Labios Sangrientos

Capítulo 55

Kael regresó a la Ciudad de la Transferencia en la hora más oscura. El humo de los incendios se elevaba sobre el Hemiciclo y el fuego marcaba la línea de batalla. La capital era un campo de guerra interno: La Ciudad Dividida.

​El Ejército de las Cenizas, formado por fanáticos leales al antiguo régimen y mercenarios, controlaba los distritos centrales, apuntando a los lugares donde vivían los Consagrados y la Guardia de la Verdad.

​Kael, sin su ancla mágica, se encontró con el Capitán Darío en los túneles de drenaje, las viejas arterias de la ciudad que ella conocía tan bien.

​"La gente está aterrada, Comandante," informó Darío. "Creen que esta es la retribución por la Transferencia. Los rebeldes tienen un líder: el Coronel Rivas, un fanático de Sorina. Quiere restaurar la ley del drenaje con fuego."

​"Rivas es predecible, Darío. Su estrategia es el caos, la quema simbólica," dijo Kael, con la voz tranquila, una máscara de acero puro. "No tenemos la fuerza para una batalla frontal. Pero la Guardia de la Verdad tiene algo que ellos no tienen: conocimiento de esta ciudad."

​La Estrategia de la Sombra

​Kael desató su plan. Usó su antiguo conocimiento de infiltración y los túneles para rodear a los rebeldes. Su objetivo no era la matanza, sino la exposición.

​"Rivas necesita que la gente lo vea como un salvador," explicó Kael. "Vamos a cortar su espectáculo. Vamos a demostrar que esta rebelión no es la voluntad del pueblo, sino un último aliento de la tiranía."

​Darío y las escuadras de la Guardia de la Verdad usaron rutas de alcantarillado y pasos secretos para flanquear a los grupos rebeldes. Kael se reservó para el centro neurálgico: la Plaza del Hemiciclo, donde Rivas estaba dando un discurso incendiario, flanqueado por las llamas.

​Kael se acercó a la plaza desde las sombras, llevando solo su Daga del Sol y un pequeño comunicador mágico.

​Rivas, con su uniforme de Élite impecable, gritaba: "¡La hechicera nos abandonó! ¡La fugitiva nos trajo la peste! ¡La ley del Sol volverá!"

​El Duelo de la Verdad

​Justo cuando Rivas se preparaba para prender fuego a la última sección del Hemiciclo, Kael emergió.

​"¡La peste que trajo la hechicera fue la verdad, Rivas!" gritó Kael, su voz amplificada por el comunicador.

​Rivas se giró, furioso. "¡La traidora! ¡Sin tu ancla mágica, eres solo una desertora!"

​"Soy la Comandante Estratega de esta ciudad, y tú eres un peón pagado por la tiranía," replicó Kael.

​Rivas se lanzó, usando la magia de fuego que quedaba en los cristales de su uniforme. Kael, sin la Defensa de la Verdad, no pudo bloquear. Tuvo que esquivar. La pelea se convirtió en un ballet mortal de precisión contra fuerza bruta.

​Kael usó el entorno. Corrió hacia una columna derrumbada, atrayendo a Rivas a una trampa que ella conocía. Justo cuando Rivas lanzó su bola de fuego, Kael saltó. Rivas golpeó la columna, no a Kael.

​El impacto activó un pequeño dispositivo de audio que Kael había colocado segundos antes. El dispositivo reprodujo una grabación: la voz de Rivas negociando con Varen (antes de su captura) el pago por la quema de la ciudad.

El Veredicto del Pueblo: La grabación era corta y clara. La rebelión no era un movimiento de fe, sino un golpe de estado financiado. La fe de la Ciudad Dividida se inclinó.

​La multitud que antes apoyaba a Rivas se quedó en silencio, traicionada. Los soldados rebeldes se dispersaron, desmoralizados.

​Rivas fue inmovilizado por la propia Kael, que lo desarmó con una maniobra de Guardia del Sol antigua.

​"La verdad es más fuerte que el fuego, Rivas," le siseó Kael.

​Con los líderes de la rebelión neutralizados y el fuego controlado por la Guardia de la Verdad, Kael contempló la Ciudad de la Transferencia. Estaba herida, pero viva. La Ciudad Dividida se había reunificado bajo el liderazgo de su estratega.



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En el texto hay: fantasia épica, romantasy

Editado: 03.10.2025

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