Habían pasado seis meses desde la firma del Pacto de la Transferencia. La Ciudad de Mármol estaba en una paz incómoda. Kael, ahora Comandante de la Guardia de la Verdad, trabajaba sin descanso para integrar a los Consagrados y a los soldados del Sol. Elara, la Alta Sacerdotisa de la Transferencia, había curado innumerables heridas, pero no el miedo.
El antiguo orden había enseñado al pueblo a temer la magia, especialmente la magia de Áuryn. Los leales a Sorina, aunque desorganizados, sembraban rumores: la paz era una ilusión, la Transferencia Revertida era una hechicería que pudriría el alma del Sol.
La amenaza se hizo tangible en el día de la Cosecha Solar, un festival tradicional.
Kael y Elara asistían a una ceremonia de sanación pública en el centro del Hemiciclo. De repente, la atmósfera mágica de la ciudad se invirtió. En lugar de la energía solar pura que debía fluir, una oleada de magia de drenaje puro y caótico se liberó sobre la ciudad.
No fue un ataque directo, sino un envenenamiento mágico. Varen no había buscado un enfrentamiento militar. Había desatado una antigua reserva de cristales de drenaje enterrados en los cimientos de la ciudad.
La Plaga de la TransferenciaLa magia de drenaje caótica se extendió como una plaga. La gente, acostumbrada a la magia solar disciplinada, fue golpeada por el caos. Los niños cayeron enfermos, la tecnología solar falló y, lo peor de todo, la gente que había sido sanada por Elara sintió un dolor insoportable, como si sus viejas heridas estuvieran siendo reabiertas.
El pánico se apoderó de la ciudad. Esto no era un ataque militar; era la materialización del miedo que Sorina había sembrado. Esta era La Furia del Reino.
Un grupo de antiguos loyalistas, azuzados por el terror, se reunió frente al Hemiciclo.
"¡La hechicera nos ha envenenado!" gritó un hombre. "¡Ella trajo esta maldición de Áuryn! ¡El drenaje era la ley, no esta enfermedad!"
La multitud se convirtió en una turba enojada, lista para atacar a la única persona que podía salvarlos: Elara.
Kael se puso inmediatamente frente a Elara, invocando la Defensa de la Verdad. Darío y la Guardia de la Verdad intentaron contener a la multitud, pero su lealtad era frágil ante la amenaza mágica.
"¡Tienen miedo, Elara!" gritó Kael, sintiendo la presión de la magia caótica contra su escudo. "¡Creen que tu magia es la causa de esto!"
El Sacrificio de la LuzElara miró el caos, el dolor y el odio. Entendió el plan de Varen. No era matarlas, sino destruir la fe en el Pacto de la Transferencia.
"No puedo usar la Curación de Esencia a esa escala, Kael," dijo Elara, con el rostro pálido. "El drenaje caótico es demasiado fuerte. Tendría que absorber la corrupción de toda la ciudad... Nos costaría la vida."
"¡Entonces hazlo!" ordenó Kael, reforzando la Defensa de la Verdad. "¡Este es el Juego del Poder final! Si no demuestras que tu magia es la única cura, perderemos el reino, no importa si sobrevivimos."
Elara cerró los ojos y activó la Sagrada Transferencia al máximo. No solo para un individuo, sino para toda la Ciudad de Mármol. La luz blanca se desató, no como un rayo, sino como una esfera de absorción. Elara comenzó a absorber la magia de drenaje caótica.
Kael sintió el dolor de Elara. Era un dolor de corrupción, de mentira, de ira. Elara se estaba sacrificando para purificar el corazón de la ciudad.
La multitud se detuvo, observando a la hechicera que brillaba con una luz blanca que luchaba contra el miasma oscuro. Finalmente, la luz venció a la oscuridad. El miasma de drenaje se disolvió. La gente sintió un inmenso alivio. La enfermedad se fue.
Elara se desplomó, totalmente agotada. Kael soltó el escudo y la sostuvo, sintiendo el frío en su piel.
La multitud, avergonzada y asombrada, se dispersó. Kael, sosteniendo a la inconsciente Elara, se enfrentó a los miembros del Consejo.
"Vuestra hechicera salvó a esta ciudad con un sacrificio que vosotros nunca entenderéis," declaró Kael, con la furia fría de una guerrera. "Varen no ha terminado. Esta es una guerra de miedo. Y nosotros no perderemos."