El Desierto de Cristal era un vasto mar de puntas afiladas y translúcidas, que reflejaban la luz de una manera extraña y casi dolorosa. Kael, Elara y el Capitán Darío viajaron de noche, sabiendo que el sol del desierto haría insoportable el viaje.
El cielo estaba dominado por un fenómeno inusual: una Luna Carmesí, que bañaba los cristales del desierto con un resplandor rojo oscuro.
"El aire aquí es denso," susurró Elara, con el rostro iluminado por la luz rojiza. "La magia no está drenada como en la Ciudad de Mármol. Está cruda."
Kael, con su armadura de viaje de cuero, sentía la presión. La magia caótica y antigua del desierto, amplificada por la luna, hacía que la Transferencia Revertida de Elara fuera inestable. Kael tuvo que tomar la mano de Elara con más firmeza que nunca, sirviendo no solo como ancla emocional, sino como un dique físico contra el poder desbocado.
"Este es el dominio del viejo Áuryn, antes de que Lyra lo controlara," explicó Kael. "La Luna Carmesí no es una profecía, Elara. Es la energía no canalizada de los cristales. La magia es poderosa, pero indomable. Si Varen usa esa magia, la destrucción será total."
Darío, que había reclutado a dos ex-soldados leales al Pacto de la Transferencia, iba en silencio, sus ojos escaneando el horizonte.
El Juego de la Sombra y la EstrategiaKael tuvo que cambiar su estrategia. Sabiendo que Varen tenía el Pergamino y había sido advertido por Zafir, la ruta directa era un suicidio.
"Varen esperará la estrategia de la Guardia del Sol: ataque directo o infiltración por túneles conocidos," dijo Kael, sus ojos brillando a la luz roja. "Usaremos las tácticas de sombra que aprendí de los contrabandistas: rutas marginales, sin magia militar, solo movimiento. La Defensa de la Verdad es nuestra única carta, y solo en el último momento."
De repente, Kael se detuvo. Señaló una duna de cristales que debería haber sido limpia. "Trampa. Es un hechizo de distracción, código T-Delta. Lo diseñó Sorina. Varen está usando el manual antiguo."
La advertencia de Kael salvó al grupo de caer en una trampa de arena. Demostró que Kael, aunque despojada de su magia, seguía siendo la estratega más brillante.
La Fortaleza de la NocheAl amanecer, justo cuando la Luna Carmesí comenzaba a desvanecerse, llegaron a su destino.
La Fortaleza de la Noche era una ruina de obsidiana, medio enterrada por las dunas, silenciosa y ominosa. Kael y Elara se arrastraron hasta la cima de una cresta, usando binoculares mágicos.
"Mira, Elara," susurró Kael, apuntando a la entrada de la Fortaleza.
Elara vio a Varen de pie, dando órdenes a un centenar de soldados. Pero no eran soldados de la Guardia de Élite. Eran los desertores, ahora vestidos con túnicas grises y negras, sin insignias. Eran el Ejército de Sombras.
Y lo que era más perturbador: Varen no actuaba solo. A su lado, estaba Zafir, el Centinela traidor. Zafir no llevaba la túnica de Consagrado; llevaba un brazalete de obsidiana negra, y su mirada era dura, llena de un fervor implacable.
"Varen tiene el mando, pero Zafir es el ideólogo. Está usando el dolor de los Consagrados para alimentar su odio," analizó Kael.
Elara sintió la rabia de la Doble Traición. Varen quería el poder; Zafir quería la guerra. Y ambos estaban bajo la misma luz de la Luna Carmesí, listos para atacar.
"Hemos llegado, Kael," dijo Elara, tomando la mano de Kael con fuerza. "El Ejército de Sombras está aquí. ¿Cuál es la estrategia de la sombra?"
"No atacaremos la fortaleza," respondió Kael, con un brillo peligroso en sus ojos. "Usaremos el desierto, la magia caótica de la Luna Carmesí, como nuestra arma. Vamos a atraerlos al exterior y a enfrentarlos en nuestro terreno."