Labios Sangrientos

Capítulo 46

La estrategia de Kael estaba en marcha. Dejaron a Darío y a un soldado en la retaguardia para asegurar su vía de escape. Kael, Elara y el soldado restante se convirtieron en el cebo. Kael activó un antiguo sello de alarma que había dejado en los túneles de drenaje abandonados, lo que simulaba una incursión en la Fortaleza.

​Funcionó. Varen cayó en la trampa.

​El Ejército de Sombras salió de la Fortaleza de la Noche en una formación disciplinada, liderado por Varen y, a su lado, Zafir, el traidor. Los soldados, vestidos de gris, eran fantasmas en el desierto, pero su rabia era real.

​"¡Ahí están! ¡La traidora y la hechicera! ¡Acabad con ellas!" rugió Varen, apuntando a Kael.

​El plan de Kael era simple: atraerlos a las dunas de Cristal Rojo, donde la magia caótica los desestabilizaría, y donde Elara podría usar su poder sin un drenaje excesivo.

​Kael y Elara corrieron. La Guardia de la Verdad era pequeña, pero rápida. El Ejército de Sombras los persiguió, convencidos de que estaban aterrorizados.

​La Batalla de las Dunas

​En el centro de las dunas, Varen ordenó a sus hombres que desataran una salva de magia solar. Kael y Elara se detuvieron, y El Lazo Irrompible se activó. Kael se envolvió en la Defensa de la Verdad, y la magia solar rebotó, desorientando a los soldados.

​"¡Ahora, Elara!" gritó Kael.

​Elara desató el pulso de Curación de Esencia. Pero la energía caótica del Desierto de Cristal amplificó su poder. En lugar de una niebla, fue una ola de luz blanca que golpeó al Ejército de Sombras. Los soldados cayeron, su ira y su disciplina fueron borradas por la pureza.

​Pero la ola de luz de Elara no alcanzó a Zafir. Él se había protegido con un brazalete de obsidiana robada.

​Zafir, alimentado por el odio, no se detuvo. "¡Yo soy el verdadero Consagrado! ¡Yo soy la venganza! ¡Tú no mereces la paz!"

​Zafir se abalanzó sobre Elara, sabiendo que Kael estaba ocupada con Varen, cuyo golpe de gracia con la Defensa de la Verdad lo había dejado aturdido.

​"¡La guerra es la única cura!" gritó Zafir. Levantó su brazalete, que canalizaba una magia de drenaje oscura. Su objetivo no era Elara, sino la Daga del Sol de Kael. Quería la prueba física del sacrificio.

​"¡El Pergamino y la Daga son míos!" gritó Zafir.

​Kael, al ver el peligro, actuó con la precisión letal de su antigua vida. No podía usar la magia sin debilitar la defensa de Elara, así que usó su entrenamiento de guerrillera.

​Kael esquivó el golpe de Zafir y usó la fuerza de su propia inercia para desenvainar la Daga del Sol y clavarla en el suelo, liberando el pulso de Curación que Elara había grabado en ella con la arcilla del Río Carmesí.

​La magia pura de la daga golpeó a Zafir en el pecho.

​No lo mató. Pero purificó el brazalete de obsidiana y toda la voluntad de odio que lo animaba. Zafir cayó de rodillas, con el rostro libre de rabia, pero lleno de un dolor inmenso.

​"Yo... yo no quería la paz. Quería que sufrieran..." susurró Zafir, la verdad era un tormento.

​El Precio del Silencio

​Kael se acercó al hombre que había traicionado su fe y su causa. Zafir había robado el Pergamino y había intentado destruir la prueba de la paz.

​"Tú tienes la verdad, Zafir," dijo Kael. "¿La usarás para la guerra, o para la paz?"

​Zafir no pudo hablar. Su odio había sido purificado, pero el Pergamino que había robado—la prueba de Sorina—estaba oculto en su túnica. Kael sabía que si el Pergamino caía en otras manos, la guerra de la mentira continuaría.

​En un instante, Kael tomó la decisión más difícil de su vida. No era un acto de venganza, sino de estrategia pura.

​Kael tomó la Daga del Sol. No la usó para herir a Zafir, sino para cortar la tela de la túnica que sostenía el pergamino. El pergamino cayó a la arena.

​Pero antes de que Kael pudiera tomarlo, Varen, que se estaba recuperando de su aturdimiento, se lanzó hacia el pergamino, gritando: "¡La prueba es nuestra!"

​Kael fue más rápida. Cogió el Pergamino y lo tiró a la arena movediza cercana, donde fue absorbido al instante.

​"¡No!" gritó Varen. "¡Esa era la prueba!"

​Kael se dirigió a Varen. "Ahora no hay prueba, Varen. Solo hay tu palabra y la mía. La guerra ha terminado."

​Kael había silenciado la prueba de la guerra. El Precio del Silencio fue la pérdida del pergamino, el único documento que podía haber justificado legalmente el castigo de Sorina. Pero sin él, no había combustible para el Ejército de Sombras.

​Varen se quedó inmovilizado, su furia sin objeto. La guerra había terminado con un sacrificio de evidencia.



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En el texto hay: fantasia épica, romantasy

Editado: 03.10.2025

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