Labios Sangrientos

Capítulo 6

​El Pasaje de Cenizas se abría a las catacumbas de la capital de Áuryn, un laberinto subterráneo olvidado. Kael había apagado la esfera de luz, confiando en su visión nocturna, mientras que Elara caminaba pegada a ella, con la mano de la infiltrada anclada firmemente en su codo.

​"Aquí abajo, la guardia solo baja cuando hay un colapso," susurró Kael. "Tenemos un par de horas antes del amanecer, que es cuando sellan las entradas del Pasaje de la Muralla."

​Se detuvieron en un pequeño túmulo de piedra, cubierto de musgo.

​"Tenemos que estudiar esto," dijo Elara, sacando el tercer y más fino de los "Susurros" de su bolsa. "El ritual requiere el cuerpo del Consagrado. Si logramos replicar los efectos del beso, la Marca Carmesí se romperá antes de que nos atrapen."

​Kael encendió de nuevo la esfera de luz. La débil iluminación se centró en la mano de Elara que sostenía el pergamino, y en el dibujo de sus labios, tan cerca del carmesí latente.

​"No es el beso, Elara. Es la Transferencia Voluntaria," corrigió Kael, acercándose para examinar la letra diminuta del antiguo idioma. "Mira esta nota marginal: 'El catalizador debe ser un acto de entrega total de la fuente del Sol, hacia la fuente del Alma. El contacto de la Transferencia debe ser íntimo, para que el alma no lo rechace'."

​Elara sintió un escalofrío. La "fuente del Sol" era el término que el Reino del Sol usaba para su magia.

​"¿Entrega total?" preguntó Elara, su voz apenas un soplo. La idea de que su salvación dependiera de un acto de intimidad con su antigua enemiga era vertiginosa. "No tenemos tiempo para enamorarnos, Kael."

​"No es enamoramiento, Consagrada. Es intención," respondió Kael, aunque su respiración se había acelerado ligeramente. Estudiar los pergaminos tan cerca, en la total soledad, era más íntimo que el contacto de la fuga.

​Kael se inclinó sobre el pergamino, y su cabello oscuro rozó el hombro de Elara. "Mi magia es de anclaje, de camuflaje y de ruptura. Está libre de drenaje, pero no es poderosa para un Gran Ritual. Es de apoyo. Tu poder es el que necesitamos, el de la Consecuencia. El acto debe venir de mí, pero la aceptación debe ser absoluta de tu parte."

​"¿Entonces el miedo lo arruinaría?"

​"Y la duda. Y la mentira," respondió Kael, levantando la mirada. Sus ojos, en la penumbra, parecían mucho más grandes, reflejando el brillo de la esfera.

​"Elara," su voz bajó a un susurro urgente, apenas audible sobre el goteo constante del agua. "Soy una infiltrada del Reino del Sol. Soy la enemiga política de tu gente. He venido a exponer la tiranía de Áuryn. Ese es mi compromiso. Pero te juro que mi intención al besarte ahora mismo, en esta oscuridad, no sería la de la misión, sino la de salvarte. Si dudaras por un instante que yo te haría daño, el poder te mataría."

​Elara cerró el pergamino, la verdad era más peligrosa que cualquier fantasía.

​"No estoy lista," dijo Elara, su voz sorprendentemente firme. "Pero lo estaré. Ahora, ¿dónde está la salida de estas catacumbas?"

​El rostro de Kael se tensó por una fracción de segundo, una mezcla de decepción y respeto. Ella asintió, volviendo a su rol de guía y protectora.

​"Dos túneles más, y estaremos en el pasaje de la muralla. Pero hay un puesto de guardia al otro lado. Tendremos que usar la magia más peligrosa de todas: la distracción."

​Kael se levantó, su silueta alta y esbelta proyectando una sombra sobre Elara.

​"Dame tu mano, Consagrada. Es hora de que veas el mundo real. Y que el mundo real te vea a ti."



#1310 en Fantasía
#201 en Magia

En el texto hay: fantasia épica, romantasy

Editado: 03.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.