Los días pasaron rápido y James estaba ansioso con el encuentro de la distribuidora de drogas y con la fiesta de beneficencia, definitivamente el esmoquin que siempre usaba volvería a entrar en acción. En la lista de muertes había dos jóvenes y dos adultos, así que si eso era un patrón esta noche al asesino le tocaba seguir a un hombre joven, lo cual era la oportunidad para atraparlo, o al menos seguir una pista. James había conseguido la lista de aquella fiesta, muchos eran hombres de mas de cincuenta años, pero cinco de una edad entre los veintiocho y los treinta y cinco, así que era mas sencillo tenerlos bajo vigilancia.
Mientras tanto, en una habitación con un vestido soso, Marie se observaba en el espejo. Claramente tenia prioridades y no podía comprarse un vestido de aquellos caros y con firma de diseñador y a pesar de que muchas de sus amigas de Julliard tenían atuendos estupendos para exhibir en el Auditórium, ella no entraba en ninguno de ellos. Era frustrante.
Justo cuando se iba a dar por vencida con uno color blanco de algodón, una llamada la distrajo, venia del teléfono de Isabelle
“Isabelle Harris” la única persona que lo tenía era Morett.
“Hola Miss Harris, habla DeLuca, la asistente personal del Sr. Morett” Marie se sorprendió, era demasiado temprano “Le llamo para indicarle que tiene una cita en el Spa&Salon Lexington justo en una hora, allí será atendida por la Sra. Santana. El Sr. Morett pasara por usted allí en su limusina” Marie estaba encantada, podría acostumbrarse a ello. Pero no.
“¡Muchísimas gracias Miss DeLuca! En seguida me dirijo allá.” Dicho esto, colgó y metió el vestido blanco en su cartera, tal vez no le haría justicia. Pero seria bien atendida.
Del otro lado de la ciudad dos chicas buscaban ropa en un armario que podría ser la casa para cuatro personas, una de las ventajas de vivir en Nueva York eran las personas adineradas que se iban de vacaciones.
“¿No es hermoso Nia?” Rose sostenía un vestido color purpura con varias lentejuelas y detalles dorados.
“Lo seria si no fueses rubia, créeme, no es tu color amiga” ambas rieron y Nia tomo un vestido negro con líneas rojas que acentuaban la cintura. “¿Qué te parece este?”
“Nia, no puedes usar negro a todas las fiestas que vamos” la rubia tomo el vestido y le dio uno con detalles de cristal en la parte superior y rosa en la falda de seda. “Este me gusta mas para ti, resalta la bella mujer que eres” dijo subiendo las cejas y golpeando su trasero.
“¡Hay! Sabes que no me gusta para nada los colores pastel, podría usar algo diferente, pero no este.”
“Bien, que sea el rojo del fondo entonces, es largo, tiene un escote muy lindo y creo que hará cumplir nuestra misión del día de hoy.” Ellas se divertían. No podían usar el maquillaje de aquella mujer dueña de todo, así que con el tiempo y el dinero que robaban tenían lo suficiente para pasar desapercibidas en una gala como la de esa noche.
“Solo es reconocimiento, no vamos a hacer nada esta noche, además de que divertirse es bueno para variar.”
“Si, tienes razón. A lo mejor y encontramos al príncipe de cuento de hadas” dijo Rose.
“Rose…” No era la primera vez que lo hacía, fantasear con hombres que la hacían pasar de sapo a princesa, pero era un lujo que ya no podían darse.
“Lo sé, lo sé, entiendo. Ya no se habla del tema.”
Esa noche todos serian testigos de mundos diferentes en un mismo contexto, lo mejor estaba por verse.
“Falsa Isabelle ¿Puedes escucharnos?” James tenía en su reloj un dispositivo que le permitía hablar con Marie y un par de lentes que, en el momento que él quisiera, podría ver sus movimientos
“Así es James, fuerte y claro.” La chica estaba realizada, se sentía como en las novelas que miraba su mejor amiga, pero sabia que tarde o temprano iba a pagar el precio.
“Perfecto, ya estamos afuera. Se profesional e ignora a este par de empresarios.” Dijo Hills. Ambos bajaron del Corvette de James bajo los nombres de Jules Adams y Thomas Higgs. No fueron muy creativos con los nombres realmente.
Al entrar la recepción era bellísima, la casa tenia un estilo barroco en con colores de oro, plata y piso de mármol. Las luces, la música y el murmullo de las personas hacían que aquella mansión se viese viva por completo. Travis y Lindsey Jones eran los directores y fundadores del programa Love Me.
“Bienvenidos caballeros, pasen adelante, los esperan.” Y así, Hills y James entraron con un esmoquin en acción.
Del otro lado de la sala, ‘Isabelle Harris’ sonreía a todas las personas que Morett les presentaba. Y si, vendía su imagen, pero de dama de compañía. Ella era la parte suave y de acuerdo de todo lo que Morett decía.
“Siempre es bueno tener cerca a una dama tan bella Lucio, me impresionas” dijo Travis Jones, el dueño de aquella casa. “Entonces, Isabelle, dime a que te dedicas.” La mujer de Travis, Lindsey, se había ido y Marie se sentía en medio de dos aves de carroña
“Trabajo para una revista de negocios en Nueva York, creo que la ha escuchado, se llama ‘The Top Cash’” era verídico, y bajo riesgos, habían incluido el nombre de Isabelle a la empresa.
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Editado: 23.06.2018