Cuando YoonGi abre los ojos, las farolas del parque en el que habían estado aquella tarde, ya se hayan encendidas. JiMin recuesta su espalda ligeramente en la corteza del árbol, echando la cabeza hacia atrás. Si hubiera sido posible, YoonGi habría creído que le faltaba el aliento.
—¿Qué ocurre? — inquiere en un suave susurro. El ángel niega con la cabeza — ¿TaeHyung podía verte? ¿Eso es posible? ¿Puede cualquier humano ver un ángel?
Los ojos grises se agrandan con sorpresa, desviando la mirada del cielo hacia el pelinegro.
—¿TaeHyung es un humano? —casi grita en dirección a YoonGi. El pálido le observa con extrañeza antes de asentir lentamente. — No… — murmura con ojos asustados — No… ¡TaeHyung no puede ser un humano! ¡Eso quiere decir que en algún momento el morirá! Y… alguien… va a llevárselo…
—JiMin, tranquilízate… — el pálido acorta el espacio, sujetando los hombros contrarios con suavidad — mírame. — pide en voz baja.
—YoonGi… — su voz es triste cuando intenta refugiar su desconcierto en la mirada café — TaeHyung no pertenece aquí. — se señala — Conmigo. Él era mi mejor amigo.
—Siempre creí que era un poco extraño, pero… —susurra a punto de reir. No puede ser posible, JiMin tiene que estar equivocado. La seriedad en la mirada gris le detiene en el acto. — No es posible, quizá se parece mucho a alguien… TaeHyung no puede haber sido…
—¡Sé lo que digo! — chilla, su cabeza cae, ocultándose un poco en el pecho de YoonGi — El era mucho más joven que yo la primera vez que fue enviado aquí, se supone que no debemos hablar de esto, pero él estaba tan emocionado que solo me lo dijo.
—¿Puedo saber lo que dijo? — suena interesado, JiMin se encoge un poco entre sus hombros. No debería hablar de esto, pero se siente repentinamente débil y adolorido, su mejor amigo ni siquiera lo había reconocido y ahora él se hallaba tan… vulnerable… como humano, TaeHyung… podía desaparecer en menos de un parpadeo.
—Un chico, casi un niño que iba a ser operado. Su cirugía tendría una complicación muy grave, estaba destinada a fallar. Le habían dado unas horas para traerlo, pero él jamás volvió.
YoonGi frunce el entrecejo, meditando. Su hermano… JungKook había despertado en medio de la noche hace casi cuatro años, tenía apenas quince cuando tuvo que ser intervenido de emergencia por su apéndice. Pero… no podía ser él... el médico le explicó algo acerca de algunas complicaciones, pero… su hermano seguía vivo…
Las manos sueltan con lentitud los hombros del peliblanco, JiMin se inclina ligeramente hacia YoonGi, moviendo su pequeña palma frente al pálido rostro, intentando llamar su atención ante la brusca oleada de desconcierto que puede percibir.
—¿YoonGi? … ¿Qué sucede?
—Mi hermano… tuvo una cirugía. —explica con mirada distante. — Hace cuatro años. Fue repentino. Lo lleve al hospital y lo ingresaron al quirófano, pero no tiene sentido… él está vivo.
JiMin parece congelado, cuando sus labios forman una perfecta o.
—No…— le escucha susurrar YoonGi en apenas un hilo de voz — Taehyung… — La confusión se esfuma y el pelinegro se sobresalta ante el agudo sonido de algo que parece un llanto, pero sin duda alguna, es mucho peor. Sollozos cortos sin una sola lágrima que provienen directamente del pecho de JiMin y hacen preguntarse a YoonGi como el llanto puede parecer brusco y suave al mismo tiempo, el ángel intenta cubrir sus labios, ahogando sus suaves gimoteos, sus cejas se crispan con tristeza sobre una mirada llena de impotencia.
TaeHyung… había roto la única regla. Sus labios de ángel habían besado a un mortal, dándole una segunda oportunidad a cambio de algo que jamás podría recuperar.
Su eternidad.