Labios Sangrientos

Capítulo 59

Un mes después de La Gran Transferencia, el Pacto de la Transferencia trabajaba para borrar las cicatrices de la guerra. La ciudad había sido sanada por la Esencia Pura de Elara, pero las viejas estructuras de poder aún existían. El último acto de limpieza simbólica estaba pendiente.

​Kael, con la banda roja de Comandante Estratega ceñida al brazo, se dirigió al Antiguo Cuartel General de la Guardia del Sol. Este lugar, donde se había entrenado a los soldados del drenaje y donde su madre, Sorina, había planeado la tiranía, debía ser purificado.

​Elara la acompañó, su presencia una calma necesaria para el doloroso ritual.

​"Este lugar es un monumento al miedo, Kael," dijo Elara, observando las imponentes columnas de obsidiana.

​"Y a mi lealtad rota," respondió Kael. "Mi último acto como soldado del Sol es desmantelarlo. Es la única forma de que la Guardia de la Verdad pueda nacer completamente libre de sus cenizas."

​El Último Prisionero

​Antes del desmantelamiento, Kael se dirigió a las profundidades del cuartel, a las celdas donde antes se recluía a los disidentes. Allí estaba Varen, el último enemigo activo del reino, condenado a prisión perpetua.

​Varen no estaba furioso ni combativo. Estaba roto, reducido a ceniza de su antiguo fervor. La magia que lo había impulsado se había ido, y el fanatismo se había evaporado.

​"Me has ganado, Kaelen," dijo Varen, con la voz apagada. "La magia de tu hechicera es más fuerte que cualquier estrategia. El Sello de Sangre no te mató, te purificó."

​Kael se apoyó en los barrotes, sin rencor. "Nunca fue sobre ganarte, Varen. Fue sobre la verdad. Tú rompiste el último juramento, no solo con el reino, sino contigo mismo."

​Varen miró al suelo. "El fuego es fácil, Kaelen. La ceniza es lo que queda. Y yo soy la ceniza."

​Kael no le ofreció perdón, sino la verdad. "Vive, Varen. Y mira cómo construimos el reino que tu madre y tú nunca entendisteis."

​Fuego y Ceniza

​Kael salió del cuartel y se unió a Elara.

​El ritual final fue simple. Kael y Elara se pararon en el centro del patio. Kael encendió una pequeña llama con una antorcha, la primera llama que había usado con intención pura en su vida. Era el Fuego de la purificación.

​Elara se concentró. Usó la Esencia Pura para dirigir la llama, no para causar destrucción descontrolada, sino para consumir la corrupción incrustada en las piedras. El fuego purificó lentamente el cuartel, convirtiéndolo en ceniza inerte, un terreno limpio.

​La Guardia del Sol había muerto. De su fuego y ceniza nacería el nuevo cuartel de la Guardia de la Verdad.

​Al atardecer, Kael y Elara se sentaron en el suelo recién purificado. El cielo se encendía con los colores del atardecer.

​"Ahora, la pizarra está limpia," dijo Elara, con la cabeza apoyada en el hombro de Kael. "El viejo mundo es ceniza. ¿Qué construiremos ahora, Comandante?"

​Kael tomó la mano de Elara. "Construiremos lo que siempre debimos construir, mi ancla. Un hogar."

​El ciclo había terminado. El miedo se había convertido en ceniza; el amor, en un fuego eterno.



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En el texto hay: fantasia épica, romantasy

Editado: 03.10.2025

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