Lágrimas.

Capítulo 7.

(Verdades y secretos).

Al día siguiente el investigador Smith empezó una rigurosa visita en los lugares donde el Sr. Jacinto frecuentaba durante su vida… plazas, panadería, casas de amigos y una licorería de buen ambiente, muy llamativamente colorida… Smith decidió entrar al lugar, en el interior tomo asiento en una de las mesas que se encontraban allí y luego pidió a uno de los meseros una botella de vodka. Mientras tomaba una y otra vez, los recuerdos de su mente se empezaron a despertar… 
Era perfecto, volver a casa y al abrir la puerta encontrarse con las sonrisas pura y alegre de su esposa e hija que con abrazos y besos lo recibían al caer la noche… no importaba que hubiera tenido un día de mierda, con tan solo verlas se alegraba todo su ser. Luego de la cena, jugaban en la habitación a la guerra de almohadas, la pequeña de su hija de 7 años de edad se quedaba profundamente dormida sobre la cama y en compañía de su esposa la llevaban a su habitación… luego la noche era su cómplice en aquellos placeres del amor junto a su esposa que con tal placer, amor y pasión se entregaban mutuamente. Era perfecto.

Una tarde del día que el jamás olvidará y que recuerda con tanto dolor… fue cuando se dirigía  ansiosamente a la panadería en la que había quedado encontrarse con su esposa e hija la noche anterior, con la intención de pasar un rato agradable en familia. 
En aquel lugar un hombre desconocido el cual llevaba en una maleta más de 100 millones de dólares fue abordado por tres desconocidos mas desatando una disputa en la panadería donde se encontraba esposa e hija de Smith, en un cruce de disparos madre e hija intentaron huir, pero dos de aquellas balas las alcanzaron sin piedad y las hirieron de gravedad… Smith a pocos pasos del lugar escuchó los gritos desesperantes de la gente del interior y alrededor de la panadería… entró de inmediato y observó a los tres atracadores que con sevicia asesinaron al hombre del dinero y le robaron su maleta y a un extremo del lugar se encontró con su esposa e hija moribundas… un desgarrador lamento salió de su voz y se lanzo hacia ellas, tomándolas en sus brazos les suplicó que no lo dejaron solo, los tres desconocidos huyeron del lugar y ahí la vida de su esposa e hija se le iban en sus manos… cuando sus corazones dejaron de latir, las abrazo con fuerza y lanzo un desgarrador grito de dolor. 
Desde aquel momento no volvió a ser el mismo y no descansaría hasta encontrar los culpables que le provocaron tanto dolor en el corazón. Parte de su venganza ya la había cumplido, dos de los culpables le rindieron cuentas y luego los mató, era su pecado. 
Pero según testigos que presenciaron el asesinato de su esposa e hija, le faltaba el más importante, el que sin piedad le disparó… no todo estaba hecho. 
Claudia ingresó a la misma licorería en la que se encontraba Smith, antes de acercarse a él, lo detalló en silencio, vio en el, un hombre sensible aunque no lo demostrara, triste y afectado ante una copa de licor, incluso lo vio guapo y llamativo, pero sería imposible… interrumpiendo su momento le dijo con antipatía. 
—Estamos de vuelta al ruedo. Y tan temprano con una botella de vodka no me genera la más mínima confianza para un caso de asesinato. —Al parecer la platica que había tenido con su jefe Smith el día anterior no la había afectado tanto o simplemente trató de disimularlo lo mejor posible ante el. 
—¿Entonces no vas a renunciar?. —Pregunto Smith con la ceja enarcada. 
—No señor, estaré hasta el final. 
—Genial… entonces no se diga más, vamos a trabajar. 
—Espere. —Exclamo Claudia y penosamente le preguntó. 
—Lo observé por un momento y lo noté algo pensativo… ¿le sucede algo?. 
—¿Que pasa?… una vez más, ¿instinto de mujer?. 
Claudia no dijo nada, pero si lo hubiera dicho claramente se hubiera visto interrumpida por el siguiente regaño de su parte. 
—Si realmente quieres tu trabajo, trata de no intervenir en las cosas privadas de tus jefes. Si estoy pensativo o hecho mierda no se preocupe que de eso me encargo yo. 
Dicho esto, Smith se retiró del lugar, Claudia dedujo que era imposible entablar una conversación con el jefe, con el hombre que pasaba más tiempo en sus días. ¿Acaso era algo malo?. 

Días después.

Guillermo se ocultaba en una casa de campo a las afueras del pueblo, Emer, su compañero y cómplice se encargaba durante aquellos días en inspeccionar y contarle las novedades que acontecía en el pueblo, en tanto investigación y sobre la mujer con la que compartían su más  terrible secreto, Clara. 
—Dime que me traes una buena noticia y si no es así, ni hables. —Comento con arrogancia Guillermo, mientras observaba una revista, completamente relajado sin importarle el crimen que días antes había cometido. 
—Por parte si y por otra no. —Respondió Emer, completamente confuso. 
—Sea claro, no estoy para juegos. —Exclamo Guillermo con furia, lanzando con fuerza la revista sobre la mesa. 
—Calma, calma… no te enfades. —Dijo Emer en su defensa y prosiguió diciendo. 
—Por un lado, la mujer no ha vuelto a salir al pueblo, ni pasado por la carretera donde la encontramos y por el otro lado, hay dos investigadores que están hurgoneando como ratas en el pueblo, tratando de encontrar el paradero del viejo Jacinto. 
—¿Quiénes son ese par de ratas?. 
—Son profesionales, uno de ellos en especial… quise seguirlos por que sus caras no se me hicieron conocidas y mientras los seguía oí el nombre de ese personaje. 
—¿Quién es?. —Pregunto Guillermo con notoria duda. 
—El nombre de la chica no lo se, al parecer es una novata… pero el, se ve muy profesional, hasta puede darte miedo con tan solo mirarlo a los ojos. 
—¡Cállate de una buena vez idiota!. No pedí sus malditos rasgos faciales, pedí solo su puto nombre. 
Emer se estremeció ante el fuerte grito de Guillermo, se acomodó en la silla y sin tapujo dijo el nombre de la persona. 
—Su nombre es Smith. 
Guillermo cristalizó los ojos y empezó a sentir un fuerte escalofrío en todo el cuerpo, claramente Emer noto lo que le sucedía a su compañero y de inmediato le pregunto. 
—¿Qué sucede, lo conoces?. 
—Descríbelo, como es… ahora si dime sus rasgos faciales, dígame todo sobre el, hasta el detalle mas insignificante. —Dijo Guillermo con notoria ansiedad. 
—Claro, como digas… pero relájate un poco estas muy tenso. 
Guillermo trató de tranquilizarse, tomó una botella de agua y esta se le cayó de repente de las manos, dejando en evidencia el miedo que sentía al escuchar aquel nombre, jamás pensó que lo sentiría tan cerca. De inmediato agarro la botella de agua y tomo un sorbo de esta, Emer empezó a describir al investigador. 
—Es alto, como metro ochenta de estatura, piel blanca, cabello castaño y ojos azules. 
Guillermo trato de recordar a la persona de nombre Smith, que con el rostro desencajado, desesperado y con un mar de lágrimas en sus ojos, estuvo tirado en el suelo abrazando a su esposa e hija las cual el había asesinado. 
—No puede ser el mismo. —Murmuró. 
El había matado en vida a aquel hombre, acabando con la vida de su inocente familia… pero ese suceso no se interpondrá con sus propósito de salir ileso de sus delitos, si su sospecha era cierta le daría un cambio de planes a sus objetivos y arrancaría su más grande obstáculo de raíz. No se alcanzaba a imaginar que podía hacerle un profesional investigativo criminalística y más aún cuando le dejo una herida abierta en el corazón. 
—Mañana iremos al pueblo y me mostrarás la cara de ese infeliz… necesito comprobar algo con mis propios ojos. —Comento Guillermo, dejando a Emer cargado de dudas y la más clara del por qué casi se orinaba de miedo al oír el nombre de Smith. 




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