—JiMin…
Sentado en silencio en una de las bancas de madera, el peliblanco mira fijamente el césped, incapaz de elevar la mirada. No quiere decírselo a YoonGi, explicarle que aún existe una oportunidad para él. Ha vivido rodeado de cientos de advertencias, pero jamás le explicaron lo que ocurríría finalmente si desobedecía, ahora, lo había visto… Expulsado del paraíso y convertido en humano, destinado a proteger a una sola persona… percibe la calidez en YoonGi, quien yace sentado a su lado, pasando una y otra vez una de sus manos contra la seda de su espalda, hay una pequeña sonrisa curvando los finos labios. En medio de todo el miedo que aún inunda su corazón, JiMin puede sentirlo, hay un fuerte deseo por consolar, por confortarle.
— No hay mucho… eh… no sé nada sobre esto en realidad, pero TaeHyung es muy feliz, lo prometo. Kook me dijo que fue adoptado por una buena familia cuando tenía trece años, se conocieron en la universidad, él es… siempre creí que era algo extraño — sonríe — nunca sospeche algo como esto…
—Sí… es… — hay una débil sonrisa en los esponjosos labios — era mi mejor amigo. Duele que no pueda recordarme… — se encoge de hombros.
—Hey… — susurra el pelinegro — JiMin, está bien, lo prometo. Ser humano, no es tan terrible.
—P-pero… el morirá... — responde en voz baja.
YoonGi frunce el ceño ligeramente, pero sus cejas se alzan cuando logra encontrar una razón.
—Hace un momento, dijiste que solo tienes una tarea — sonríe — TaeHyung es libre, JiMin. Morirá, es cierto. Todos nosotros lo haremos, pero por ahora, es libre para vivir… —sus felinos ojos se entrecierran intentando recordar cualquier detalle — se emociona con pequeñas cosas, ama la fotografía, su vida, está enamorado y es muy querido… él es feliz. Ya… no estés triste. — hay una risa corta, es repentina y hace que el peliblanco eleve la mirada, enarcando una ceja en dirección al pálido.
— ¿Qué es divertido? — susurra con recelo.
—Te enviaron a confortarme. — sonríe YoonGi sin dejar de frotar su espalda — y estoy dándote palmaditas de consolación mientras te aseguro que todo estará bien. Lo siento. — compone su rostro con rapidez, intentando mostrar seriedad, pero JiMin aún puede ver humor en los felinos ojos.
—Irónico. — sonríe el peliblanco.
—Eso creo… ¿Te sientes mejor ahora?
—No creo que vuelva a verlo, YoonGi.
El pelinegro ladea el rostro en un suspiro, antes de moverse un poco, acuclillándose en el pasto frente a él.
—Cuidamos de él. JungKook cuida de él, su familia, mi abuela. Lo prometo, TaeHyung es feliz… No sé… cómo hacer que te sientas mejor, pero… — sus manos buscan las del ángel, antes de sostenerlas. JiMin ríe, agachando la mirada. — ¡Sí funciona!
—Eres… extraño, Min YoonGi.
—Ah, tu cara es muy fea cuando te pones triste. — suspira en medio de una sonrisa. JiMin entrecierra la mirada divertido.
—Que rudo.
—Siento que no deberías estar triste. — suena serio, como si todo rastro de diversión se hubiese esfumado. JiMin asiente, sintiendo el suave soplo en su corazón aligerar aquella preocupación… Quizá TaeHyung si era feliz después de todo, feliz de sentirse libre, amado… Hay algo en el pálido, un don que suaviza la tristeza, que realmente reconforta. Puede verlo en sus ojos miel, en la pequeñísima sonrisa tímida que YoonGi le brinda en ese instante mientras siente sus pulgares acariciar con lentitud el dorso de sus manos. Hay un segundo, en el que se permite caer por completo en la mirada del pelinegro y YoonGi quien se sentía tranquilo, parece repentinamente perdido en medio del frio cristal que resultan los ojos del peliblanco.
Todo es silencio en medio de esos ojos de plata líquida.
Si el viviera… se permite JiMin pensar, podría… realmente podría, consolar a tantas personas. Incluso sin tocarlas.
Recuerda a YoonGi, cerrando los ojos mientras desliza sus dedos sobre las teclas. El contraste entre la tristeza del pelinegro y su propia emoción desbordante a cada sonido… ya no podría hacerlo más si se marchaba…
Musica y YoonGi, YoonGi y música.
Hay pasión en él, y una entrega absoluta hacia lo que cree, curiosamente tímido con la fortaleza necesaria para construir amor con esfuerzo. En poco tiempo, el pelinegro logra demostrarle que realmente pueden existir seres humanos maravillosos que no merecen marcharse tan pronto, no existe nada en ese instante dentro de su mente y por primera vez, JiMin logra entender a su mejor amigo cuando su mano acuna con suavidad la mejilla del pelinegro.
—Gracias. — susurra con una sonrisa. YoonGi parece desorientado, cuando sus cejas se crispan suavemente. — Por mostrarme quien eres. — No sabe muy bien que responder a algo como eso, porque en definitiva no se considera gran cosa, agacha la mirada algo avergonzado, justo a tiempo para sentir el suave roce de los labios sobre su frente. — Estarás bien, YoonGi. — Sabe que no puede sonrojarse, pero arrodillado ante JiMin, mientras siente los pequeños dedos acariciar su nuca suavemente, no está tan seguro. — Creo que vamos a estar bien.