Entre basura enterrando,
sus recursos agotando
y ahora calcinando.
La Tierra altruista nos cede
todo su patrimonio,
ojalá algo de su bondad
se nos pegue.
Ella es testigo
y calla, y calla,
no nos regaña
y a cambio nosotros
a ella se lo hacemos pagar
cada vez que
el egoísmo nos llama,
la Tierra desamparada
grita en llamas.
Su bronceada piel
ahora es carbón,
sin naturaleza
quemamos a su único amor
y su mejor creación,
una familia
eterna en su esplendor.
Aquellos robustos
e inmensos árboles,
en las tardes cuando el sol
más calentaba,
su frescura nos brindaban
mientras algún pajarito
acudía a por un trozo de pan
mientras que sus amigos
nos amenizaban la estancia
con su armonioso canto,
y se nos antojaba todo un recital.
Hoy en día, muy a mi pesar
digo que pronto
todo esto ya quedará atrás.
La naturaleza nos deleitaba
con su belleza
y dentro de unos años
nos sorprenderá
recibiéndonos al ser humano
con firmeza,
y esto nos hará pensar
si ese recuerdo
quedará en la infancia
sin poder mostrar
al futuro
la inmensidad de su belleza
derrochada por cada esquina.
Y en lugar de eso
el derroche de nuestra raza
dejará a la Tierra
descalza
y sin color en
su alma,
por nuestra capa de ozono
se está quedando
sin aire,
el que puede que nos falte
si dejamos que todo esto
pase.
Sus azules ojos lloran,
son peces cayendo.
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