Labios Sangrientos

Capítulo 4

La oscuridad del Pasaje de Cenizas era total. Estrecho y húmedo, olía a polvo de siglos y a óxido. Kael avanzaba primero, usando una pequeña luz mágica que solo iluminaba unos palmos delante de sus botas. Elara la seguía, aún sintiendo el eco frío y entumecedor de la mano de Kael sobre su boca.

​Habían caminado por lo que parecieron horas, con el silencio de su huida solo roto por el roce de sus mantos contra la piedra. Elara no podía esperar más.

​"Si la Marca Carmesí es un 'grito'," susurró Elara, tratando de mantener su voz por debajo del murmullo de la propia Kael. "¿Por qué viniste? El riesgo de ser un faro es tuyo también."

​Kael se detuvo, obligando a Elara a chocar suavemente contra su espalda. La cercanía era incómoda, pero Elara ya no la temía tanto como temía la mentira de Áuryn.

​"Soy del Reino del Sol," dijo Kael, dándose la vuelta sin mover la luz. El haz golpeó los ojos de Elara. "Somos una teocracia, pero nuestra magia se basa en la Transferencia Natural: el intercambio voluntario de energía, sin drenaje. Condenamos todo lo que Áuryn representa."

​"Teocracia significa fanáticos," replicó Elara con escepticismo, recordando la propaganda de Áuryn sobre el "salvajismo" del Reino del Sol.

​"Y Áuryn es una tiranía de la sed," respondió Kael, el tono seco. "Vine con la comitiva de intercambio hace seis meses, bajo el pretexto de ser una erudita buscando tratados antiguos. De ahí el nombre, 'La Erudita'. En realidad, mi misión era infiltrarme y acceder al Códice de la Transferencia—el registro de los sacrificios pasados—para obtener pruebas irrefutables."

​Kael levantó la luz, iluminando su propio rostro por primera vez desde que entraron al pasaje. Se veía agotada, pero determinada.

​"Lo que vi en ese Códice no fue sacrificio, Elara. Eran matanzas programadas para la nobleza. La fuerza vital se desvía en el proceso. La Marca Carmesí... es la señal de la vitalidad extraída, un efecto secundario visible que solo los forasteros como yo sabemos interpretar."

​Elara sintió una punzada de náuseas. No era una mártir, era ganado.

​"Y yo... ¿por qué soy especial?" preguntó Elara, forzando la voz a no temblar.

​"Tú no eres un sacrificio ordinario," Kael bajó la voz hasta convertirla en un secreto. "En los registros, encontré una profecía sobre el Séptimo Consagrado. Tú eres la séptima. No solo tienes el poder para la Transferencia; tienes la llave para revertirla. Si el Ritual se completa, no solo te drenarán; el Gran Sacerdote obtendrá un poder catastrófico, el poder de ligar tu propia magia vital a su voluntad. Por eso vine yo, Kael de la Guardia del Sol, para detenerlo."

​La luz de Kael se posó en la bolsa de cuero de Elara.

​"En esos tomos que trajiste, estoy segura de que encontraremos cómo activar tu verdadero poder antes de que él active el suyo. Pero para eso, tenemos que llegar a las Tierras del Olvido. Es el único lugar donde la magia de Áuryn no llega."

​Elara tardó un momento en procesar todo: la traición, el destino profetizado, y la identidad de la mujer que la estaba salvando.

​"Me salvas para salvar a tu gente," concluyó Elara, sin emoción.

​"Al principio, sí," Kael se encogió de hombros con una honestidad brutal que desarmó a Elara. Luego, su mirada se suavizó levemente, y su tono bajó un grado, volviéndose íntimo. "Pero ahora..."

​Kael se acercó un paso más, la luz se hizo tenue. En la oscuridad, Elara sintió la mano de Kael buscar la suya en la manga de su manto.

​"Ahora, he visto tus ojos, Elara. Y no puedo permitir que te usen como un arma. Ahora, te salvo por ti."

​El tacto fue la primera rendición de Elara. La Consagrada entrelazó sus dedos con los de Kael, una promesa sellada en la oscuridad. Dos enemigos, unidos por una verdad prohibida.

​"Las Tierras del Olvido," dijo Elara con una fuerza renovada. "Guíame."



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En el texto hay: fantasia épica, romantasy

Editado: 03.10.2025

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