Laberinto de amor

Capítulo 5: Te encontré amor.

Paúl

No me podía estar pasando esto. Tenía que ser un sueño o más bien pesadilla.  Porque me negaba a quedarme con ella cuando debería estar buscando a otra mujer, ya no me quedaba más tiempo.

—¡Es tu maldita culpa! Nos quedaremos todo el fin de semanas encerrados aquí. Eres lo peor que me ha pasado.

Exploté contra ella y la loca palideció.

—No me puedo quedar contigo aquí. No puedo..

Rodé los ojos al escuchar estas palabras salir de la boca de ella.

—Pues no parece -hable para después alejarme de ella.

Caminé hacia dentro del laberinto, totalmente desganado.

Me sente en el suelo y las palabras que dijo la adivina llegaron a mi cabeza.

—Búscala Paúl, no desistas de buscarla. Ella te está esperado en el laberinto del amor.

—¿Como saber que es ella? -pregunte mirándo a la anciana de baja estatura fijamente. —¿Como podré distinguirla?

La adivina sonrió de medio lado y acarició mi mano lentamente.

—Sera fácil distinguirla porque ella llegará a tu vida de la forma que menos te gusta. -frunci mi seño —Paúl, no desistas de buscarla. Has todo lo posible por encontrar a tu mitad, porque cuando ella esté a tu lado, la puerta de los problemas se cerrará. Y ambos quedarán encerrados en la cárcel del amor para siempre.

Tras estas palabras la anciana soltó mis manos y se alejó de mi con paso rápido.

Frunci mi seño al terminar de recordar las palabras de aquella adivina.

Has todo lo posible por encontrar a tu mitad, porque cuando ella esté a tu lado, la puerta de los problemas se cerrará. Y ambos quedarán encerrados en la cárcel del amor para siempre.

¿La puerta de los problemas se cerrará? ¿Ambos quedarán encerrados en la cárcel del amor para siempre?

Abrí mis ojos como platos y negué con la cabeza.

No podía ser ella, no podía ser ella.

Me levanté del suelo totalmente exaltado y no dude en caminar hacia ella.

La vi admirar el arco de flores que había sobre su cabeza y sonreír.

Al presenciar esto detuve mis pasos abruptamente y mi corazón empezó a latir desenfrenadamente.

Sin duda alguna ella era extremadamente hermosa, eso nadie podía negarlo.

Ella al parecer sintió mi mirada en ella porque giro can hacía mi. Y en ese instante la sonrisa que llevaba en sus labios se borró.

No quería esto. Si resultaba que era ella haría todo lo que estuvieron en mis manos para que siempre llevará una sonrisa en sus labios. ¡Juro que lo haré!

Volví a retomar mi camino hacia ella.

—¿Puedes llamar a alguien para que venga por nosotros? -pregunto ella cuando estuve cerca de ella.

—Veré si alguien me contesta pero primero necesito comprobar algo. -hable mirándola y ella frunció el seño. —¿Me prestas tu mano?

La vi mirarme fijamente por un segundo y después me extendió su mano derecha.

—Por tener mi preciosa mano entre las tuyas tendrás que darme cien dólares, Millonarios idiota -rodé los ojos y tomé su mano entre la mía. Ante el rocé de nuestras manos sentí una fuerte descargar recorrer mi cuerpo completo y fue tanta que me hizo soltar la mano de ella  abruptamente.

¡Era ella! Sin duda alguna era la mujer que había estado buscando.

«Cuando la toques sentirás una gran descarga recorrer tu cuerpo».

—Cuando encuentres a esa mujer que logré hacerte vibrar con un solo toque, no al dejes ir. Porque ella es tu felicidad.

Ella me miro y enarco una ceja. Mientras que yo volví a tomar su mano.

Gire su mano para confirmar lo que me había dicho la vidente y sonreí al ver la pequeña mancha en la palma de su mano.

¡Era ella! Había encontrado al amor de mi vida. Lo había logrado.

Cumplí con la promesa que le hice al abuelo. Después de todas las cosas que pase, de todo el dinero que perdí contratando a todos tipo de personas para que me ayudarán a dar con ella y ahora la habia encontrado después de tres largos años. La encontré en el lugar donde mis padres se habían conocido. En el laberinto del amor.

Su lugar. 
Mi lugar. 
Nuestro lugar.

 




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