Labios Sangrientos

Capítulo 28

El barco de contrabando avanzaba silenciosamente por las olas, un fantasma de cobre y madera bajo la luna menguante. Elara y Kael se habían refugiado en la cabina más pequeña, lejos de los ojos curiosos del Capitán Darío y el resto de la tripulación.

​Kael se recostó en la litera, su cuerpo aún fatigado por el agotamiento mágico. Elara se sentó a su lado, revisando su pequeño botiquín de hierbas. El Ancla Falsa de cuarzo de Kael colgaba discretamente bajo el cuello de la túnica de Elara.

​"Deberías descansar," susurró Elara.

​"No puedo," replicó Kael. Su rostro se veía más joven sin la máscara de la Infiltrada, pero sus ojos estaban llenos de una tormenta de conflicto. "Elara, he traicionado a mi propia sangre. Mi madre quiere matarte para salvar el honor de su Reino. Y a mí... me ha dejado sin mi magia. Sin mi Desactivación, no soy más que un estorbo para la misión."

​"No digas eso," Elara tomó la mano de Kael, sintiendo el frío en su piel. "Tu Desactivación está conmigo. Tú eres mi ancla, Kael. Me diste la verdad, y la verdad es más poderosa que el arma más fuerte."

​"Los besos que compartimos en el camino... fueron necesarios. Fueron la Transferencia Catalizadora," dijo Kael, cerrando los ojos. "Eran actos de supervivencia desesperada, no actos de elección. Y el último fue un sacrificio que casi te cuesta la vida."

​Elara se inclinó. La intimidad forzada de la fuga había terminado. Ahora estaban en la cabina, bajo el control absoluto de sus propias decisiones. La luz de la lámpara de aceite proyectaba sombras danzantes, y la calma del mar era un recordatorio de la paz que Kael le había prometido.

​"Cuando hablamos bajo las estrellas, tú hiciste un Juramento de vida. Yo hice un juramento de amor," dijo Elara, con una voz baja y firme. "Los rituales terminaron. La mentira terminó. Ahora, solo queda la elección."

​Elara deslizó su mano sobre la mejilla de Kael, borrando la expresión de culpa.

​"Mi poder ya no me exige que te bese para sobrevivir. Mi corazón lo exige para vivir," susurró Elara.

​Kael abrió los ojos. La armadura mental de la Infiltrada se desvaneció. Vio a Elara no como la Consagrada Redentora, sino como la mujer que había elegido la verdad. Por primera vez desde que se conocieron, Kael sonrió con una vulnerabilidad total.

​"Entonces, Elara de Áuryn," dijo Kael, su voz ronca. "El Primer Beso será una elección."

​Kael se levantó, acunando el rostro de Elara. Este beso no fue un estallido dorado de magia, ni una carga de poder purificador. Fue tierno, lento y desesperadamente real. Fue el reconocimiento mutuo de que el Secreto Compartido no era una conspiración, sino un amor que había nacido en las ruinas de dos reinos.

​Elara se aferró a Kael, sintiendo la vulnerabilidad de su cuerpo y la fuerza inquebrantable de su espíritu. En ese momento, no había runas de seguimiento, ni Consejos, ni Alta Sacerdotisa. Solo ellas dos y el silencio del mar.

​Cuando se separaron, Elara sintió una oleada de poder. No el poder de la Transferencia Revertida, sino la tranquila certeza de saber que su ancla estaba segura, y que el amor era la única arma que Lyra y Sorina no podían vencer.

​"Ahora, Capitana Kaelen," dijo Elara, con un nuevo brillo en los ojos. "Dime los detalles. ¿Cómo vamos a desmantelar ambos reinos?"

​Kael sonrió, recuperando su espíritu de estratega, alimentada por el beso. "Tenemos que ir a la Ciudad Flotante de Obsidiana. Es la única Torre de Drenaje que Lyra construyó sobre el mar. Será nuestro punto de entrada."



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En el texto hay: fantasia épica, romantasy

Editado: 03.10.2025

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