Kael se adentró en el Templo del Sol Olvidado. No había luz, solo su propia respiración irregular y la furia que la convertía en un depredador. La promesa hecha a Elara era su único escudo. La Daga del Sol era su única arma.
El Comandante Varen no era un estratega; era un soldado fanático. Kael anticipó su ruta: el punto más alto del templo, donde podría ejecutar su último acto de venganza contra la Ciudad de Mármol.
Kael alcanzó el pináculo, una cámara circular arruinada. La escasa luz que se filtraba por las grietas iluminaba a Varen, que estaba de pie en el centro, rodeado de un complejo Sello de Sangre parcialmente dibujado en el suelo.
Varen se giró, su rostro marcado por la locura. "¡Sabía que vendrías, prima! ¡Sin tu magia, no eres nada!"
"No necesito magia para detener la traición, Varen," respondió Kael, con la Daga en mano. "Romper el Juramento de Sangre contra nuestra gente... eso es un crimen que solo se paga con la vida."
El Costo del PoderVaren se rió, una risa seca y dolorosa. "¡El juramento estaba roto desde el momento en que Sorina te envió a esa hechicera! Ella me lo enseñó, Kaelen. Pero ella fue demasiado débil para usarlo."
Kael miró más allá de Varen y vio el objeto que había sido el ancla del hechizo: un pequeño altar de piedra. Sobre él, yacía un cuerpo cubierto por un velo. Kael sintió que el aire se le escapaba de los pulmones.
Varen, viendo la realización en sus ojos, sonrió con malicia.
"El Sello de Sangre exige un sacrificio total. Una vida de nobleza para desatar el caos total. Tu madre quería el Juego del Poder, Kaelen, pero no estaba dispuesta a pagar el precio," dijo Varen. "Yo sí. Sorina no escapó, prima. Se convirtió en el combustible para el último amanecer."
Kael sintió el verdadero significado de la Doble Traición. Sorina no había conspirado con Varen; Varen la había asesinado para completar el hechizo, rompiendo el último lazo de sangre.
"Mi madre... ha pagado por sus crímenes, Varen," dijo Kael, su voz ahora un susurro de muerte. "Ahora pagarás tú por los tuyos."
El Duelo sin MagiaVaren se lanzó hacia ella. Kael esquivó, confiando en sus reflejos de soldado.
El duelo fue brutal y rápido. Kael no tenía la Defensa de la Verdad, pero su entrenamiento sin magia era superior. Varen, cegado por el fanatismo y el remordimiento oculto, era predecible.
Varen atacó con la fuerza de un rayo, pero Kael contrarrestó con la precisión de la sombra. Kael se deslizó bajo su guardia y usó la Daga del Sol. No la clavó. Usó la empuñadura para desarmarlo con un golpe limpio.
El arma de Varen cayó con un tintineo en el mármol.
"Te he ganado, Varen. Sin magia. Con la verdad de nuestra propia ley," dijo Kael, con la punta de la daga presionada contra la garganta de su primo.
Varen no se rindió. "¡Puedes matarme! ¡Pero el Ejército de Sombras...!"
"Tu ejército fue purificado por la Transferencia. La gente ha elegido la luz," Kael presionó la punta. "La guerra ha terminado, Varen."
Varen se hundió en el suelo, su último aliento un susurro de derrota.
Kael bajó la daga. No había sangre en ella. No mató a Varen; la ley del Pacto de la Transferencia prohibía la ejecución. Pero su condena era la peor para un soldado: la vida en prisión, despojado de todo honor.
El Último AmanecerKael salió de la cámara del templo, dejando atrás las sombras. Mientras descendía, la verdadera luz del sol se alzó sobre el horizonte.
El aire se sintió limpio. Darío corrió hacia ella, con el rostro preocupado.
"Elara, Darío. ¿Dónde está?" preguntó Kael, la voz ronca.
"Está viva, Comandante. La llevé al punto de encuentro," respondió Darío. "Varen... ¿y Sorina?"
"Varen ha sido capturado," dijo Kael. "Y Sorina... ha pagado el precio final por el Juego del Poder."
Kael se dirigió hacia el punto de encuentro, sintiendo el calor del sol en su rostro. Cuando llegó, encontró a Elara. Estaba débil, pero despierta. La Transferencia se estaba regenerando lentamente.
Elara extendió la mano hacia Kael. Kael se arrodilló, dejando caer la Daga del Sol para abrazar a su ancla.
"Sabía que volverías," susurró Elara.
"El Último Amanecer de la guerra ha pasado, Elara. El pacto es real. Varen ha sido derrotado. Juntas, vamos a construir la paz," dijo Kael, besándola con la promesa de una nueva era.