Elara yacía pálida en la enfermería del Hemiciclo. Había salvado a la Ciudad de Mármol de la plaga de drenaje caótico, pero la absorción de tanta corrupción mágica la había dejado al borde del colapso. Kael, su ancla, permaneció a su lado, sintiendo el frío de la debilidad de Elara a través de su Lazo Irrompible.
La ciudad se había calmado, su miedo reemplazado por la gratitud, pero el daño político estaba hecho. Varen había demostrado ser una amenaza más peligrosa que su madre, Sorina.
Kael dejó a Elara al cuidado del Capitán Darío y se dirigió a la fuente del ataque: los túneles de drenaje bajo la ciudad.
Su mente de estratega buscaba la táctica militar, pero lo que encontró fue la prueba de una traición mucho más profunda. En el lugar donde se había liberado la magia caótica, Kael encontró los restos de un complejo sello rúnico que no era parte de las enseñanzas de la Guardia del Sol. Era magia prohibida.
El Sello de SangreKael reconoció el patrón, un secreto familiar que solo unos pocos conocían, un legado oscuro que su madre, Sorina, había jurado erradicar. Era el Sello de Sangre, una técnica ancestral que obligaba a la magia elemental a liberarse de forma violenta, sin control, a costa de la vida de quien lo activaba.
"No es solo un ataque, es una blasfemia," murmuró Kael, sintiendo repulsión.
El Sello de Sangre era el tabú más grande de la casa real, un juramento ancestral de no usar la fuerza vital para la destrucción masiva. Sorina había jurado a su padre, el Rey, que el sello nunca se usaría.
"Varen," Kael sintió el amargo sabor de la derrota familiar. Su primo no solo había traicionado al reino y a Kael; había roto el juramento más sagrado de su linaje. Este era Un Juramento Roto en la sangre. Varen no solo quería la guerra; quería el caos.
Pero, ¿cómo podría Varen haber sobrevivido al Sello de Sangre? El hechizo requería el sacrificio de quien lo activaba.
Kael encontró un pequeño vial vacío cerca del sello. Estaba grabado con las runas de conservación de la Guardia de Élite. Contenía un suero, un amortiguador mágico, que le había permitido a Varen activar la magia y escapar con vida, a diferencia de lo que el juramento exigía. El suero solo podía haber sido creado por una mente experta y poderosa. Sorina.
El Último Vínculo RotoKael regresó a la enfermería, su rostro de mármol. Elara despertó y extendió la mano hacia ella.
"¿Qué encontraste, Kael? Siento una oscuridad que no es solo física," preguntó Elara.
Kael tomó la mano de Elara, su Daga del Sol reposaba inerte en la mesa.
"Varen usó el Sello de Sangre contra nuestra propia gente," reveló Kael. "Y no murió, porque mi madre le dio un suero para protegerlo. Ella rompió el juramento más sagrado de nuestra casa para desatar este caos."
Kael miró el rostro de Elara, el único lugar donde la verdad residía sin traición.
"Yo dudé, Elara. Dudé si Varen era solo un soldado confundido, si tal vez mi madre merecía un juicio justo. Pero esto... este Juramento Roto lo cambia todo. Varen y Sorina no son solo mis enemigos políticos. Son los enemigos de la vida misma, de todo lo que la Transferencia representa."
Kael se inclinó, su voz se convirtió en un susurro ardiente de promesa.
"Ya no hay sangre. Ya no hay parentesco. Mi juramento es contigo, con el Pacto de la Transferencia. Mañana, cuando te despiertes, yo iré tras Varen. Lo cazaré, no como a un fugitivo, sino como a la fuente de la peste. Te juro que regresaré con la paz, o no regresaré en absoluto."
Elara sonrió con dificultad. "Ve. Yo soy tu ancla, Kael. Ve y haz lo que debes. Pero no vayas sola."