lanzamiento?

Haciendo caso omiso a las palabras de su hermana mayor, Akins se dirigió hasta donde se encontraba Aurora quien al verlo pegó un grito de desesperación.

— ¿Quién fue? ¿Con quién peleaste esta vez? Me va a dar algo. Creo que me va a dar algo —repitió mientras parecía desvanecerse—

— Mira el modo tan horrible en que la criaste, diabla. Aurorita solo sabe hacer dramas.

— No intentes desviar mi pregunta. Contéstame quién te dejo la nariz machucada.

— ¿En verdad quieres saber quién fue? —preguntó con una maliciosa sonrisa mientras observaba a su hermana Gina—

— Fui yo —irrumpió Michael Bruchhagen ingresando al comedor— Yo le quebré la nariz y lo volveré a hacer si este chico no aprende a respetar a mi esposa.

— ¿Me faltaste al respeto?

— Tú no volverás a ponerme una mano encima.

— Ya verás que sí

— Es suficiente — ordenó Gina Alicia con voz elevada— No quiero oír una sola palabra más por parte de ambos.

— ¿Cómo pudiste, papito? Has desfigurado la nariz de mi bello príncipe a escasas horas de mi fiesta. Jamás te hubiese creído capaz —se lamentó entre llantos—

— No te pongas a llorar por tonterías.

— ¿Y todavía dices que es una tontería?

— Por supuesto. Te pones a llorar por una tontería como esa y lo único que conseguirás es que se te inflamen los ojos y queden enrojecidos.

Aquellas advertencias de Michael a Aurora puso a pensar. Como por arte de magia cesaron de inmediato sus lágrimas y tomó su teléfono móvil para observarse a través de la cámara frontal.

— No puedo llegar a mi fiesta con los ojos hinchados y enrojecidos. ¡Qué horror!

— ¿Qué horror? Horror es que seas una persona tan superficial —le dijo Akins observándola con desagrado—

— Horror es que tengas esa nariz machucada. ¿Hermanita, crees que una buena base haga algún milagro?

— Por supuesto. Tampoco es una herida. Es apenas una leve hinchazón.

— Gut!

Sin palabras, Akins las oía y las observaba.

— Salimos en media hora. Tengan todo listo.

— Iré por mi bolso y por Copito de nieve.

— He sido manipulado de muchas maneras en mi vida, pero nada se compara con lo que me hace este par.

— Deberías asimilar de una vez por todas que no puedes con Aurorita.

— Cierra la boca

— Si no puedes con Aurora, mucho menos podrás con mi jefa monarca. La verdadera y única señora de esta casa.

Culminando esas palabras, Michael Bruchhagen se marchó por sus cosas dejando al joven Akins al pie de las escaleras.

— Ya le demostraré a este imbécil que puedo con esa pequeña superficial. Qué puedo con su jefa monarca y que puedo con todos los demás. Waldo… —llamó con voz elevada a su guardia principal—

— Señor, dígame.

— ¿Lo tienes todo bajo control?

— Absolutamente, jefe. Puede viajar tranquilo a München que yo me haré cargo de todo aquí. Ya he designado a uno de los mejores guardias para que tome mi lugar y lo acompañe.

— Estupendo.

 

MÜNCHEN – ALEMANIA (DÍA DE LA FIESTA DE LANZAMIENTO)

Al verla descender de las escaleras cuál si descendiera de los propios cielos a aquel ángel predilecto de Dios y de los coros celestiales, sintió regresar al mundo de viñedos y sueños eternos. Nada fue real. Él ya lo sabía, más el recuerdo de la belleza de Ohazia paseando por las Nubes, en su mente intacta yacía.

Tendiéndole una mano, Akins sonrió, sin embargo el grito de su ángel aquel mágico momento en mil pedazos quebró.

— ¿Tú quieres volverme loca? ¿Es eso? ¿Te levantaste estos días empeñado en arruinar uno de los mejores momentos de mi vida? —vociferaba la joven detenida en el último peldaño de las escaleras ante la atenta mirada de Akins, de su prima Amalie, y de sus hermanas—




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.