Días Después.
Ella decidió no verlo mas, pero si recordó los momentos en el que la hizo feliz... en los días pasados, Juan al enterarse de la fatal noticia, decidido entregar lo mejor a Clara… la llevaba todos las noches a escondidas de las enfermeras a la azotea para ver las estrellas, una cita perfecta en la habitación del hospital, hasta llegar a vestirse de payaso para hacerla reír... dándole la mejor energía, optimismo y esperanza, ante una enfermedad que le atormentaba la vida.. la tristeza llegaría y llego sin avisar, Clara se encerró en su habitación con aquellos bonitos momentos, decidió seguir solitaria por el camino de la vida, continuo su rumbo por la puerta de atrás, con las quimioterapias y nuevamente a su hogar. Acompañada de su hija Maribel volvieron allí, su casa ya no era la misma, estaba triste junto con ellas, su cantar y el de los pajaritos se perdió entre la soledad de los valles. El día que Clara salió del hospital con la condición de seguir las quimioterapias, Juan estuvo a la espera para darle una sorpresa por su salida, con muchas ansias deseaba verla salir del hospital… con alegría, una sonrisa y un ramillete de margaritas en las manos, la espero. Pero nunca salió, ella ya se había marchado… el entendido que no lo quería ver más.
Los vientos corrían por las fronteras, las aves cantaban todas las mañanas cuando el sol iluminaba los lugares mas oscuros, hasta los corazones nublados de tristeza. Dicha luz se escondía cuando los truenos hacían relampaguear los cielos a punto de caer un aguacero. El tiempo seguía su curso y las necesidades llegaron, al punto de vender todo. Clara había tomado aquella decisión. Todas las cosas estaban fuera de su hogar a la espera de la persona que pagaría por ellas.
Luego de la espera, el momento había llegado… todas sus pertenencias debían pasar a manos de otro dueño, para así amortiguar las necesidades de ella y si hija.
—Buenos días. —Saludo amablemente la compradora.
—Buenos días señora, mucho gusto soy Clara.
—Un gusto, yo soy Adelaida.
—Todo esta listo y como acordamos. —Aclaro Clara, con profunda tristeza.
Adelaida noto su tristeza y pregunto. —¿Esta bien?. —Prosiguió.
—Si no desea vender sus cosas, no importa... no debe hacerlo.
—Si quiero venderlas, necesito el dinero. —Comento Clara.
—Si hay algo en que pueda ayudarla solo dígame...
—No es nada, muchas gracias.
Adelaida tomo su cartera y saco el dinero, en ese instante un billete cayó al suelo. La pequeña Maribel corrió y tomándolo en sus manos lo devolvió a su dueña.
—Que niña tan hermosa, gracias pequeña. —Sonrió.
—¿Es tu hija?. —Pregunto.
—Si, es mi única compañía. —Respondió Clara con alegría.
—Me imagino. Nada es mas triste como la soledad. —Admitió.
—¿Por que lo dices?.
—No pude tener ningún hijo.
—Lo siento mucho. Pero no a pensado con su esposo alguna forma de tenerlo. Pueden adoptar. —Comento Clara.
—Soy viuda, mi esposo fue asesinado.
—Oh, discúlpeme, no fue mi intención... Enserio lo siento.
—Tranquila. No te preocupes.
—Debo irme. —Dijo Adelaida.
Clara tomo el dinero en sus manos y observo con tristeza todas sus pertenencias ser cargadas en la parte trasera de un camión para ser llevadas hacia otro lugar. De vuelta al interior de su casa, observo todos los lugares de ella completamente vacíos, no soporto las lagrimas y se dejo caer de rodillas mientras lloraba silenciosamente. Le dolía, fuertemente en el pecho.
...
Al día siguiente.
Con el dinero obtenido el día anterior se dirigió al mercado y a los almacenes de víveres para saciar sus necesidades, de vuelta a casa tomada de la mano con su hija Maribel observo que la puerta de su casa estaba entre abierta y cerrada. Al parecer habían forzado el candado para entrar a ella.
—¿Que sucede aquí?. —Se pregunto.
Rápidamente escondió a su hija detrás de ella y caminando lentamente hacia el interior de la casa, ingreso... la bolsa en la que llevaba todos sus víveres cayó al suelo y una naranja rodó por el suelo. Sus ojos no podían creer lo que estaban viendo, la sorpresa la había dejado sin palabra alguna.
Todas las pertenencias que había vendido la tarde anterior se encontraban nuevamente en su casa, puestas en su respectivo lugar. En ese momento sus ojos se encontraron con Adelaida, la compradora y Juan Carlos su amigo… ahí estaba el de nuevo.
Ellos se acercaron a Clara con calidez, transmitiéndole sinceridad y amor… la vieron con aprecio y con una gran sonrisa hacia ella, mientras ella completamente sorprendida los abrazo desprevenidamente. El llanto no lo pudieron evitar mientras en voz baja les dijo.
—Gracias, muchas gracias. No tengo como pagarles todo esto.
Terminando el abrazo, Adelaida le tomo las manos y con nostalgia le respondió.
—Tranquila hija. Se por lo que estas pasando, estamos aquí contigo para ayudarte y acompañarte en todo. —Y prosiguió.
—Si tan solo me lo hubieras dicho, yo no hubiera pagado con billetes toda tu vida, tus cosas y tu hogar. Pero todo esto fue posible con ayuda de el. —Dijo mirando a Juan.
—Si el no me lo hubiera dicho yo hubiera acabado inocentemente contigo.
—Yo no hice nada. —Respondió el.
Todos rieron de felicidad.
—Ahora todo esta en orden ¿verdad?.—Comento Adelaida.
—Si señora... pero tengo una duda.
Ambos presenté junto a la pequeña Maribel miraron a Clara. Al parecer el ambiente se tornó suspensivo ante la duda de ella.
—Claro, pregunta. —Respondió Adelaida.
—¿Como se enteró, sobre todo esto?.
—Te cuento, casualmente ayer. Cuando salí de aquí con todas tus pertenencia me encontré a mitad del camino con tu amigo aquí presente. —Dijo señalando a Juan.
...
El día anterior.
—Señora, ¡señora!. Detenga el camión. —exclamo Juan haciéndose en mitad de la carretera.
Adelaida bajó de una de las sillas traseras del camión y pregunto con preocupación al muchacho.
—¿Que sucede hijo?... le paso algo.
—De donde vienen usted... de donde trae todas estas cosas, este camino viene de una sola casa y creo conocer a su dueña. —Dijo mientras tartamudeaba varias palabras.
—Si, si... bueno su dueña me vendió todo sus pertenencias, creo que se va de viaje. Incluso me quiere vender todo este camino y la casa.
—¿Que?... no, no es posible. Que hará ahora.
—Que dices... no te estoy entendiendo. —Dijo Adelaida llena de dudas.
—Esta loco señora Adelaida, debemos irnos. —Intervino diciendo el conductor del viejo camión.
—Espera, este hombre está muy alterado... creo que sabe algo. —Afirmo la mujer de más de 50 años de edad, cabello canoso, un saco gris de lana y una larga falda hasta los pies que hacía que no se le vieran los zapatos.
—Le explicaré todo, pero por favor no se lleve todo esto... por favor se lo suplico.
...
—Y así fue, como Juan me explico todo lo que sucedía y realmente me fue imposible dar un paso más con todas tus pertenencias y bueno, decidimos darte la sorpresa. —concluyó Adelaida.
Clara giro la mirada hacia el muchacho... y con frialdad le pregunto.
—¿Me has estado siguiendo?
El ambiente se tornó nuevamente suspensivo ante la atónita mirada y la sorpresiva pregunta de Clara.
—Eh, yo... eh, no era mi intención. —Respondió Juan bajando la mirada.
—No tenías por qué haberlo hecho...
—Lo siento... —El se retractó.
Pero un sorpresivo abrazo de ella lo confundió, abrazándolo fuertemente le dijo.
—Muchas gracias. Eres grandioso.
—No tenías por qué esconderte, siempre he estado aquí... —Dijo ella.
Volviendo la mirada hacia sus cosas, el closet, los cuadros, el mueble, todo. Los vio con ternura, sus ojos se fueron cerrando lentamente y con una sonrisa fue decayendo al suelo.
Juan corrió y la tomo en sus brazos.
Rápidamente cayó en un profundo sueño, se encontró en un lugar desconocido, donde vestía una bata blanca que cubría su cuerpo. El sitio estaba vacío iluminado por una incesante luz blanca a lo lejos. Entre ecos escucho la voz de Juan que le gritaba.
—Clara, despierta ¡por favor! No me hagas esto de nuevo ¿si?. Debes ser feliz. No... ¡por favor! Despierta.
En aquel sitio en el que estaba empezó a llover, imagino que eran las lagrimas de Juan, de Adelaida y las de su pequeña Maribel.
No sabia como volver nuevamente a la realidad, su alma estaba prisionera en un túnel lejos de una inalcanzable luz y no sabia como salir de allí...
—¿He muerto?. —Se pregunto.
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Editado: 05.11.2023