Rhea
Caminaba por las calles totalmente distraída cuando una fuerte ola de aire frío golpeo mi cuerpo.
Froté mis manos buscado aunque se un poco de calor.
—Rhea -gire sobre mis talones al escuchar mi nombre salir de la boca de una mujer. —No tengas miedo, lánzate al amor. No dejes que el que dirán se apodere de tu mente.
—¿Disculpe? -pregunte mirándo a la mujer con el seño fruncido.
La señora de mediana estatura alargó una de sus manos hacia mi, logrando con esto atrapar una de mis manos.
—Eres un asco en el amor Rhea, ni yo a tu edad era tan poco desdichada. -hice el amago de soltar su mano de su agarre, pero la mujer apretó con fuerza mi mano. —Pero tu suerte esta a punto de cambiar, porque la luna esta en tu signo. Vienen muchas cosas buenas para ti.
»—El amor vendrá a ti de la forma más inesperada posible, no lo dejes escapar, aunque sea un idiota. -enarque una ceja al escuchar estas palabras salir de la boca de la mujer. —Si no logras que el amor se quede a tu lado, lo perderás para siempre. Recuerda estás palabras cuando lo encuentres, Rhea. Recuerdalas....
Abrí mi boca para hablar pero esto quedó en segundo plano porque es escuché a alguien gritar mi nombre con fuerza. Gire mi cabeza para ver quién era la susodicha que gritaba como una verdadera demente en plena calle.
Sentí frío en la mano que antes tenía la señora de baja estatura entre las suyas. Esto sirvió para hacerme saber que ella se había marchado de mi lado sin que yo tuviera la oportunidad de preguntarle de que rayos estába hablando.
Maldije al buscarla entre todas las personas que caminaban por la calle pero lastimosamente no la encontré.
—Maldición Rhea, te dije que en esperarás. Es que no podías esperar que me cambiara la braga. Joder, solo dure dos minutos cambiándola - rodé los ojos al escuchar la voz de mi mejor amiga Liliana.
—Posiblemente duraste dos minutos cambiandola, pero no se sabe cuanto minutos duraste con la verga de John dentro de ti. -ella abrió la boca en una perfecta O y yo negué con la cabeza.
Contexto. Esta mañana amanecí con un humor de perros por culpa de mi querida amiga y compañera de Liliana Guadalupe Escobar. Un grano en el gran tracero que me cargaba. Lo que sucedido fue que la noche anterior la morocha demandante había metido a nuestro departamento a su increíble y gran follador novio, John Albert Guzmán. Otro grano en el tracero. Y desde que ese espécimen de hombre había postrado en el umbral de la puerta los gritos de perra en celo empezaron a salir de la boca de Liliana.
Pero unos minutos después todo fue peor, sus gemidos se escuchaban por todo el departamento dificultandome el poder dormir plácidamente. Se puede decir que pase la bendita y sagrada noche en vela, porque a esos folladores compulsivos al parecer no se el acababan la energía.
¿Todo genial verdad?
—Rhea yo... -negué con la cabeza.
—Vamos al trabajo. -dictamine mirándola y ella asintió.
Liliana y yo caminamos por la calle cada una concentrada en sus propios pensamientos. Aúnque yo como amiga de ella podía adivinar en que pesaba al morocha. Era super fácil adivinar.
Sexo. En todo lo que tuviera que ver con esa pequeña palabras estaba segura que ella estaba pensando.
Mientras que yo estaba pensando en las palabras de la mujer que me abordó en calle.
“No tengas miedo, lánzate al amor. No dejes que el que dirán se apodere de tu mente”
“Vienen muchas cosas buenas para ti”
“El amor vendrá a ti de la forma más inesperada posible, no lo dejes escapar, aunque sea un idiota”
No se porque pero tenía miedo, de lo que pudiera pasar de ahora en adelante.