Elara y Kael escaparon de Puerto Celeste con la misma maestría silenciosa con la que se habían infiltrado. El centinela purificado se quedó en el calabozo, un testimonio vivo de la Curación de Esencia que pronto desataría el caos en las filas del Reino del Sol.
Una vez a bordo de un pequeño bote que las esperaba, Kael desplegó el Pergamino que había tomado de la bóveda: un documento militar cifrado con la firma de la Alta Comandante Sorina.
"Aquí está, Elara," dijo Kael, sus ojos grises trazando las runas de guerra. "El plan no era negociar. Era esperar a que Áuryn reaccionara a la 'Redención', y luego usarlo como excusa para una invasión total y el control de los recursos de cristal."
Kael se inclinó, su rostro iluminado por la luna. "Sorina había preparado la Traición en la Corte incluso antes de que saliéramos. Ella no solo quería matar a la Consagrada; quería una guerra."
"¿Cómo hacemos para que el pueblo lo entienda?" preguntó Elara. "El lenguaje militar es incomprensible para la mayoría."
"No hablaremos con el pueblo. Hablaremos con los Herejes," respondió Kael, su mente de estratega trabajando a toda velocidad.
El concepto de "hereje" en el Reino del Sol no se refería a la religión, sino a los oficiales de la Guardia del Sol y los políticos del Consejo que criticaban la política de guerra de Sorina. Eran los que creían en la ley, pero no en la codicia. Eran la Voz de los Herejes.
Kael usó un viejo equipo de comunicación codificada, activando una señal que solo el Capitán Darío podía interceptar.
"El plan es el siguiente: Darío debe filtrar este pergamino, no a los medios, sino a tres oficiales clave de la Guardia del Sol que son conocidos por su lealtad al Juramento de Paz, no a mi madre. La prueba debe llegar como un rumor, una 'voz secreta' de la traición de Sorina."
Kael miró a Elara. "El plan de mi madre está por activarse. Tenemos una semana antes de que inicie la movilización de la Guardia de Élite. Darío es nuestro único puente. Si la noticia no se filtra, tendremos una guerra."
La Revelación de la VerdadAl regresar al refugio del Río Carmesí, Kael y Elara se encontraron con Darío, quien había regresado sigilosamente. Kael le entregó el pergamino y las instrucciones.
"Capitán, esta es la verdad que el Reino del Sol ha estado esperando. El Lazo Irrompible entre la mentira y la guerra," dijo Kael. "Distribuye esta información a los 'herejes'. Que la Voz de los Herejes se alce en el Consejo. Si se atreven a dudar, diles que busquen al centinela que dejé en Puerto Celeste; él ha sido purificado, una prueba de que la Transferencia Revertida es real, no una leyenda."
Darío miró el pergamino y luego a Elara, cuyo poder purificado ahora irradiaba una calma inquebrantable.
"Comandante, con todo respeto, usted ya no es Comandante. Es una fugitiva. Pero esta es la prueba que necesitamos," dijo Darío, doblando cuidadosamente el pergamino. "Yo creo en la ley, no en la guerra. La Voz de los Herejes se levantará."
Mientras Darío se preparaba para partir en su misión más peligrosa, Kael y Elara se quedaron en el refugio. La presión era inmensa. Su supervivencia dependía de que Darío tuviera éxito.
Elara se acercó a Kael, usando su Curación de Esencia no para sanar, sino para aliviar el estrés de la planificación. Kael cerró los ojos, aceptando el apoyo de La Sagrada Transferencia.
"Si Darío lo consigue," susurró Kael, "la próxima vez que veamos la Ciudad de Mármol, no estaremos infiltrándonos. Estaremos iniciando una nueva era. Pero si falla..."
"Si falla, usaremos la Sagrada Transferencia para forzar la paz," completó Elara. "Hemos ganado el poder y la prueba. Ahora, la gente debe elegir entre la guerra y la verdad."