Lágrimas.

Capítulo final.

Meses Después.

Juan había vuelto al pueblo luego de un largo viaje de casi un año que pocos días después de la muerte de Clara decidió hacer, quiso olvidarla pero no lo logro. Adelaida preparo una calurosa bienvenida en su casa para el muchacho, con ayuda de la pequeña Maribel la cual había quedado a su cargo, organizaron los últimos detalles. La niña después de la partida de su madre decidió quedarse con la tía Adelaida, como había acostumbrado a llamarla.

Clara, su cabello, su cara, su piel y toda su merced que habían conocido se convirtió en ceniza, los cuales fueron lanzadas a los cuatro vientos. Pero en el viento estaba su memoria y su alma. El había vuelto y volvió una vez mas a su tumba "entre el cielo, la tierra y el aire". Estaba en todos lados, sentía su presencia y con el corazón desgarrado de tristeza y los ojos rebosados de lagrimas se despidió definitivamente de ella una nueva etapa en su vida iba a iniciar, sobre la pradera de la casa de su amor inocente, en el pueblo donde ella vivió, después de recorrer su amargo y espinoso pasado dijo con melancolía. 
—Nunca te lo dije, pero te ame de verdad, te ame en silencio, te ame con locura, te ame con inocencia. Te llevaré siempre en mi mente y clavada como el recuerdo mas hermoso en mi corazón. —Suspiro. 
—Voy a ser papá, por fin siento el amor que se siente hacia un hijo, como tu lo sentías con tu hija. Amor incondicional, un amor de verdad, me enseñaste realmente a sentirlo. Gracias por ello.  
—por ultimo, la afortunada fue una chica que nunca me imagine estar con ella. La enfermera Benítez ¿la recuerdas?. Daniela, ella estuvo contigo y conmigo cuando te fuiste. Lo estuvo... La amo como te ame a ti. 
—debo irme, no te diré cuando volveré. No será una despedida, un hasta luego suena mejor acompañado del triste canto de las aves y el frío que acorrala este desolado lugar. 
—Prometo nunca olvidarte, nunca... jamás. 
El frío arropó aquel diálogo entre sus sacudidas y guardo el secreto de aquel amor sufrido e inocente que dolía aún en su pecho. Con las manos en el bolsillo y sin recibir nada a cambio camino despacio hasta alejarse por completo de la casa. 
... 
—Bienvenidos. —Dijo con alegría Maribel y Adelaida al ver llegar  a Juan después de haber bajado del auto. 
—Muchas gracias, estoy feliz de volverlas a ver. —Respondió el con una gran sonrisa. 
Había traído bonitos regalos entre sus manos los cuales con entusiasmo le entrego a ellas. 
—Ahora una sorpresa más. —Comento el con una risita picarona. 
Juan camino nuevamente hacia el auto y abrió la puerta derecha de la cual bajo una mujer en estado de gestación. 
La sorpresa fue aun mayor cuando vieron a aquella chica, la enfermera Benítez. La que realmente se llamaba Daniela Benítez. La mujer con la niña sonrieron y abrazaron a la futura madre con gran felicidad. 
—Muchas bendiciones para ti y tu bebé. Y obviamente para ti también. —Deseo Adelaida a la muchacha, terminado por mirar al futuro padre con alegría. 
—Mi mamita también me tuvo en su barriguita, recuerdo haberle dado una que otra patadita. —Comento la pequeña Maribel, todos rieron con notable nostalgia.

Disfrutaron el resto de la tarde, charlaron, bebieron te y un jugo suave para la joven embarazada mientras Maribel le acariciaba suavemente el pancita y le cantaba a medio susurro. 
La tarde estaba por terminar y la pareja debía marcharse nuevamente a su destino, se despidieron con melancolía... Juan y Daniela se marcho a nuevos horizontes donde terminarían  por encontrar definitivamente la felicidad. 
...

Fin.




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