Labios Ajenos

Cuarto Relato: Separación

«Como siempre, se espera que las amistades cambien cuando una de las partes obtiene una relación amorosa. La dinámica entre los amigos siempre es afectada en cada caso de una manera u otra, terminado todo en verse menos, procurarse con cierto desapego y entender que el amor es más importante que la amistad para muchos. Ese no fue nuestro caso, al menos al inicio.

El único cambio que hubo fue que ahora Jocelyn se juntaba con nosotros, al igual que su mejor amiga, Iris, misma que era una chica mucho más divertida que ella. Nos reuníamos en el receso para jugar, platicar o simplemente hacer tonterías que nos parecían divertidas. Fueron tiempos muy amenos.

La pareja destacaba entre nosotros, porque eran más cariñosos entre ellos. Se tomaban de la mano, siempre los veías juntos y se dedicaban palabras o miradas tiernas. A mí me parecía lindo, y a Iris también, al parecer. Fue así durante mucho tiempo, por años.

Cuando íbamos en cuarto grado, las cosas seguían similares. La diferencia es que yo había abandonado la banca por completo en los partidos de soccer. Iris se había unido al coro como una voz principal y Jocelyn participaba en los concursos de oratoria, en donde le iba muy bien.

Robbin era el único que se mantenía en un perfil bajo. Era un alumno promedio y no formaba parte de alguna actividad extracurricular de algún tipo. Simplemente le gustaba más jugar videojuegos en casa que cualquier otra cosa.

Los días, a mi parecer, nunca serían muy diferentes, mas esa idea comenzó a cambiar luego de uno de mis partidos más importantes. Aquel que era el mismo día que el concurso de Jocelyn.

Mi amigo ni me preguntó. Sólo me avisó que no asistiría por ver a su novia, cosa que al inició no le discutí. No obstante, a la hora del juego, sentí que no lo disfruté porque no veía a Robbin en las gradas, dándome ánimos. Quien sí estaba era Iris, a la cual la noté bastante emocionada, razón por la que me esforcé al máximo.

—¡Gracias por venir a apoyarme! —gratifiqué a la chica, alegre. Dicha me regaló una botella de agua como premio de mi victoria.

—¡Felicidades por ganar! Ese último gol tuyo fue increíble —aseguró la chica, aceptado por mí el regalo».

—Creo saber a dónde va esto —enunció el viejo amigo de Nathan, palabras que interrumpieron su relato.

—Bueno, es algo obvio. Yo tenía la sensación de que Iris era muy amable conmigo y que siempre estaba sobre mí. Creí que era normal porque no podía ser así con nuestros otros dos amigos, pero comencé a aceptar que sí: yo le gustaba —analizó el adolescente, decepcionado.

—Piénsalo, Nathan. Siempre veía a su amiga y a Robbin felices, con una relación longeva, a lado de ustedes. Cualquiera pensaría que son dos parejas de amigos, no cuatro amigos que, resulta, dos de ellos son pareja. —Esa conclusión provocó un suspiro del joven, quien continuó con la historia.

«Una semana después de eso, Robbin y Jocelyn estaban planeando ir a ver una película que acababa de salir, una que yo también quería ver, por lo que traté de unirme, alegre, notado que ambos se vieron un tanto incomodos ante mi propuesta de ir los cuatro.

—Lo siento, pero iremos a un cine que está por mi casa. Como Jocelyn vive cerca, por eso le dije a ella —explicó mi amigo, algo apenado. Yo reí ante la situación y respondí alegre.

—¡Hey! No se preocupen. Entiendo a la perfección. Le insistiré a mi tía para verla y platicar de ella mañana. —Cuando dije eso, noté que la novia de mi amigo le hizo una señal extraña a Iris, la cual no parecía muy convencida de hacer algo al momento. Muy por el contrario, de la nada la noté tímida, a lo que mejor ya no dije nada y esperé en silencio a que acabará el receso.

Desde entonces, Robbin y Jocelyn se fueron alejando un poco de ambos. Tramaban actividades juntos y la chica ya dejó de invitarnos a los concursos de oratoria, así como Iris a las presentaciones del coro, pues sólo yo iba a éstas y mi amigo no me decía con certeza porque ellos faltaban, lo que lo volvió más qué obvio.

El año terminó, y tuve otro partido importante una semana antes de entrar a quinto grado. Ya la mayoría de nosotros tenía once años, a excepción de Iris, la cual cumplía el mismo día de entrada a la escuela, por lo que habíamos decidido festejarla después de mi partido, aunque algunos eventos desafortunados sucedieron en dicha fecha.

Ese mismo día, nos informaron que jugaríamos contra el equipo de la secundaría a donde queríamos todos ir. Por lo que era una oportunidad increíble para demostrar lo bueno que era y tener mi pase asegurado hacía el lugar. Por otra parte, Robbin y Jocelyn dijeron que prepararían todo en casa de Iris para su fiesta, lo que quería decir que nadie iría a verme jugar.

Salí a la cancha, y lo primero que observé es que, en el otro equipo, como delantero, se hallaba Eduardo, mi crush de primer grado. El sujeto había cambiado mucho, ahora era mucho más guapo, y se notaba más engreído que cómo lo recordaba.

Al acercarnos antes del partido, me tocó verlo de frente y me reconoció, a lo que me dijo algo que me sorprendió muchísimo.

—¡Wow! Has crecido mucho. ¿Tienes novia, niño? —La pregunta me dejó perplejo, además de sonrojado.

—¡Ja! No tengo tiempo para esas cosas —respondí en tono de desagrado, pues era mi rival en ese juego.

—¡Qué lástima! Me encantaría tener un novio tan lindo como tú —dicho eso, los que estaban al lado comenzaron a aullar, notada mi cara roja al momento por todos y sonado el silbato para iniciar el encuentro.

Eduardo era muy bueno, mas no tanto como para dejarme atrás. Fue un juego reñido, y tan emocionante que ningún jugador o espectador se percató que el segundo tiempo estaba ya cerca, por lo que nos fuimos a descansar un poco a la banca o a los vestidores a hacer alguna necesidad.

Por mi parte, corrí al baño. Estaba a nada de hacerme pis encima, y al salir del lugar, me encontré con Iris, quien tenía en manos una botella de agua que me ofreció tan pronto me vio.




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