La Voz De Un Sendero Entre Las Hojas

INESPERADA SORPRESA

Todo estaba listo para partir rumbo a Chipre. Y tal y como lo había dicho Gregg Akins, pasarían el resto de aquel día en un hotel, próximo al Aeropuerto Internacional de Dortmund para tomar el vuelo, pasada la media noche.

La comitiva de tres vehículos abandonaba el distrito de Byfang cuando de manera insospechada un coche se atravesó cerrando el paso de salida a la ciudad. Todos detuvieron la marcha. Del coche atravesado bajó un hombre con arma en mano, y los guardias descendieron alertados.

— Baja del coche, Ihsân. Es una orden. Tu no darás un solo paso más de este lugar que no sea una prisión.

— ¿Qué demonios se cree ese maldito? —vociferó el joven enfurecido observando a través de la ventanilla, antes de descender— ¿A prisión? Quiero ver qué tu logres enviarme a prisión.

El chico descendió finalmente quedando cara a cara con su padre, Najib Majewski. Waldo y Akins descendieron tras él.

— ¿Qué haces tú con un arma en la mano?

— Cierra la boca y camina. Si no lo haces te demostraré qué hago con un arma en la mano.

Ihsân se echó a reír. Su padre activó el gatillo.

— Muévete

— No lo haré y no me amenaces que no te tengo miedo. Eres tan cobarde que ni siquiera te atreverías a dispararle a ese árbol.

Enfurecido ante aquellas palabras, sin siquiera voltear la mirada, el hombre disparó al árbol con un tiro tan preciso que dio en medio mismo del tronco.

— Ahora camina

— No iré contigo a ningún lado —persistió el chico desenfundando su arma para apuntar a su padre— Intenta matarme. Hazlo, y ese será en único modo en que iré contigo.

— Es suficiente —irrumpió finalmente Akins—

— Tú no te metas. Me llevaré a mi hijo en este mismo momento y tú y tus guardias no moverán un solo dedo. ¿Me oíste?

— Tío, pensé que lo habías entendido porque tú y yo ya hemos tenido una conversación sobre esto.

— No te lo volveré a repetir, Ihsân. Muévete…

— No te lo llevarás a ningún lado.

— ¿Me lo vas a impedir tú?

— Por supuesto que lo haré.

Volteando la cabeza hacia un costado, con una sonrisa retorcida, Akins volvió prontamente a posar la mirada en su tío Najib.

— Hagamos una cosa entonces. Si lo que deseas es entregar a tu hijo, estás en todo tu derecho de hacerlo, dejaré que lo hagas, pero con una condición. Iré con ustedes, y antes de llegar hasta la Unidad Policial, pasaremos al lugar donde se encuentra escondido Yasâr Hasnan, y mataremos dos pájaros de un tiro.entregándolos a las autoridades. ¿Qué te parece la idea?

Pese a no bajar la guardia, Najib Majewski quedó sin palabras.

— Tú hermano no solo es un simple delincuente. Es un asesino. Y más que nadie sabes que mató a mucha gente.

— Si tanto te interesa que tu padre pague por todos sus errores, encárgate tú de él. No dudo en absoluto que tengas las mismas agallas que Yasâr.

— Y lo haré… solo estoy pidiéndote que me lleves hasta el lugar donde se encuentra escondido ahora. Se que ya no se oculta en la antigua casa de Kettwig.

— Si te encuentras tan bien informado sobre todo, no te costará mucho averiguar dónde se oculta ahora.

— Tú sabes dónde se oculta —vociferó de un sobresalto con una inesperada patada a la muñeca de Najib que hizo que el arma saliera despedido de su mano—

— Lo sabe, pero nunca dirá nada. Toda la vida ha encubierto a su hermano y lo seguirá haciendo —decía Ihsân mientras su padre se sobaba la mano—

— Ok, entonces no hay trato. ¿Cierto? Se me ocurre una idea —prosiguió Akins haciéndole señas a sus guardias para que sostuvieran a su tío—

— Suéltenme… ¿Qué demonios creen que hacen?

— Súbanlo al coche. Desviaremos un poco el camino antes de ir al hotel.

Sin titubeos, los guardias obedecieron, y a Najib Majewski a uno de los furgones metieron mientras vanamente se resistía.

— ¿Qué harás con él?

— ¿Te preocupa lo que haré con él cuando tú acabas de apuntarle con un arma?

— Solo contéstame ¿quieres?

— ¿En verdad te importa lo que le suceda a tu padre?

— Es a mi madre a quien le importa mucho ese miserable, y lo que menos deseo es dejarla sola y desamparada. Menos ahora que está embarazada.

— ¿La maestra Jenny está embarazada? ¿Tú y Amalie tendrán un hermanito? —preguntó Akins riendo—

— Mmm… ¿De qué te burlas, imbécil?

— Ya… mejor sube que nos vamos. Vámonos Waldo.

Todos volvieron a sus respectivos coches y continuaron el trayecto. Akins le advirtió a Waldo que tendría una breve parada en la casa de su tío Najib, por lo que se dispusiera a avisar a los guardias.

— Necesito la dirección de tu padre. No sé dónde vive.

— No te la daré jamás si no me dices para qué la quieres.

— Por supuesto que lo harás.




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