La oscuridad se cernía sobre Marinette como una pesada manta. El eco de la akumatización aún resonaba en su interior, un zumbido constante de desesperación y furia contenida. Se sentía vacía, hueca, como una marioneta a la que le habían cortado los hilos. La ausencia de Tikki era un agujero negro en su pecho, un vacío que la consumía lentamente.
Había pasado días vagando por las calles de París, sintiéndose invisible, una sombra de sí misma. Evitaba a Alya, a Adrien, a todos sus amigos. La vergüenza la carcomía. ¿Cómo podría mirarlos a la cara después de lo que había hecho? Después de convertirse en Lady Misfortune, la encarnación de todo lo que Ladybug luchaba por proteger.
Una tarde gris, mientras caminaba sin rumbo por el parque, sintió un leve cosquilleo en la palma de la mano. Al principio, pensó que era su imaginación, una cruel broma de su mente atormentada. Pero el cosquilleo persistió, haciéndose más intenso, más cálido.
Con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, Marinette abrió la mano lentamente. Allí, diminuta y temblorosa, estaba Tikki.
La pequeña kwami parecía exhausta, sus grandes ojos azules apagados y su cuerpo cubierto de polvo. Pero en su mirada, Marinette vio la misma chispa de esperanza y cariño que siempre la había caracterizado.
"¡Tikki!" exclamó Marinette, la voz quebrada por la emoción. Las lágrimas brotaron de sus ojos, lavando la suciedad y la desesperación que la habían consumido.
Tikki voló hacia ella, acurrucándose contra su mejilla. "Marinette... lo siento mucho. Me perdí... fue un viaje muy largo."
Marinette la abrazó con cuidado, sintiendo el calor familiar de su kwami inundarla. "No importa, Tikki. Lo importante es que estás aquí. Estás a salvo."
Tikki se separó un poco, mirándola con preocupación. "Pero... ¿estás bien? Sentí... sentí la akumatización. Marinette, ¿qué pasó?"
Marinette bajó la mirada, avergonzada. "Fui... fui akumatizada, Tikki. Me convertí en Lady Misfortune. Causé mucho daño."
Tikki le tomó la mano con una de sus diminutas patas. "Lo sé. Pero no fue tu culpa, Marinette. Hawk Moth se aprovechó de tu vulnerabilidad. Eres fuerte, Marinette. Más fuerte de lo que crees."
Las palabras de Tikki fueron como un bálsamo para su alma herida. Por primera vez en días, sintió un atisbo de esperanza. La presencia de Tikki era un faro en la oscuridad, una promesa de que no todo estaba perdido.
"¿Podemos... podemos transformarnos de nuevo?" preguntó Marinette, con la voz temblorosa.
Tikki asintió con una sonrisa débil. "Necesito recuperar mis fuerzas, pero sí, Marinette. Podemos transformarnos de nuevo. Juntas."
La esperanza floreció en el corazón de Marinette, como una flor abriéndose paso entre la nieve. El regreso de Tikki no solo significaba la posibilidad de volver a ser Ladybug, sino también la oportunidad de redimirse, de enmendar sus errores y de luchar por la justicia una vez más.
"Gracias, Tikki," susurró Marinette, con los ojos llenos de lágrimas. "Gracias por no abandonarme."
Tikki sonrió. "Nunca te abandonaría, Marinette. Somos un equipo. Y juntas, podemos superar cualquier cosa."
Marinette abrazó a Tikki con fuerza, sintiendo la energía de su kwami revitalizarla. El camino por delante aún era incierto, pero con Tikki a su lado, sabía que no estaba sola. La esperanza había regresado a París, y con ella, la promesa de una nueva Ladybug, más fuerte y decidida que nunca. La batalla aún no había terminado. Apenas comenzaba.