La Voz De Un Sendero Entre Las Hojas

SI DECIDES CREERME

Golpeando la puerta de lo que era el antiguo despacho de la mansión, Akins enfurecido ingresó, y Aurorita, segundos más tarde lo alcanzó.

— Voy a terminar de volverme loco en este lugar —dijo echándose sobre el sofá—

— ¿Karîm, es verdad que Ihsân está aquí en la mansión? ¿Dónde está oculto?

— Aurorita, te he pedido ya en muchas ocasiones que no te metas en mis asuntos.

— ¿Cuáles asuntos? Yo ni siquiera sé de qué asuntos hablas. Te hice una consulta sobre mi primito, insolente. ¿Cómo pudiste atreverte a echar al tío Najib de aquí? Eres un déspota. Un tirano.

— Ya basta, pequeña. Es suficiente. Quiero que guardes silencio. 

— Pues guardaré mucho silencio porque ya no te volveré a hablar.

Molesta, la jovencita fue a sentarse junto a una mesita de luz que habían colocado en el lugar, y con intenciones de seguir poniéndose al día con las noticias sobre la fiesta, revisó su teléfono celular.

Akins sentía que necesitaba un poco de respiro y calma. Necesitaba alejarse del lugar, no obstante recordaba que todo lo que debía hacer no podía esperar. Observó el disco duro y el USB, y cayó en cuenta que no tenía una máquina para poderlos revisar.

— Aurora… Aurora… —replicó un par de veces sin recibir respuestas por parte de la pequeña— ¿Aurora por qué no me respondes? Era lo que me faltaba.

Se puso de pie con intenciones de salir, y al percatarse Aurora, se levantó alertada logrando aferrarse a él antes de que el antiguo despacho abandonara.

— Suéltame

— ¿A dónde vas Karîm?

— Al infierno

— Iré contigo

— Aurora, por ti trato de guardar la poca paciencia que me queda, pero también te empeñas en matarla como todos en esta casa.

— Eso no es cierto. Dime qué necesitas.

Akins apartó las manos de la pequeña y volteó.

— Necesito una laptop.

— Te presto la mía. Ven corazón perturbado. Mi laptop está en mi habitación.

Aurora lo tomó de una mano y lo condujo a su habitación. Corriendo, Copito de nieve siguió a los dos.

Gina Alicia quien para ese entonces acababa de enterarse de la aterradora noticia que recorría todos los portales sobre la muerte de Fedir Kolesnyk, palidecida, por un par de segundos quedó inmóvil y enmudecida.

Por alguna extraña razón todos los recuerdos oscuros que hacían parte de su pasado embistieron su mente como un tornado. Recordó a su padre y las muertes violentas que lo rodeaban. Recordó la muerte de su madre y de cuando la encontraron en los cruces de un cause entre el Rin y el Ruhr. Los ojos se le humedecieron de pavor y a la vez de dolor.

Sacudió la cabeza intentando escapar de esos horribles pensamientos. Tomó su bolso y se marchó pues había quedado en encontrarse con Louis Wieber quien ya lo estaba esperando en un café de la ciudad.

— ¿Pudiste hablar con Akins? Gina, me urge sacar todos los equipos de la mansión.

— No he hablado con mi hermano. Acabamos de llegar y aún no he tenido ocasión. ¿Dime que está sucediendo, Louis?

— ¿A qué te refieres?

— Has estado ocultándome cosas. Lo sé. Dime por qué mi hermano de la noche a la mañana se molestó tanto contigo.

— Aquí vamos de nuevo.

— Eh, aquí vamos de nuevo, y no te atrevas a repetir como otras veces que mi hermano está loco. Akins tuvo que haberse enterado de alguna cosa.

— Te diré de lo que se enteró. Se enteró de que un asqueroso pedófilo de mucho peso andaba al asecho de su pequeña reina. Por esa razón entró en corto y ahora comenzará a hacerlo todo a su manera. Nadie podrá detenerlo. Desconozco que cosas ha de tener en mente, pero que son cosas malas te lo aseguro. Necesito recuperar todos los equipos que quedaron en la sala de monitoreos.

— ¿De que demonios estás hablando? Repite lo que dijiste inicialmente —habló con voz temblorosa recordando la noticia que había leído antes de salir de la mansión—

— ¿Te refieres a lo del miserable que andaba al acecho de Aurora? Se trataba de Fedir Kolesnyk, pero ya está muerto el depravado asqueroso, por lo tanto no volverá a dañar a ningún ser inocente.

Poniéndose de pie con brusquedad, palidecida Gina Alicia parecía tener el corazón a punto de estallar. Louis Wieber la observaba fijamente.

— Sé lo que estás pensando, Gina Alicia y no te culpo. Habiendo tenido un padre asesino es de esperarse que uno de sus hijos, y precisamente el hijo varón haya heredado el mismo mal.

— Cierra la boca. No te atrevas a decir una sola palabra más en contra de mi hermano y mucho menos mencionar a mi padre.

El ex agente se puso de pie.

— ¿Por qué te empeñas en querer negar todo lo malo que fue y ha hecho Yasâr Hasnan? No tiene sentido que lo hagas como tampoco tiene sentido que sigas creyendo que Akins no es capaz siquiera de matar un mosquito. Conoces de todo lo que es capaz por sobre todo tratándose de Aurora. Quien se atreva tan solo a posar la mirada en ella, boom… amanece muerto en pequeños trozos como alimento de pirañas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.