La Voz De Un Sendero Entre Las Hojas

ACORRALADO

MANSIÓN DE ICKTENER SIEDLUNG – MÜLHEIM

En mi vida he conocido a una sola persona capaz de ajustar cuentas de ese modo con sus enemigos —decía Dabir Kazım con pasos lentos en su despacho mientras leía en el periódico el detallado macabro suceso acontecido Fedir Kolesnyk—

— ¿Crees que el bastardo criado por Khaleb Hafez tenga que ver con ese crimen? —preguntó Milo Kocourek. Miembro importante y heredero del clan Kocourek que tenía forjada una gran alianza con Dabir Kazım. Miembro del mismo clan y la misma organización—

— Me he enterado de todo lo que resultó ser capaz ese bastardo. Dicen que no ha quedado bien de la cabeza y que ha llegado a matar con sus propias puños, pero estamos hablando de un ajuste de cuentas que no lo hace cualquiera, y yo lo sé mejor que nadie.

— ¿De quién sospechas entonces?

— Necesito que traigan a Louis Wieber ante mí como sea. Me cansé de jugar al gato y al ratón intentando dar con el paradero de ese otro bastardo. Estoy arto de la de la ineptitud de todos los que me rodean. Lo quiero cuanto antes aquí ante mí.

— ¿Sospechas de ese inútil?

— No digas tonterías, Milo. Pero estoy seguro de que es exagente sabe mucho más de lo que tú y yo pudiéramos imaginar.

— Creo que estás apuntando en el blanco equivocado, Dabir. Estás obsesionándote sin sentido con ese exagente cuando la principal persona a la que deberías tener en la mira es al heredero de Yasâr Hasnan.

— No me preocupa en absoluto ese bastardo, a pesar de todo lo que dicen de él. Aún así no me tomes por imbécil, Milo. Se perfectamente qué hacer y en qué momento hacerlo. Tengo planes para ese chico, pero todo se concretará en su debido momento.

Vociferando, Dabir Kazım llamó a sus guardias.

— Quiero que me traiga a Louis Wieber como sea. A cómo de lugar, pero quiero que me lo traigan aquí cuánto antes. ¿Les quedó claro?

MANSIÓN DE BYFANG

— ¿Conseguiste lo que te pedí, Waldo?

— Lo conseguí, señor. Debo decirle que costó bastante, pero lo conseguí. Aquí tiene.

— ¡Excelente! ¿Y en cuanto a lo otro que te encargué?

— También todo va encaminado, señor. Los hombres a los cuales asigné se encuentran encargándose de eso y me mantienen al tanto de todo. En cuanto surja algo concreto, desde luego yo le contaré.

— De acuerdo, Waldo. Voy a entrenar un poco ahora. En cuanto acabe quiero hablar contigo sobre algo importante que quiero proponerte.

Waldo asentó. Posteriormente Akins subió las escaleras para dirigirse a la habitación de Aurora. Al ingresar, el chico corroboró que la jovencita se veía aún bastante molesta con él.

— Mi angelito, tengo un obsequio para ti.

— Ya no me interesa ningún obsequio tuyo —dijo dándole la espalda cruzada de brazos—

— Eso no lo creo, pero será como quieras, pequeña. Te dejaré aquí tu obsequio de todos modos por si cambias de opinión.

— No lo haré.

Sin la mínima adulación de su parte, el chico volvió abandonar la habitación para dirigirse al antiguo despacho que lo había convertido en su espacio de prácticas y entrenamientos. Aurora observó de reojos el obsequio que se encontraba sobre la mesita de luz.

— No lo revisaré. Ya no quiero nada de él.

Sentada al borde de la cama permaneció por un par de minutos. Revisando el teléfono móvil. Queriendo comerse las uñas aunque no podía para no arruinarlas.

— ¿Por qué debería interesarme sus obsequios? Es un tirano y me mantiene aquí encerrada.

Se levantó del borde de la cama con brusquedad. Salió de su habitación, pero al cabo de segundos volvió a ingresar, y es que la pequeña Aurora de querer saber de qué se trataba no se pudo aguantar.

Tomó el sobre que había dejado Akins sobre la mesita de luz y la abrió de inmediato. Se trataba de una reservación para dos personas en uno de los restaurantes más exclusivos y difíciles de reservar, de la ciudad de Essen. Corriendo por toda su habitación gritaba, sonreía y giraba sobre sí misma llena de dicha y emoción.

En el antiguo despacho ya todo estaba en condiciones para que Akins comenzara a entrenar, y junto a él en aquel lugar, el pequeño copito de nieve era el espectador que lo iba a acompañar.

Se encontraba en posición. Ya lo logró en dos ocasiones y sabía que podía hacerlo de nuevo. Giró… puso los ojos en el objetivo. Intento uno, fallido. Respiró profundo. No había prisa alguna. Aguardó unos segundos recordando las palabras del maestro Chung. Giró… puso los ojos en el objetivo. Segundo intento, acertado. Mantuvo la calma al no celebrarlo. Un intento más. Un acierto más y estaría a un paso de dominar la última de las dos técnicas del Mom Dollyo Chagui (patada con giro de 360° salto y gancho). Se puso en posición. Estaba listo para girar.

— Karîîîm… —resonó en todo el antiguo despacho junto con las puertas que se abrieron de par en par como de un sobresalto— Akins, resignado a perder esa patada, agachó la mirada mientras la pequeña Aurora llenándole de besos una mejilla se le trepaba por la espalda.

— Conseguiste reservaciones para los dos en el restaurante más exclusivo de la ciudad. No lo puedo creer.




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