Capítulo 56

Kael regresó a la Frontera Nula con la urgencia de un trueno. Había dejado el Pacto de la Transferencia en manos de Darío, pero la paz lograda en la capital sería inútil si el Núcleo Prohibido despertaba. Encontró a Elara y a los soldados restantes al borde de la sima.

​El sello temporal de Esencia Pura que Elara había forjado se estaba desintegrando rápidamente. El aire alrededor del Pozo Prohibido vibraba con una antimagia corrosiva, y el mineral oscuro crecía a pasos agigantados.

​"¡Kael! El sello... está cediendo," dijo Elara, con el rostro pálido. Su magia, aunque liberada, no podía luchar contra esta fuerza ancestral.

​"No hay tiempo para la estrategia," declaró Kael, mirando el pozo. "La rebelión política está controlada, pero esto es el fin del mundo. Debemos sellarlo ahora. Y yo tengo que ser el Despertador de la Sangre."

​Kael sabía que solo su sangre, el linaje que originalmente había contenido el pozo, podía reactivar el sello. Pero el riesgo era inmenso: permitir que la Corrupción fluyera a través de ella podría convertirla en el arma de destrucción que Varen había intentado fabricar.

​"Elara, tengo que permitir que la Corrupción entre en mi sangre. Solo así puedo manipular las runas de sellado ancestrales," explicó Kael. "Pero necesito que hagas lo que no pudiste hacer en la Ciudad de Mármol. No intentes bloquear el poder. Purifícalo mientras pasa a través de mí."

​"Es la guerra más íntima, Kael," susurró Elara. "La Corrupción intentará usar nuestro Lazo Irrompible para destruirte. Será una Guerra de Corazones. Si fallo, la Corrupción te consumirá y te convertirás en el arma que temías."

​"Confío en nuestra verdad," dijo Kael, con una fe absoluta. "Si nuestro amor no puede vencer al miedo más antiguo, entonces la paz no merece existir."

​Kael se acercó al Pozo Prohibido. Concentró su voluntad y deliberadamente cortó la palma de su mano con la Daga del Sol, dejando que su sangre, el portador ancestral del don de contención, fluyera sobre el mineral oscuro.

​El mineral reaccionó con una furia cegadora. Un torrente de Corrupción y antimagia oscura se disparó hacia Kael, invadiéndola.

​Kael sintió el horror del Poder Prohibido intentando tomar el control de su voluntad. Su mente se inundó de la locura y el miedo de miles de años. Era La Guerra de los Corazones: la lucha de su amor por Elara contra la corrupción ancestral que buscaba el dominio total.

​En ese momento, Elara actuó. No tocó a Kael con las manos, sino con el Lazo Irrompible. Canalizó toda su Esencia Pura, no como un rayo de curación, sino como un torrente purificador que fluyó directamente a través de Kael.

​La Esencia Pura de Elara se fusionó con la Corrupción dentro del cuerpo de Kael. La batalla no era externa, era interna. El amor incondicional de Elara era la armadura, y la verdad de Kael era el campo de batalla.

​Lentamente, dolorosamente, Kael tomó el control. Su linaje de contención se activó, ya no para drenar, sino para sellar la energía corrupta bajo la purificación de Elara.

​Kael tocó las runas ancestrales de la pared, y con su sangre purificada, grabó el nuevo sello. No era solo un sello de contención; era un sello de Transferencia. La luz blanca cristalina de la Esencia Pura y la fuerza de la sangre de Kael se unieron.

​Con un grito que drenó sus últimas fuerzas, Kael se desplomó.

​El Núcleo Prohibido se selló. El mineral oscuro se convirtió en una roca inerte. La amenaza ancestral había terminado, silenciada por el poder de un amor purificado.

​Kael y Elara yacían en el suelo, agotadas, pero a salvo. Elara se arrastró hasta Kael.

​"Hemos ganado, Kael," susurró Elara. "El sello es permanente. Ya no habrá más drenaje. El poder de tu sangre ha sido liberado de su carga."

​Kael la abrazó, su corazón aún latiendo con la pura verdad. El Pacto de la Transferencia se había salvado de su más antigua amenaza.

​"El Poder Prohibido está muerto. Y nuestra guerra, Elara," dijo Kael, besándola en el hombro. "Nuestra guerra finalmente ha terminado."