El Comandante Varen, con el rostro distorsionado por el asombro y la furia, se recuperó rápidamente del impacto de ver a su Centinela purificada.
"¡Traición!" rugió Varen. "¡Esa es una magia de anulación que ni siquiera la Guardia de Élite conoce! ¡Mátalos a ambos!"
Los tres Centinelas restantes se abalanzaron, levantando sus espadas. Varen, canalizando la magia solar, apuntó directamente a Elara, sabiendo que ella era el nuevo núcleo del poder.
Kael se interpuso. El hechizo de Varen golpeó su pecho. Kael se encogió, pero la magia no la quemó; solo la inmovilizó. El Beso de la Curación de Elara había desarmado el veneno de la runa, pero Kael seguía sin su Desactivación.
"¡Elara! ¡Varen me tiene!" gritó Kael, intentando liberarse sin éxito.
Los Centinelas se acercaron a Elara. Elara sabía que no podía usar la Curación de Esencia contra tres a la vez. Necesitaba un ancla rápida y total.
Kael, sintiendo el pánico de Elara, ignoró el dolor y se concentró en la única cosa que le quedaba: su Juramento.
"¡No te atrevas a dudar, Elara! ¡Transferencia! ¡Mi vida es tuya! ¡Libéranos a los dos!"
Elara sintió la oleada de intención de Kael: una entrega pura, sin miedo al costo. El ancla mental de Kael resonó con una fuerza que superó el control de Varen.
Elara desató el poder, pero esta vez, en lugar de dirigirlo, lo compartió. El aura de Transferencia Revertida, que ahora era de un blanco brillante, se dividió.
Una parte se dirigió a los tres Centinelas. El golpe de la Curación de Esencia fue más rápido y potente. Los Centinelas cayeron de rodillas, libres de la programación de Lyra.
La otra parte de la energía se dirigió a Kael. No fue un ataque ni una curación; fue un intercambio absoluto. La magia purificada de Elara desmanteló por completo la atadura de Varen, liberando a Kael.
Kael sintió la electricidad. La Transferencia había devuelto la energía, pero de una forma nueva.
Varen estaba furioso. Desató otra ráfaga de magia solar. Kael y Elara se movieron al unísono, un baile de conspiración forjado en el amor.
"¡Ahora, Kael!" gritó Elara.
Kael levantó las manos. Su magia de Desactivación no estaba. Pero en sus manos, por primera vez, no apareció una fuerza de anulación, sino una barrera blanca y brillante: el Escudo de la Transferencia.
La barrera, imbuida con la magia de Elara, repelió el hechizo de Varen con una fuerza devastadora. Varen fue arrojado contra la pared de obsidiana, quedando aturdido.
"¡Tu magia regresó!" jadeó Kael, mirando sus manos.
"No regresó," explicó Elara. "Se transformó. Yo te di la pureza, y tú creaste el escudo. Esa es La Sagrada Transferencia, Kael. Ya no tienes Desactivación; tienes la Defensa de la Verdad."
Elara se acercó al Comandante Varen, que intentaba arrastrarse para alcanzar un arma.
"El juego de máscaras ha terminado, Varen," dijo Elara, apuntándole con la mano. "Tú has traicionado a la misión del Reino del Sol. Nosotros liberaremos a Áuryn, y cuando volvamos, tú y tu madre se enfrentarán a la ley."
Kael se dirigió a los cuatro Centinelas, ahora liberados y confusos. "Yo soy Kaelen de la Guardia del Sol. Su reina los convirtió en armas. La Consagrada los ha liberado. Ahora, nos ayudarán a liberar al resto de su gente."
El Centinela líder, ahora una joven asustada, asintió con la cabeza, sus ojos llenos de gratitud.
Kael y Elara se miraron, el triunfo brillando en sus ojos. Habían derrotado a la traición de la Ciudad de Mármol y al poder de la Ciudad Flotante. Su poder combinado era invencible.