Laberintos De Mi Mente

Parte Única

Alemania-Walsrode {Bosque} 1999

Las flores de los grandes árboles se encontraban palideciendo de ese escarchado blanco, la nieve caía sobre su largo cabello rojo, pareciera que esa chica no se encontraba en la realidad, parecía que se encontraba en otra dimensión, una dimensión donde ella soñaba estar, ella se encontraba en un bosque desolado, en él se encontraba antes un orfanato, el cual llego a quedar abandonado por una guerra que llego a pasar, solo que ella fue la única que quedo en él, paso el tiempo y solamente un alma quedo junto a ella todos esos años, ahora empieza la historia de Adalia.

Adalia se encuentra sumergida en sus pensamientos, intenta pensar en esa persona, en su mundo, las paredes se vuelven frías mientras el invierno va en marcha, la guerra no duro mucho, pero ella solo era una pequeña para lograr escapar sola y más estando en la profundidad del bosque, piensa en todas las veces que ha tenido citas con esa persona que tanto ama, pero quiere poder sentir que está allí físicamente y que no es solo un alma, una sonrisa nace en su rostro al recordar a la nana que le contaba grandes historias del espejo y al recordar cómo se divertía jugando en el bosque con aquel chico que parecía a su amado, hoy se encontraría con él, siempre ha pensado como ese ese mundo, ella dirige la mirada hacia ese espejo donde suelen verse desde que eran niños, quisiera poder entrar en ese mundo, quisiera poder tener la oportunidad de estar verdaderamente con la persona que ama.

-Conozco esa mirada perdida, ¿qué estás pensando amor mío?- pregunta Abel regresando de su mundo

-De hecho solo estoy algo distraída es todo- expresa ella colocando media sonrisa

-Ambos sabemos que no es así, puedes decírmelo

Ella se sienta al frente del gran espejo e intenta mirar sus ojos azules y largo cabello castaño, lo mira con una sonrisa, pensando en todos esos momentos felices que han pasado juntos.

-Realmente no importa hablarlo Abel, ya lo hemos hablado muchas veces y se la respuesta

El la miro con un estado de tristeza, entendía la razón de la distracción de su amada, pero también le preocupaba que no pudiera ser suficiente para ella en su mundo.

-No quiero que pases riesgos aquí dentro Adalia, entiéndeme

-Si...te entiendo

Ella comprendía que la tristeza que ella podría expresar podía poner el alma de Abel tan triste hasta que los pensamientos de él solo lo hacían desaparecer.

-No importa ya, solo quitare esos pensamientos, mejor sal conmigo un rato, quisiera poder ir al laberinto contigo ¿Qué dices?

El comprendía la necesitas en la que se encontraba ella de poder querer estar a su lado, así que solo accedió. Como era de costumbre ella corría rápidamente hasta llegar al otro extremo del orfanato para tomar un libro en sus manos, era un libro grueso, muy pesado esos tipos de libros que se usaban mucho en los tiempos antiguos para que personas escribieran sus libros a mano, al llegar nuevamente frente al espejo Abel entra en el libro, y con una gran sonrisa en su rostro sale caminando lentamente pasando por un lado por una pila de otros libros.

Los pasos eran lentos, ella solía caminar fuera del orfanato, le gustaba sentir la nieve en sus pies, solo una manta grande la cubría como una capa que arrastraba, le gustaba entrar en ese laberinto con el en sus brazos, en el centro del laberinto se encontraba un gran árbol del manzana del cual le gustaba comer de él, a veces fingía equivocarse de camino para que Abel la guiara, aunque él se encontraba en un libro, la guiaba a través de él, al instante el libro se abrió y se encontraba el dibujando su rostro y el paisaje que se encontraba detrás de ella, a pesar de todo Abel sabia como granizarse el corazón de aquella solitaria chica de cabello rojizo.

-Abel...

Ella dijo el nombre en un susurro al libro al sentarse sobre un tronco del árbol mismo, y de inmediato él le contesto mediante el libro.

-Aquí me encuentro para ti amor mío- contesto este mostrando las palabras en el libro

-Háblame de tus aventuras allá dentro, expresaba con una gran sonrisa

Abel le había relatado a Adalia de su mundo, el mundo alternativo donde él se encontraba, le encantaba escuchar de ese mundo fantástico, a veces se quedaba hasta altas horas de la madrugada con el frio al máximo escuchando las historias de Abel, hasta esta quedarse dormida.

-Pues...hoy conseguí un nuevo sitio es muy hermoso, es igual a este solo que menos frio, donde en el césped puede verse claramente y las flores crecen rápidamente, y un enorme lago se encuentra al frente, donde un gran árbol se encuentra en una colina y las flores caen en él, y la oscuridad no se ve por ningún lado, donde...no hay maldad Adalia...donde podemos estar juntos tú y yo

-¿Por siempre?

-Por siempre amor mío

-Entonces vamos...

Contesto ella con una gran sonrisa tomando el libro en sus manos y corriendo nuevamente con total entusiasmo, el libro quería abrirse pero ella lo cerraba, no quería escuchar nuevamente un, "espera" de su parte, ya muchas veces Abel le ha dado falsas esperanzas.

Al llegar al espejo el libro cae al suelo y Abel entra rápidamente al espejo y ella cae al piso de madera y las lágrimas empiezan a derrumbarse por sus mejillas, sabía que diría eso nuevamente así que solo se levantó y quiso marcharse pero la voz de él la detuvo.

-Lo siento Adalia yo....

-Ya no importa Abel, ya me acostumbre a ello

-No digas eso solo que...

-No hace falta que digas más cosas, ya se me el proceso de ello, solo dormiré un rato

-Adalia por favor...

-Buenas noches Abel

Ella solamente se recostó en el mismo rincón donde siempre dormía, esperaba que la frialdad del invierno parara su corazón para poder estar con la persona que amaba, eso era todo lo que quería, morir para encontrarse con el amor de su vida.




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