Capitulo 1: La desaparición del miraculous

La Torre Eiffel se alzaba majestuosa contra el cielo crepuscular de París, un faro de esperanza en una ciudad que, esa noche, la necesitaba desesperadamente. Ladybug, con su traje rojo moteado, saltaba ágilmente de viga en viga, su yo-yo zumbando a su lado como un fiel compañero. A su lado, Chat Noir, con su característico humor, intentaba seguirle el ritmo, aunque con menos gracia.

"¿Seguro que esta es la dirección correcta, My Lady?" preguntó Chat Noir, aterrizando con un golpe sordo en una plataforma de observación. "Este 'Desolador' del que hablas suena menos a villano y más a una excusa para una noche de cine en casa."

Ladybug no respondió, sus ojos azules escaneando la plaza debajo. La tensión era palpable, un zumbido eléctrico que recorría el aire. Había sentido la presencia del akuma desde hacía horas, una perturbación oscura y viscosa que se arrastraba por el corazón de la ciudad.

"Silencio, Chat Noir," siseó Ladybug, su voz tensa. "Siento que está cerca. Y no subestimes a este akumatizado. Su poder es… inusual."

De repente, el aire se enfrió. No un frío normal, sino un frío que calaba hasta los huesos, un vacío que parecía succionar la luz y la alegría del entorno. La plaza, antes bulliciosa con turistas y artistas callejeros, quedó desierta en un instante.

En el centro de la plaza, una figura se materializó. Era alta y esquelética, envuelta en harapos que parecían hechos de sombras. Sus ojos brillaban con una luz gélida, y de sus manos huesudas emanaba una niebla negra que marchitaba la hierba a su paso.

"¡Saludos, Ladybug y Chat Noir!" resonó la voz del Desolador, un susurro gutural que parecía provenir de las profundidades de la tierra. "He venido a despojar a esta ciudad de toda esperanza. A convertirla en un páramo de desesperación."

Ladybug se lanzó al ataque, su yo-yo girando a toda velocidad. "¡No si yo lo impido, Desolador!"

El Desolador se limitó a sonreír, una mueca espantosa que revelaba dientes afilados como cuchillas. Con un movimiento de su mano, la niebla negra se extendió, envolviendo a Ladybug en una oscuridad sofocante.

Chat Noir intentó intervenir, pero el Desolador lo repelió con una ráfaga de energía helada. El héroe felino se estrelló contra una pared, aturdido y desorientado.

Dentro de la niebla, Ladybug luchaba por respirar. El frío era insoportable, y una sensación de desesperanza la invadía. Intentó usar su Lucky Charm, pero algo la bloqueaba, una fuerza invisible que impedía que su poder se manifestara.

"¿Qué… qué está pasando?" jadeó Ladybug, sintiendo que sus fuerzas flaqueaban.

El Desolador se acercó, su rostro espectral a centímetros del de Ladybug. "Tu poder no te servirá aquí, Ladybug. He aprendido a neutralizar tu magia. Hoy, París caerá."

Con un movimiento rápido y preciso, el Desolador extendió su mano y agarró el Miraculous de Ladybug, los pendientes rojos moteados que colgaban de sus orejas. Ladybug gritó, un grito de frustración y terror. Sintió como si una parte de ella fuera arrancada, dejando un vacío doloroso en su interior.

El Desolador sonrió triunfalmente, sosteniendo los pendientes en su mano. "¡El poder de la creación es mío!"

Antes de que Chat Noir pudiera reaccionar, el Desolador desapareció en una explosión de niebla negra, llevándose consigo el Miraculous de Ladybug.

Chat Noir corrió hacia donde Ladybug había estado, encontrándola desplomada en el suelo, temblando de frío y conmoción.

"¿Ladybug? ¿Estás bien?" preguntó Chat Noir, su voz llena de preocupación.

Ladybug levantó la vista, sus ojos llenos de lágrimas. "Mi Miraculous… se lo ha llevado. Se ha llevado a Tikki…"

El silencio que siguió fue ensordecedor. Chat Noir miró a su compañera, a su amiga, a la heroína que siempre había sido la roca de París. Ahora, ella estaba rota, vulnerable, y la ciudad estaba a merced de un villano que parecía imparable.

París, sin Ladybug, era un barco a la deriva en un mar tormentoso. La esperanza, como el Miraculous, había desaparecido. La ciudad, sin saberlo, se adentraba en una noche oscura y peligrosa.