Tras el Primer Beso, la cabina del barco se había transformado en un cuartel general secreto. El miedo político de la Ciudad de Mármol había quedado atrás, reemplazado por la urgencia de la estrategia.
Kael desplegó un mapa del continente de Áuryn, un pergamino detallado que había conservado de su época de Infiltrada. El mapa mostraba la red de poder del antiguo reino.
"Áuryn no es un reino unido. Es una máquina de drenaje," explicó Kael, señalando varios puntos en la costa. "Cada círculo es una Torre de Drenaje. Usan Consagrados menores para alimentar estas torres. Pero nuestro objetivo es aquí, la única que Lyra construyó en el mar: la Ciudad Flotante de Obsidiana."
Elara se inclinó. "Una ciudad en el mar... la magia de Lyra no era efectiva en el agua. ¿Por qué allí?"
"Porque la obsesión de Lyra era el control absoluto. Esta torre está construida con la obsidiana más pura de Áuryn, que amplifica el drenaje y, lo más importante, es capaz de almacenar sangre," reveló Kael, bajando la voz. "Si logramos entrar y usar tu Transferencia Revertida en el núcleo de obsidiana, podemos liberar a la mayoría de los Consagrados de Áuryn de un solo golpe, sin guerra."
Kael dibujó una ruta en el mapa con un trozo de carbón. "La Ciudad Flotante está protegida por un círculo exterior de guardianes llamados los Centinelas de Sangre. Ellos no tienen el drenaje del Consejo. Tienen un hechizo de defensa pasiva: Cuando la Sangre Arde."
"¿Qué es eso?" preguntó Elara, sintiendo un escalofrío.
"Si intentas atacarlos con magia, o si entras en contacto físico con ellos, el hechizo se activa. Su propia sangre mágica hierve y se transforma en un ácido corrosivo. Mueres, y tu agresor es envenenado. Es el último mecanismo de defensa de la Reina: un sistema donde la víctima se autodestruye para castigar al agresor," explicó Kael.
Elara se dio cuenta de la trampa. Su Transferencia Revertida era pura energía, una forma de ataque. Si la usaba contra los Centinelas, el hechizo Cuando la Sangre Arde se activaría, y ella sería envenenada.
"No puedo usar mi poder. Sería un ataque," reflexionó Elara. "Necesito desmantelar el hechizo sin atacarlos. Debo curarlos sin tocarlos."
Kael tomó el rostro de Elara. "Ese es el desafío. Y por eso, Elara, tú necesitas que yo esté a tu lado. Aunque mi Desactivación se haya ido, mi conocimiento de la magia de Áuryn es tu única arma. Yo seré tu escudo de carne y estrategia."
"No," replicó Elara, su voz baja y firme. "Yo ya tengo un escudo de carne. Yo seré tu purificadora de esencia."
Elara tocó el Ancla Falsa que Kael le había dado. "En la Ciudad Flotante, te enfrentarás al Comandante Varen, o a su gente. Sorina no nos dejará libres. Y lo peor de todo, el Centinela más peligroso de Áuryn no es un soldado, sino una traidora que conoce nuestros movimientos."
Kael alzó una ceja, esperando la revelación.
"Lyra," dijo Elara. "Ella no fue capturada por la tripulación. Solo fue neutralizada. Su magia de drenaje está rota, pero su voluntad no lo está. Ella nos estará esperando en el continente. Esta es su última trampa: el sistema de Centinelas de Sangre es su creación."
Kael asintió lentamente, su rostro endureciéndose con la vieja familiaridad del peligro. "Entonces la misión es triple: desactivar las Torres, liberar a los Consagrados y evitar que Lyra y Sorina conviertan la Redención en una guerra. No podemos fallar."
"El juego de máscaras terminó," dijo Elara. "Ahora, cuando la sangre arde, la verdad debe ser más fuerte que el fuego."