Labios Sangrientos

Capítulo 8

Kael las condujo a través de las Tierras Baldías hasta una hendidura en una formación rocosa que, de día, parecería una simple fisura geológica. Una vez dentro, usó una runa discreta de Camuflaje Visual que hacía que la entrada se mezclara perfectamente con la roca, volviéndola invisible a cualquier patrulla mágica.

​Elara se desplomó contra el suelo de tierra fría, inhalando el aire viciado pero libre. Estaba agotada. El uso inconsciente de su poder en la muralla la había dejado temblando, y la adrenalina se había agotado.

​Kael encendió una pequeña llama con dos piedras de cuarzo y la protegió con un semicírculo de guijarros. Era una llama pequeña y tangible, a diferencia de la luz mágica fría. Por primera vez, Elara vio el rostro de Kael bajo una luz cálida. Era más joven de lo que parecía en la penumbra de la Torre, pero las líneas de tensión alrededor de sus ojos grises eran profundas.

​"Tienes que beber esto," dijo Kael, ofreciéndole una cantimplora y un pan duro. "Y luego, me vas a contar todo lo que recuerdas de los Ejecutores de la Torre."

​Elara bebió el agua con avidez. El pan era insípido, pero la llenaba de energía. "Los Ejecutores son leales, pero no son inteligentes. Solo siguen las órdenes del Gran Sacerdote. Es él quien me preocupa."

​"Ya nos preocuparemos por él," Kael se sentó frente a ella, las rodillas recogidas. "Ahora, vamos a hablar de lo que realmente sucedió en el conducto."

​Elara sintió la Marca Carmesí, ahora solo un leve picor, pero lo suficientemente real como para recordarle la muerte. "Tu magia me salvó."

​"Mi magia no. Mi intención," corrigió Kael, su voz baja. "Mi magia desvió el drenaje, pero la Transferencia Revertida vino de ti. Lo que pasó fue la prueba: tu poder es real, y reacciona a mi toque porque mi magia es genuinamente pura, libre de la intención de robar. Es el polo opuesto de Áuryn."

​Elara dejó caer el pan. "¿El polo opuesto? ¿Y cuál es tu precio, Kael? La gente de Áuryn nos enseñó que el poder siempre requiere un precio."

​Kael se quedó en silencio, mirando la llama parpadeante. "Mi nombre completo es Kaelen de la Casa Solar. Mi familia está en el corazón del Consejo del Sol. Soy la hija menor de la Alta Comandante de la Guardia del Sol."

​Elara abrió los ojos. La infiltrada no era una simple erudita, era una noble de alto rango.

​"Al infiltrarme aquí, perdí mi rango y mi derecho de sucesión," continuó Kael, sin mirar a Elara. "El Reino del Sol no cree en las misiones suicidas. Si me capturan, mi madre no me reclamará para no iniciar una guerra. Mi precio... es que no tengo a dónde volver. Soy una exiliada voluntaria por esta misión."

​Elara sintió una punzada de dolor por ella. Ambas eran prisioneras, aunque Kael hubiese elegido sus barrotes.

​"En la Torre, la mentira era cómoda," susurró Elara. "La mentira de que mi vida valía menos que la de todo un reino. No tuve sueños, Kael. Nunca. Mi único deseo era que el final llegara rápido para no sentir el dolor. Y mi mayor secreto... es que cuando me tocaste en el conducto, cuando el hechizo rebotó en ti y regresó a mí... por un segundo, no sentí poder. Sentí vida. Y quise esa vida contigo."

​Kael levantó la mirada, y la honestidad en el rostro de Elara la desarmó.

​"Ese es el secreto que necesitábamos, Consagrada," dijo Kael, el tono lleno de una gravedad inesperada. "Esa sensación de 'vida' es la clave. El beso no es un ritual mágico; es el sello de una conexión no corrupta. Necesitas creer en la entrega total de mi protección, y yo debo creer en tu aceptación total de mi verdad, en un momento donde no haya miedo. Lo que pasó en el conducto fue bueno, pero fue forzado. El Catalizador debe ser voluntario."

​Kael se inclinó, usando el calor de la llama como su cómplice. Estaban a centímetros.

​"Elara. La persecución empezará al amanecer. Si nos atrapan, el Gran Sacerdote usará la Marca Carmesí para que lo beses, para robar tu poder y mi lealtad en un solo acto de drenaje. No le daremos esa oportunidad. Pero hasta que no lleguemos a las Tierras del Olvido, no podemos intentarlo. La duda..."

​"...Mata," completó Elara.

​Kael asintió, su mirada fija en los labios de la Consagrada. El hilo carmesí, aunque suave, era la única cosa que les impedía cruzar la línea y salvarse mutuamente.



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En el texto hay: fantasia épica, romantasy

Editado: 03.10.2025

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