El pelinegro se detiene frente a la puerta blanca de la habitación. Ciertamente, ha hecho esto muchas veces durante casi un mes, no debería sentir ese pequeño temblor en las manos y el nudo en la garganta. Debería mostrarse seguro, ser valiente... solo abrir la puerta y entrar, no tomar una pausa fuera porque siente que está a punto de ahogarse... el... ya debería haber aprendido a lidiar con eso.
No puede.
Cierra los ojos, apretando los parpados antes de tomar una bocanada de aire. Huele a limpiador de limón y a otra cosa, no sabe que es pero hace a su pecho sentirse aún más pesado. Sus dedos se afirman fuertemente al ramillete de girasoles y logra componer una pequeña sonrisa cuando tira de la puerta.
—Hey — saluda entrando con rapidez. — Soy yo. Sé que sabes que soy yo. — rueda los ojos con diversión.
—Hola Kookie. — murmura suavemente la voz desde una de las sillas que suele usar la visita.
—¿Cómo te sientes hoy? ¿Mejor? — YoonGi se encoge de hombros. —¿Listo para despertar? — su voz es gentil cuando se acerca a la mesita metálica, los felinos ojos miel observan desde la silla a su hermano menor arrojar las flores del día anterior –un bonito ramillete de lavandas – y alejarse en dirección al pequeño baño de la habitación, escucha el agua del grifo correr y luego JungKook y el florero de cristal están de regreso, solo que ahora hay girasoles en él.
—Lo intento. — se siente malditamente culpable. Lo intento. Prometo que lo intento, Kook. Prometo que lo hago. Esto no es tan simple como recostarme sobre mi cuerpo... ni siquiera puedes verme.
Min YoonGi supo lo que iba a ocurrir en cuanto ese hombre no frenó a tiempo. Bueno... no es como si supiera que iba a quedar en coma... el creyó que moriría al instante. Mientras veía los brillantes faros acercarse a toda velocidad entendió a la perfección porque las personas que estaban a punto de ser atropelladas en las películas, jamás se movían. Todo en él le gritaba que corriera, bastó apenas una fracción de segundo en la que sus pies se negaron a escuchar a su cerebro. Aún recuerda el impacto del golpe, su cuerpo en el aire y al segundo siguiente, una blanca laguna extendiéndose sobre él, inmovilizándolo, hasta que finalmente, quedó inconsciente. No sabe cuánto tiempo después mientras JungKook le hablaba, abrió los ojos. Tuvo como primer impulso palmear la espalda de su hermano, quien lucía decaído mientras sostenía los dedos de la pálida mano. YoonGi se asustó como el infierno cuando su mano atravesó la espalda del menor. Se sentó con rapidez en la camilla, examinando los finos tubos de plástico conectados a sus manos que lo unían al recipiente colgado en el soporte metálico, sus ojos recorrieron la habitación, deteniéndose frente al monitor en el que podía ver lo que suponía, eran los latidos de su corazón...
"No importa. Ya estoy bien. Puedo irme a casa". Había dicho mientras bajaba de la camilla de un salto y se dirigía a la puerta. Se sentía... extraño, ligero. Estaba lo suficientemente asustado como para no girar el rostro y ver la camilla. No quería ver la maldita camilla. Tuvo que hacerlo cuando JungKook no lo siguió. YoonGi inhaló con desesperación cuando vio su cuerpo inerte. Detuvo sus pasos camino a la puerta, paralizado y reacciono únicamente cuando vio al menor despeinar un poco las hebras azabache al momento de despedirse. "Kook, no te vayas." pidió casi corriendo haciendo él "JungKook, puedes verme, eres mi hermano, sé que puedes hacerlo. JungKook, escucha, sé que puedes oírme..." pero definitivamente lo peor de todo había sido cuando el menor abrió la puerta para marcharse y YoonGi intentó correr tras él, en cuanto puso un pie fuera todo se oscureció y en una fracción de segundo, apareció recostado nuevamente sobre la camilla. Intentó salir muchas veces de la habitación, después de tres días en los que estuvo cerca de volverse loco intentando llamar la atención de alguna enferma, algo pasó. Ahí estaba JungKook, con ese extraño chico castaño. Llevaba cerca de tres años saliendo con TaeHyung pero aun así... algo no andaba del todo bien, siempre pensó que ese niño era un poco singular, la forma en la que ellos solo... se habían conocido, como si hubiesen estado destinados a encontrarse... jamás había dicho nada al respecto, JungKook parecía feliz, y eso era más que suficiente para YoonGi, viendo la forma en la que el castaño lo reconfortaba, acariciando suavemente el dorso de su mano, pensó que quizá se había equivocado. "El despertará." Había dicho TaeHyung, antes de mirar directo a su cuerpo en la camilla, de pronto, los ojos dorados del castaño se detuvieron en el borde, junto a los pies, justo donde este aguardaba sentado.