El sol estaba a punto de asomar por el horizonte, pero la luz carmesí de las runas de Lyra ya bañaba la playa. La Alta Sacerdotisa se acercaba lentamente, su armadura de ébano reflejando el poder del Cristal Central de Áuryn que traía consigo. Detrás de ella, la arena brillaba con una red de drenaje que se extendía hasta el mar.
"Tu amor es estúpido, Kaelen de la Guardia del Sol," siseó Lyra, deteniéndose justo donde el agua le cubría los tobillos. "Esa niña te ha robado tu magia de Desactivación. Eres un cebo expuesto. Ahora, entrégamela. Yo terminaré su sacrificio, y tú morirás por tu traición."
Kael se adelantó, sus ojos grises fijos en la Sacerdotisa. Elara sintió un terror gélido, pero su poder dorado se encendió, alimentado por la proximidad de la amenaza y la pura convicción de Kael.
"Mi magia no fue robada, Lyra. Fue transferida," declaró Kael, levantando las manos abiertas, completamente desarmada y vulnerable. "Yo hice un Juramento de vida. Y la Transferencia Voluntaria es la verdad que tu reino de mentiras no puede soportar."
Lyra se rió, un sonido seco y cruel. "¡Qué patético! Entonces, muere por tu juramento."
La Sacerdotisa alzó las manos y desató su ataque más poderoso: una explosión de magia de drenaje concentrado, puro poder del Cristal, dirigido directamente al centro de Kael. Era un ataque diseñado para anularla en el acto y, al mismo tiempo, romper el ancla de Elara.
Kael se mantuvo firme. Ella no se defendió, sino que cerró los ojos y gritó una última orden mental: "¡Elara! ¡Ahora! ¡Todo! ¡Por la vida!"
Elara vio el torrente de energía oscura golpeando a Kael. El cuerpo de la Infiltrada se convulsionó por el impacto. El dolor que sufrió Kael se sintió en el pecho de Elara, pero no como un drenaje, sino como una carga explosiva. El sacrificio de Kael era el último y más poderoso catalizador.
Elara sintió su poder dorado ascender, total y purificado por el amor de Kael. No había miedo, solo la fría certeza de la justicia.
"¡La verdad vivirá!" gritó Elara.
Elara canalizó la Transferencia Revertida en su máxima expresión. La energía no se dirigió a Kael, sino que envolvió la magia de drenaje que Lyra había invocado. El poder de Elara actuó como un espejo masivo, reflejando el ataque con un multiplicador de pureza.
La oleada de poder dorado regresó a Lyra con la fuerza de su propia magia drenada, pero purificada.
Lyra se estrelló, y el grito que escapó de sus labios fue de puro horror. No la hirió; la anuló. El golpe de la Transferencia Revertida cortó su conexión con el Cristal Central de Áuryn de forma permanente. Su poder era la mentira, y la verdad de Elara la desmanteló.
El Cristal que Lyra llevaba consigo se quebró y se pulverizó en la arena. Las runas de drenaje se apagaron y se borraron, dejando solo arena mojada. La tiranía de la sed de Áuryn había terminado en un instante de oro puro.
Elara corrió hacia Kael, que había caído de rodillas en el agua, consciente pero débil.
"¡Kael! ¿Estás bien?"
Kael sonrió, una sonrisa de victoria y de un profundo agotamiento. "El Juramento se mantuvo. Me dolió, pero no me drenó. Solo... estoy agotada. Mi magia ahora es solo tu ancla, Consagrada."
En ese momento, la densa niebla se abrió y el pequeño barco del Reino del Sol con las velas marcadas con el emblema de la luz entró en la bahía. La tripulación, al ver a Lyra derrotada y a Kael y Elara triunfantes, estalló en vítores silenciosos.
Lyra, despojada de su poder y su cristal, estaba arrodillada en el agua, una mujer derrotada.
Elara se puso de pie, su cabello mojado y su cuerpo fuerte. Miró a Kael y luego al barco.
"Ya no soy la Consagrada, y tú no eres la Infiltrada," dijo Elara, ayudando a Kael a ponerse de pie. "Somos la Transferencia Voluntaria. Y nuestra guerra acaba de empezar."
Ambas se dirigieron al barco, dejando a la Alta Sacerdotisa arrodillada bajo el sol naciente, que por primera vez, parecía brillar solo con la verdad.
La tripulación del Barco del Sol las recibió con honores, y Kael, aunque débil, fue tratada como una heroína.
A bordo, Kael y Elara compartieron un último y sereno momento en la cubierta.
"¿Qué pasará ahora?" preguntó Elara, mirando hacia el horizonte donde el sol se alzaba, iluminando el mar.
Kael tomó la mano de Elara. "Ahora, el Reino del Sol reconocerá tu poder, Elara. Con la caída de Lyra, Áuryn estará vulnerable. No iremos a la guerra. Iremos a la redención. Usaremos tu Transferencia Revertida para liberar a todos los Consagrados, para restablecer la verdad sobre el poder y el intercambio."
"¿Y nosotras?" preguntó Elara, su voz un murmullo íntimo.
Kael besó su mano. "Mi juramento no termina con la batalla, Elara. Mi vida será tu ancla. Juntas, no solo gobernaremos la paz, sino que reescribiremos la historia. Una historia basada en la verdad, no en la mentira. Nuestra historia."
Y mientras el barco se alejaba de la costa de Áuryn, con la Alta Sacerdotisa derrotada a sus espaldas, Elara sintió que su verdadero destino no era el sacrificio, sino el amor y la construcción de un nuevo mundo al lado de la mujer que había arriesgado su alma por su verdad.