Kael y su equipo de élite se movieron por las viejas rutas de drenaje, siguiendo el rastro del cifrado rúnico. El aire bajo la Ciudad de la Transferencia era húmedo y olía a historia y secretos enterrados.
El éxito de la misión dependía de la velocidad y el sigilo. Kael, sin su magia de Desactivación, lideraba con su conocimiento estratégico, una armadura forjada en la mente. El objetivo no era matar, sino desmantelar una idea antes de que se convirtiera en un arma.
Llegaron a la Sala de Conferencias del Sol, un espacio abovedado y oscuro bajo el Archivo Real. La luz de las antorchas iluminaba a un pequeño grupo de diez personas, ex-burócratas y académicos, reunidos alrededor de la Gran Canciller Lysandra.
Lysandra, con una expresión de fría convicción, sostenía los pergaminos robados del Sello de Sangre. Estaba a punto de entregar el conocimiento prohibido.
El Duelo del PensamientoKael y Darío entraron por la puerta lateral. La irrupción fue silenciosa pero inconfundible.
"La asamblea ha sido disuelta, Canciller Lysandra," declaró Kael, avanzando sola hacia el centro, con la Daga del Sol envainada.
Lysandra se mantuvo firme, con una sonrisa de desdén. "Comandante Kael. Sabía que su 'paz blanda' no duraría. Ha venido a demostrar su fuerza con la espada, ¿verdad? Una solución tan primitiva."
Kael se enfrentó a ella, sabiendo que este era un Duelo del Pensamiento, no de fuerza.
"He venido a ofrecerles una última oportunidad de elegir la verdad, Lysandra. Ustedes se roban el pasado para justificar un futuro de tiranía," replicó Kael.
Lysandra se dirigió a los reunidos, levantando los pergaminos. "Miren a su Comandante. Ella les ofrece la anarquía del 'sentimiento'. Yo les ofrezco la certeza. Estos pergaminos contienen la verdad que Sorina estaba a punto de alcanzar: el Control Perfecto. Un sistema sin errores, sin miedo, donde la voluntad propia es sometida para el bien común. Es la única forma de que el Pacto de la Transferencia sobreviva a su propia fragilidad."
El Escudo de la VerdadLa lógica de Lysandra era seductora para las mentes cansadas de la incertidumbre. Kael sintió una punzada de duda, la vieja tentación del control. Pero en ese momento, sintió la presencia de Elara.
A kilómetros de distancia, Elara, agotada, mantenía el Escudo Mental. Su Esencia Pura era ahora el Ancla de la Verdad de Kael, recordándole el costo del control: la muerte de Sorina, la locura de Varen.
Kael sonrió con frialdad. "Usted habla de paz, pero su herramienta es la corrupción. Yo vi el Sello de Sangre en acción, Lysandra. Yo vi cómo destruyó a mi primo, Varen. Su 'Control Perfecto' no es más que el miedo disfrazado de disciplina."
Kael no luchó con las manos. Luchó con la evidencia.
"Ustedes son académicos, no fanáticos," Kael se dirigió a los seguidores. "Les ofrezco la verdad documentada: el costo de este conocimiento prohibido es la voluntad propia. ¿Es esa la 'certeza' por la que están dispuestos a sacrificar el Reino Renacido?"
La Captura SilenciosaEl mensaje de Kael, anclado en la Esencia Pura de Elara, atravesó el cinismo de los seguidores. Uno a uno, los académicos se apartaron de Lysandra, sus rostros reflejando el horror ante la verdadera naturaleza del Sello de Sangre.
Lysandra, al ver su base de poder desintegrarse, hizo un último intento desesperado. Intentó quemar los pergaminos para preservar el secreto.
Pero Kael fue más rápida. Como una sombra, Kael se lanzó hacia la mesa y arrebató los pergaminos. Darío y su equipo rodearon a Lysandra.
"Su juego ha terminado, Canciller. La guerra de las ideas no se gana con la coacción," dijo Kael, asegurando los pergaminos.
El enfrentamiento había terminado. La Captura Silenciosa se había completado sin una sola herida. La última célula de la vieja tiranía, la más sutil y peligrosa, había sido desmantelada.