Labios Sangrientos

Capítulo 7

Kael y Elara emergieron del Pasaje de Cenizas a una cámara de ladrillo húmedo bajo la muralla de la ciudad. El túnel que debían usar para salir era un conducto de drenaje apenas disimulado, cuyo final estaba iluminado por la guardia mágica de Áuryn.

​"Hay tres Ejecutores y un Sacerdote menor. Demasiados," susurró Kael, pegándose a la sombra. Su mano se deslizó hacia su cinturón, donde llevaba tres pequeñas bolsas de cuero.

​"El sello de la Marca Carmesí se siente más activo aquí," advirtió Elara. La sensación era como un hilo de alambre al rojo vivo en sus labios. Su poder latente reaccionaba a la gran concentración de magia de drenaje que usaba la guardia.

​"Es porque su magia está diseñada para sellar, y la tuya para romper. La interferencia es mutua," explicó Kael. "Mi magia es de Camuflaje y Desactivación. Voy a crear una distracción. En cuanto la veas, tienes treinta segundos para cruzar la reja, sin dudar."

​Kael sacó una de las bolsas de cuero. De ella extrajo una pizca de polvo oscuro y lo sopló hacia la abertura del conducto. El polvo no hizo ruido, pero al tocar el aire exterior se convirtió en una fina neblina gris.

​Elara frunció el ceño. "¿Qué es eso?"

​"Magia de Vínculo Sombrío," susurró Kael. "Engaña al ojo y al oído, pero no es permanente. Necesito que estén lo bastante cerca para oler el miedo en la niebla."

​La neblina se extendió, envolviendo a los tres Ejecutores que custodiaban el pasaje. En lugar de alertarlos, pareció confundirlos. Uno de ellos gritó, no por un ataque, sino por una alucinación.

​"¡La veo! ¡La Consagrada está aquí!"

​El caos era la magia de Kael. La neblina no era tóxica, pero amplificaba el miedo y la duda en la mente del objetivo, un veneno psicológico perfecto para la guardia mágica de Áuryn, que ya vivía en la paranoia de una posible traición.

​"¡Ahora!"

​Kael empujó a Elara hacia el conducto. Elara se deslizó con la agilidad que le daban años de movimientos medidos y contenidos. Estaba casi fuera cuando sintió el Picor, la peor sensación de la Marca Carmesí hasta ahora. No era solo un ardor; era un tirón hacia atrás.

​El Sacerdote Menor había visto a través de la neblina. En lugar de perseguirlas, levantó las manos e invocó un grito mágico que se estrelló contra Elara. No buscaba herirla, sino reclamarla.

​Elara sintió que su energía se drenaba; el hilo carmesí se ensanchó y se volvió líquido. Era la prueba de que el Ritual podía ocurrir en cualquier momento.

​"¡Elara!" Kael gritó su nombre, algo que nunca había hecho en la Torre, un grito de pánico que era sincero.

​Kael se abalanzó, no para atacar al Sacerdote, sino para llegar a Elara. Usando la rapidez de una guerrera, se interpuso entre el Sacerdote y la Consagrada.

​Cuando el hechizo de drenaje golpeó a Kael, ella no cayó. Por el contrario, la magia pareció desviarse de ella como agua de una piedra. Pero al tocar a Kael, la energía drenada rebotó.

​Elara sintió cómo su fuerza, robada por el Sacerdote, regresaba a ella con una brutalidad inesperada. No regresaba como vitalidad, sino como poder crudo.

​Un pulso carmesí salió disparado de la Marca de Elara, ya no un hilo, sino un relámpago de color sangre que golpeó al Sacerdote. Él gritó, no por dolor, sino por la sorpresa del poder revertido.

​Kael aprovechó el shock. Agarró a Elara por la cintura, la levantó y la arrastró por el conducto hacia el exterior.

​"¡Tuviste que usarlo! ¡El Primer Toque!" Kael jadeaba, sosteniéndola firmemente.

​"No te toqué," murmuró Elara, sin aliento, mirando a Kael con los ojos muy abiertos.

​"El hechizo de drenaje sí," respondió Kael, su rostro a escasos centímetros del de Elara. "Cuando me golpeó, mi magia de Sol lo purificó y lo regresó a su dueño original, tú. ¡Es la Transferencia Voluntaria sin siquiera intentarlo!"

​Estaban fuera, en las Tierras Baldías, detrás de la muralla. El aire era frío y salvaje. La ciudad que las había encarcelado estaba ahora a sus espaldas, y las vastas tierras del exilio se extendían ante ellas.

​Elara se quedó mirando el rostro de Kael. La mirada de la infiltrada era ahora una mezcla de euforia por el escape y terror por la intensidad del poder que acababan de desatar.

​"Has revertido un hechizo, Elara," dijo Kael, con la voz llena de asombro. "La Consagrada no es un sacrificio. Es un punto de inflexión."



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En el texto hay: fantasia épica, romantasy

Editado: 03.10.2025

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