El barco de contrabando atracó sigilosamente en las oscuras y goteantes estructuras de la Ciudad Flotante de Obsidiana. Era una masa de roca negra anclada al fondo marino, fría al tacto y respirando el aroma salobre de la magia de drenaje.
Elara y Kael descendieron junto al Capitán Darío y dos leales de la Guardia del Sol. Elara estaba cubierta con su túnica oscura, interpretando su papel de Sombra Silenciosa. Kael, con su uniforme de la Guardia del Sol, lideraba.
"La entrada principal es un drenaje de agua," susurró Kael. "Usaré mi magia residual para anular la presión mientras entramos. Darío, tú y el equipo aseguren el perímetro."
Kael activó la última de su magia residual. Un halo tembloroso de Desactivación se extendió, apenas suficiente para abrir una brecha en la pared de agua.
Entraron en la Ciudad Flotante, en un laberinto de túneles húmedos y fríos. El aire era pesado, cargado con la tristeza mágica de los Consagrados que alimentaban la torre.
"Aquí el drenaje es constante, Elara. Tienes que concentrar tu poder," advirtió Kael.
Mientras avanzaban, Elara notó que Kael se movía con demasiada familiaridad. Incluso con su magia rota, Kael recordaba cada runa, cada esquina. Elara era la dueña de la Transferencia, pero Kael era la dueña de la estrategia.
Llegaron a un cruce. Kael señaló un túnel: "Núcleo de Obsidiana. Ahí es donde activas la Reversión."
Pero antes de que pudieran avanzar, una voz fría y metálica resonó en la oscuridad.
"No tan rápido, Infiltrada."
Cuatro figuras emergieron de las sombras. Eran Centinelas de Sangre de Lyra, vestidos con armaduras rojas oscuras y llevando espadas de obsidiana. Pero quien habló no fue un Centinela, sino un hombre con la insignia de la Guardia del Sol. Era Comandante Varen, el primo de Kael.
La Traición en la Corte no se había limitado al plan. Varen había seguido a Kael.
"Fuiste descubierta, Kaelen," siseó Varen, con una sonrisa cruel. "La Runa de Seguimiento de tu madre no estaba silenciada del todo. Solo estaba cegada. Lyra no es la única que sabe de la traición. El Consejo sabía que intentarías el sabotaje y me ordenó seguirte. ¡Aquí está La Espía Descubierta!"
Kael empujó a Elara detrás de ella, su rostro pálido pero resuelto. "¡No la toques, Varen! ¡Ella es la clave de la Redención!"
"Tú eres la clave, Kaelen," replicó Varen. "Mi madre sabía que sacrificarías tu magia por esta... cosa. Ahora, te entregaremos al Centinela. Matarán a la Consagrada y te traeremos de vuelta al Reino del Sol como la prueba viviente de tu fracaso, un ejemplo de la insubordinación."
El Centinela líder dio un paso adelante, levantando su espada de obsidiana. El aura alrededor del Centinela se intensificó, un calor antinatural. "Cuando la Sangre Arde," siseó el Centinela.
Varen desató un hechizo de atadura solar sobre Kael, inmovilizándola contra la pared de obsidiana.
"No tienes defensa, Kaelen. Te lo advertí," se burló Varen.
El Centinela se abalanzó sobre Elara, sabiendo que el simple contacto activaría el hechizo. Elara se quedó inmóvil, sabiendo que su Transferencia Revertida era inútil como arma de ataque.
Pero antes de que el Centinela la tocara, Kael hizo un último esfuerzo. Ignoró la magia de atadura de Varen y canalizó toda su voluntad en una palabra, una orden de ancla que solo Elara podía escuchar:
"¡CURA!"
Elara entendió. No era un ataque. Era el Juramento de Kael. Ella cerró los ojos y desató la Transferencia Revertida, no hacia el Centinela, sino directamente hacia Kael.
El aura dorada de la Transferencia de Elara golpeó a Kael con una fuerza amorosa y violenta, purificando la magia de atadura de Varen y, al mismo tiempo, transformando el poder de Elara.
Elara abrió los ojos. En lugar de dorado, su magia era ahora de un blanco puro y brillante. Al ver al Centinela acercarse, Elara extendió la mano y tocó la coraza del guerrero.
No hubo explosión. No hubo sangre. El hechizo "Cuando la Sangre Arde" se encontró con el poder de "Curación de Esencia" de Elara. La magia de la Centinela no hirvió; se calmó.
El Centinela retrocedió, su aura roja se desvaneció, revelando a una mujer joven y asustada, libre de la programación de Lyra.
Varen se quedó paralizado por el impacto. El plan había fallado.
"Eres un monstruo," jadeó Varen, apuntando su hechizo a Elara.
"Soy la verdad, Varen," replicó Elara. "Y tu juego de máscaras ha terminado."