Lágrimas.

Capítulo 15.

—Ayuda por favor. La niña necesita un doctor. —Aviso Juan con desespero al entrar al hospital. 
Una enfermera escucho el llamado, rápidamente tomo una camilla y la llevo hacia ellos, en esta apoyaron el cuerpo de la niña, las ruedas empezaron a girar rápidamente a una gran velocidad hacia la sala de urgencias, Clara sostenía la mano de su pequeña… entre lagrimas  con la voz agitada y cansada le dijo. 
—Hija despierta por favor. Yo estaré aquí a tu lado, siempre lo estaré pero por favor despierta.
La enfermera interrumpió su paso a la sala de urgencias, diciendo. 
—Señora deben esperar aquí. Le estaremos informando sobre el estado de su hija, debe mantener la calma.
...

Pasaron las horas, una, dos, dos y cuarto, dos y treinta... se hacían eternas, con intriga y esperanza buena espero alguna noticia de su hija. el reloj avanzaban a punto de marcar las 3:00pm de la tarde, su tormenta interna la acorralaba.
—No puedo soportar mas esto. —Dijo y se dirigió hacia la habitación en la que se encontraba su hija. 
—Detente. —Ordeno Juan, tomándola del brazo.                
—Entiendo lo que sientes, pero… los médicos harán su mejor trabajo, solo espera por favor, ten calma, todo estará bien. —Le dijo el con serenidad. 
Ella lo miro fijamente a los ojos los cuales se le rebosaron de lagrimas, sin pensarlo y sin permiso alguno, lo abrazo fuerte. El se sorprendió, no dijo nada... solo la aferro hacia el. En el hombro derecho de Juan cayeron las lagrimas de Clara las cuales se perdieron en la tela de su camisa dejando un pequeño rastro de dolor que salieron de aquellos hermosos ojos color café. En aquel instante la enfermera que atendía a la pequeña Maribel salió de la habitación donde se encontraban, Clara y Juan se soltaron del inocente abrazo, ella con una sonrisa le pregunto. 
—Dígame señorita, ¿como esta mi hija?... debe estar mucho mejor ¿es así, verdad?. 
—Lo siento señora pero su hija no se encuentra bien. —Respondió la muchacha con la mirada nostálgica. La sonrisa optimista de Clara termino por desvanecerse ante la noticia.  
—¿Como?... no entiendo, como que mi hija no esta bien. —Pregunto ella con la mirada neutra y confusa. 
—Su hija ingreso a urgencias con un alto grado de fiebre que supera los 40° de temperatura, respira con mucha dificultad y puede presentar convulsiones en cualquier momento. —Respondió la enfermera. 
—Aun no sabemos con exactitud lo que le sucede, ya se llevaron a cabo los respectivos exámenes y en las próximas horas estarán listos. No se preocupe haremos todo lo posible por su hija, debe estar tranquila. —concluyo y se marcho. Dejando así a Clara con un sin sabor en la boca y en un mar de dudas. 
...
En el pasillo del hospital la soledad y el frio invadían dicho espacio, Clara camino con esfuerzo hacia la puerta de la habitación donde se encontraba su hija. los pies le pesaban como si una enorme cadena no le dejarán dar paso alguno... se acerco, en la parte superior una incandescente luz brillaba junto a la palabra "emergencias". Intento abrir la puerta pero le resultó difícil, estaba cansada. Dos almas adheridas estaban a la espera de alguna noticia que calmara su triste realidad, al extremo de la puerta el aviso "no entrar sin autorización" le impedía entrar y correr por todo el lugar en busca de su hija, abrazarla y susurrarle al oído... “todo va a estar bien”. 
El dolor y la desesperación que vivía Clara, Juan la sintió a flor de piel... se hizo a la idea a lo que realmente significaba ser padre o madre... lo que da igual a un alto porcentaje de muchos sacrificios, se sintió tonto e inmaduro... las respuestas que dio horas antes en su defensa a la  conversación que entabló con ella no eran nada para aquella realidad. Clara resulto siendo la mujer mas valiente que el jamás había conocido, solo bastaron casi cuatro horas para admirarla, apreciarla y contemplarla... un extraño y ajeno sentimiento que significaba mucho para el... su corazón latía como jamás lo había hecho... ¿era por ella?. 
Clara seguía a la espera... había olvidado por completo a su amigo, al recordarlo se acerco a el. 
—No tengo palabras para agradecerte lo que hiciste por mi y mi hija... ¿Supongo que ya te tienes que ir?. —Dijo y pregunto inmediatamente. 
—No, prefiero esperar un poco mas. —Respondió el con optimismo y una aptitud que le generaba confianza. 
—No te molestes, ya hiciste mucho en realidad. 
—No me pidas que me vallas, no me lo perdonaría dejarte sola con tu hija, por favor. 
Ella se extraño, aún existía una persona de buen corazón, eso la hizo sentir en un lugar desconocido pero de manera especial. No dijo más.. dio media vuelta y se armo de valor nuevamente frente a la puerta de la habitación donde se encontraba su hija. 
Era la primera vez que se encontraba allí en aquella indeseable situación, lo único que lograba entender en aquel lugar llamado "urgencias" era que la vida no estaba segura, que una guerra entre la vida y la muerte se desataba, algunas veces una segunda oportunidad ganaba la batalla pero otras veces el final de la vida se disolvía en el lecho de la muerte dejando así un gran dolor en el corazón. Continuo su espera con impaciencia calmando sus impulsos, sus ojos se fijaron hacía la puerta imaginando el sonido en sus oídos de aquella abrirse trayendo del interior una buena noticia que le calmara su ser y toda la vida. 
El cansancio estaba apoderado de ella, no soporto dicha presión, la vista se le nublo, su cuerpo se debilito y sus manos perdieron la fuerza. Juan se acerco a ella y antes de pronunciar el “todo estará bien” se derrumbó...  rápidamente el la tomo en sus brazos decayendo lentamente al suelo.
—No, no… por favor no me hagas esto. Clara despierta, tu hija te espera. Tu debes estar para verla nuevamente, por favor despierta. 
Las ultimas palabras llamaron la atención de los médicos y enfermeras de turno del hospital, entre ellas la de Daniela Benítez… un desgarrador grito se escucho en el lugar entre ecos. 
—Ayuda por favor. —Grito desesperado. 
Daniela en compañía de una colega enfermera y un medico corrieron al lugar después del llamado, todos juntos ayudaron a levantar a Clara para recostarla sobre una camilla. 
—Clara tu vas a estar bien, debes despertar ahora y volver a abrazar a tu hija. Créeme volverás a estar con ella, es una promesa... te lo juro. 
Fueron sus ultimas palabras antes de verla entrar al lugar donde la vida y la muerte se ponen en juego. Donde todo es incierto.




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