La Ciudad de la Transferencia había sido restaurada, no solo con mármol y cristal, sino con la fe de un pueblo que había visto a sus líderes luchar y sacrificarse por la verdad. Había llegado el momento de la proclamación.
El Hemiciclo fue el escenario de la ceremonia más importante en la historia de los reinos. Kael y Elara subieron al estrado, no vestidos con armadura ni túnicas sacerdotales, sino con ropas sencillas que simbolizaban el servicio. El Consejo, los líderes purificados del ejército, los Consagrados y la gente común se reunieron, esperando el acto que sellaría la paz.
Kael se dirigió a la multitud, con su voz resonando con una autoridad que nunca había buscado, sino que se había ganado.
"La guerra terminó con el Último Amanecer," declaró Kael. "La tiranía del drenaje y la mentira ha sido derrotada. Mi madre, la Alta Comandante Sorina, y su primo Varen, han pagado el precio de su traición. Hoy, mi juramento como última descendiente de la Casa Real del Sol se cumple: la sangre y la ley del Sol, que nació para contener un poder oscuro, se unen con la magia de la verdad."
El Nuevo JuramentoEl acto formal de La Gran Transferencia comenzó. Kael, en lugar de reclamar el trono vacío, se inclinó ante el estrado y tomó la Daga del Sol, ahora purificada y despojada de su magia de combate.
"La ley del Sol termina aquí," declaró.
Kael colocó la daga en una base de cristal puro de Áuryn, uniendo simbólicamente los dos reinos y las dos magias. El acto fue un profundo Juramento de Abandono del antiguo poder para abrazar el nuevo.
Luego, se giró hacia Elara.
"Yo, Kael, Comandante Estratega, transfiero mi autoridad y mi linaje al Pacto de la Transferencia, bajo la única ley: la verdad y la curación."
La Gran TransferenciaElara dio un paso adelante. Ya no era la Prisionera de Oro, sino la Maestra de la Esencia Pura.
"Yo acepto esta transferencia de autoridad y destino," dijo Elara, sus ojos brillando con una luz cristalina. "La ley ya no es la regla. La ley es la conexión."
Elara levantó las manos. No para drenar ni para ordenar, sino para un acto masivo de Esencia Pura. Ella no curó heridas; ella transfirió conocimiento. En un pulso suave y extenso, Elara envió la verdad de la Sagrada Transferencia a cada persona presente.
La gente sintió la conexión: un pulso de verdad, amor y comprensión mutua, que rompió los últimos vestigios de miedo y prejuicio que la tiranía había sembrado. Fue una transferencia de fe, de un destino individual a un destino compartido.
Esto fue La Gran Transferencia: el regalo de Elara a su pueblo, asegurando que la verdad no fuera solo una ley, sino una experiencia compartida.
El Amanecer del PactoCuando el pulso se desvaneció, Kael y Elara se tomaron de la mano.
"La guerra terminó," dijo Elara, mirando a Kael. "La Transferencia ha sanado el miedo."
"Y la paz es nuestra," respondió Kael, mirando hacia el futuro.
La multitud estalló en vítores. El Pacto de la Transferencia había sido fundado, no en pergaminos, sino en el sacrificio y el amor de sus dos líderes.
Kael y Elara se encontraban en el centro del mundo, listas para construir una era donde la estrategia de Kael aseguraría el futuro, y la esencia de Elara lo nutriría. El largo y turbulento viaje había encontrado su hogar.