Lágrimas.

Capítulo 2.

Espero todos los días el regreso de su padre… con las manitas enlazadas, los juguetes tirados en el suelo y los ojitos rebosados de lagrimas, lo espero. Su rostro pálido estaba invadido por la tristeza, el suéter gris que su madre había tejido y la bufanda blanca que su padre le había regalado junto a su muñeca le combinaban perfectamente con la neblina que le nublaba el corazón en aquellos días. 

El último día del mes y de aquel año había llegado de repente, sin dar previo aviso... la soledad que vivía madre e hija las había hecho olvidar del calendario. Las estrellas eran infinitas y las horas eran contadas... Maribel deseaba que las estrellas fueran las horas y las horas no fueran nada, así con el tiempo de las estrellas esperaría a su padre, el que debía llegar justo esa noche a darle un beso y susurrarle al oído... "te amo, mi pequeña hija". Como solía decirle en algunas ocasiones. 
¿Por qué dijo que no era su hija?... Se preguntaba Maribel a solas. ¿Entonces por qué me decía cosas como, "eres mi sol, mi motivo y mi hija. Soy tan feliz de tenerte, mi hermosa niña"... supuso que su padre pasó por un momento amargo, pero el volvería, le pediría disculpas por lo dicho y todo continuaría como antes, concluyo la niña con una sonrisa. 
... 
La última hora para el año nuevo contaba sus últimos minutos... las canciones nostálgicas y alegres empezaban a sonar, entre ellas la que terminó por consumir el tiempo. 
<Feliz año nuevo> 
Clara abrazo fuertemente a su hija... evitando las lágrimas negras de dolor que fueron imposibles de retener. A través de la ventana, desde la distancia la pequeña observó los coloridos fuegos artificiales en el cielo, como pequeñas chispas al encender un fósforo. 
—Papá, vuelve pronto por favor. —Susurraron sus labios y bajo la mirada cargada de tristeza. Ya se empezaba a agotar de tanta espera. 
…                                                              

Enero De 1951.

Un nuevo día había llegado. Sus oídos escucharon tres golpes en la puerta principal de la casa, el reloj marcaba las 7:00am y los pajaritos deleitaban sus cantos en aquel día soleado que iniciaba. 
—Papá, papá volvió. —Exclamo con entusiasmo. 
Las sabanas cayeron al suelo y Maribel corrió hacia la puerta principal... al abrirla, en su rostro se dibujo una gran sonrisa de felicidad al verlo frente a ella. Las lagrimas se desprendieron de sus ojos al lanzarse a sus brazos. 
—Papá!. —Exclamo de alegría. 
—Sabia que volverías. 
—Solo fue por unos días, no para siempre mi pequeña hija. —Contesto el padre. 
Un fuerte trueno en plena lluvia de madrugada termino por despertarla de aquel sueño, cuando el reloj marcaba las 3:00am menos 15 minutos del día uno de 1951. 
—Solo fue un sueño. —Murmuro y abrazo su muñeca. Nuevamente cerro sus ojos y sonrió. Había sido el mejor sueño de su vida. 
...

Días después.

Había llegado el verano. Desde el primer abrir de ojos por la mañana cuando el sol atravesaba el cristal de la ventana, salía con entusiasmo a la espera, pero dicho estado se desvanecía al caer la tarde, cuando recostada en la puerta principal de su casa se quedaba profundamente dormida, con un dibujo en sus manos donde a simple vista suplicaba a gritos de colores el regreso de su padre. 
Con dificultad había escrito una vez más y en varias ocasiones en días anteriores y seguramente en los días que continuaron, una frase que cargaba a todo lugar... la cual suplicaba que se hiciera realidad. 
—Vuelve pronto papá. 
Las marcas de sus lagrimas disueltas en el papel desvanecían dicha frase, como se desvanecía su esperanza de volver a ver a su padre. 
Su madre la tomaba en sus brazos, camino a su habitación sentía caer sobre su rostro las lagrimas de ella, mientras escuchaba su voz angelical y melódica de tristeza susurrarle al oído. 
—Tu padre volverá pronto, hija mía. Volverá. —Recitando con optimismo la frase que mil veces le había mencionado. 
Su madre ahora era su única compañía. Estaban solas, solo les quedaba esperar la resignación. 
El padre se había marchado definitivamente. la abandono, su mundo estaba gris, lleno de días tristes, que ahora los recuerda como unos más en su memoria, clavado en las hojas marchitas de la vida. 
...     
34 años después.

Justo a su lado se encontraba puesto un portarretrato que guardaba la fotografía mas importante de su vida. "La familia". 
Tomándola en sus manos y con una gran sonrisa la observo detenidamente. Sobre la mesa se encontraba un ramillete de margaritas y lirios los cuales reposaban en un largo y pequeño jarrón, estaban marchitas con las tonalidades mas sombreadas de la vida, las cuales le removieron nuevamente los recuerdos.




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