(Juego peligroso, el inicio de un nuevo tormento).
Durante los primeros días de la semana la venta de frutas y verduras en la plaza de mercado era pésima, los vendedores y de igual manera Clara, recolectaban durante la semana todos los productos que venderían el día viernes, en el inicio del fin de semana. En la ultima semana del mes, Clara compro lo mas necesario que faltaba en casa, era lunes y después de mercar tomo el camino de vuelta a su hogar. Aunque no lo quiso, tuvo que pasar una vez más por las calles del pueblo con nostalgia, también paso por aquella calle donde tuvo la última discusión con el padre de su hija, donde todo había acabado... marcando el final de una parte de su vida.
De vuelta a casa se encontró en el camino con un grupo de hombres desconocidos... tres exactamente, de inmediato alargo el paso, recordó que su hija pronto llegaría de la escuela, pero su camino se vio interpuesto por uno de aquellos hombres. Robusto y con más de 40 años de edad.
—¿A donde va tan solita la reina?.
La noche estaba a punto de ocultar el atardecer y una pequeña brisa empezó a caer del cielo.
—Disculpe, tengo que estar en mi casa lo mas pronto posible así que por favor retírese de mi camino.
—Valla, valla... por que tan indiferente, si hasta ahora nos estamos conociendo. —Exclamo uno de los otros dos hombres, uno más joven de menos de 40 años que estaba recostado sobre el auto, el cual le pasaba la herramienta al tercer hombre mucho más joven que los dos anteriores, aquel que no superaba los 30 años de edad que se encontraba arreglando el auto en la parte inferior.
—Que te parece si hacemos algo o jugamos algo. —Propuso el hombre que minutos antes se había interpuesto en el camino de Clara.
—Y mi nombre es Guillermo, para servirle señorita. —Dijo el hombre con una farsante amabilidad.
—No tengo necesidad de conocerlo, y tampoco se a que se refiere con hacer o jugar a algo, por favor retírese de mi camino. —Dijo Clara insistiendo una vez más con serenidad.
Los otros dos desconocidos presentes al escuchar el rechazo que Clara le hizo a su amigo, empezaron a reír y a echar chistes sarcásticos.
El hombre más adulto con una tranquilidad fingida acercó su mano derecha al rostro de Clara, imaginando que lo tocaba, en un descuido tomó algunos de los cabellos de Clara a lo que ella de inmediato reaccionó diciendo.
—Que hace, ¡no me toque señor!.
—No te pongas así hermosa, sabes... de dignidad no se vive y para serle claro a mi nadie me rechaza. —Respondió el hombre acercándose cada vez más a Clara, ella empezó a retroceder sus pasos… las piernas le temblaban de miedo y sus nervios se empezaron a alterar, claramente desconocía el propósito de aquel desconocido.
Los otros dos hombres se hicieron detrás de ella para no dejarla retroceder ni un paso más… Clara se sintió acorralada y sin salida alguna, con la voz entrecortada les dijo.
—Por favor no me hagan daño, tengo una hija que me espera en casa, soy lo único que tiene, por favor… —Suplico Clara con temor.
—Dime, ¿tu hija es igual de linda que tu?.
—Y si es así, podríamos ser una familia… mucho gusto soy Emer su futuro yerno. —Se presentó con arrogancia el hombre de un poco más de 30 años de edad.
Dicha presentación afirmaba claramente las intención de aquellos que no eran nada buenas, Clara giro la mirada y observo al pedófilo que había mencionado a su hija sin mayor respeto, viéndolo fijamente a los ojos le pregunto…
—¿Mi hija?.
A lo que Emer asintió con la cabeza y una pequeña risa picarona.
Clara espero por unos segundos mientras analizaba el comentario que el hombre había hecho respecto a su hija, en un descuido alzo la mano y le dio una fuerte bofetada en el rostro y le aclaro diciendo.
—Maldito depravado, a mi hija la respeta idiota.
Guillermo quedó detrás de Clara y mientras ella insultaba a su amigo aprovechó el momento, sin permiso la tomó por la espalda y tapándole la boca la llevó casi arrastrando hacia la orilla de la carretera, fuertemente la tiró contra el suelo y por la brusca caída se golpeó fuertemente la cabeza con una piedra que se encontraba allí. De inmediato sintió un fuerte zumbido en sus oídos, de inmediato se sintió muy mareada, al paso de los segundos se encontraba desconcertada y entre las risas de aquellos malvados hombres oyó decir, sin ninguna consideración de su parte o arrepentimiento que les impidiera hacer lo que querían hacer.
—Tranquila, será muy divertido e incluso después de todo le daremos un dinerito extra para que no se valla tan enojada… no todo será tan malo. —Admitió Guillermo con una sonrisa retorcida.
—¿Quien se lo quiere hacer primero?. —Propuso.
El más joven tomó la iniciativa, desabrocho su pantalón y se acostó encima de Clara, besándole el cuello, las mejillas y todo el rostro sin su consentimiento.
—Por Dios, no lo haga... por favor no me toque.
—Disfrútala y apúrate que luego seguimos nosotros. —Dijo Guillermo con antipatía.
Estos se alejaron considerablemente del lugar a fumar un cigarrillo mientras el infierno de Clara hasta apenas empezaba.
—No me toque, no, no, no, por favor no... —Suplicaba Clara entre lagrimas y asco, mientras pataleaba y movía sus manos con fuerza.
—Tranquila, tranquila... seré cuidadoso.—Dijo el hombre con excitación.
Sin atender a las súplicas de su víctima le tapó la boca con su mano izquierda y con la derecha empezó a tocar las piernas de ella bajo su vestido, cada segundo más entrando a su intimidad. Tomo de un extremo la ropa interior de ella y se la bajó por completo. Todo estaba perdido, Clara se movía exageradamente para librarse de aquel malvado hombre, pero aquel la tenía dominada por completo... se resignó y pensó que en el segundo cuando sintiese aquel dolor dentro de ella su vida se desgraciaría por completo, empuño tierra en una de sus manos, cerró los ojos y...
De repente, el violador que se encontraba encima de ella cayó al suelo con la cabeza llena de sangre. Clara se sorprendió y cuando logró quitárselo de encima divisó el rostro del hombre que había golpeado al malvado violador con una piedra en la cabeza.
—¿Esta bien señorita?. —Le pregunto aquel ángel a Clara, así lo considero ella por liberarla de aquel infierno al que estaba apunto de llegar. Sin decir palabra alguna, se levantó del suelo y lo abrazó con fuerza. Su rostro se le hacía conocido, pero no lo recordó en el momento.
—Muchas gracias, gracias por salvarme. —Dijo ella con dificultad entre sollozos y con lágrimas en los ojos.
—Tranquila, mi nombre es Jacinto y puede confiar en mi. —Dijo aquel hombre con sinceridad, de casi 50 años de edad, piel blanca, cabello canoso y con un lunar que lo identificaba de manera especial en la parte superior de su ceja derecha.
—Debemos irnos de aquí lo más rápido posible. —Propuso Jacinto.
Pero ya había sido tarde, Guillermo y Emer notaron la presencia del hombre que ayudó a su víctima, de igual manera Clara y Jacinto sin pensarlo empezaron a correr sin mirar atrás.
Cuando Guillermo llegó al lugar donde se encontraba su compañero, se sorprendió al verlo boca a bajo con la cabeza cubierta de sangre.
—Maldita sea, que paso aquí. —Se preguntó.
Emer se acercó a su compañero, supuso que debía encontrarse herido, pero cuando tocó la muñeca de su mano derecha le confirmo a Guillermo que su cómplice había muerto inmediatamente por el fuerte golpe propinado.
—No, no… malditos que le hicieron, van a pagarlo muy caro. —Exclamo con desespero, lleno de enojo le ordeno a Emer lo siguiente.
—Tráeme el arma que está en el carro, esos dos mal nacidos lo van pagar muy caro.
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Editado: 05.11.2023