Lágrimas de cristal

Capítulo tres “Las cartas de Diana”

—Cabe mencionar que cada uno dejó un testamento separado; Diana lo ha hecho a mano, mientras que Carlos ha ido al notario, pero ambos han quedado en el mismo sobre sellado y con la misma validez legal. Comenzaré leyendo el de Diana —dice David y abre el sobre bajo la atenta mirada de Susana.

30 de enero del 2016

Dejo toda mi herencia a mi única hija Susana García; siendo esto las escrituras de nuestra casa, mi automóvil y una cuenta bancaria en BBVA con aproximadamente dos millones y medio de pesos mexicanos. Dado que mi hija es menor de edad doy mi autorización legal para la emancipación de ella.

Por último, agrego que hay 3 cartas, dentro de este mismo sobre, cada uno lleva el destinatario escrito y solo esta persona deberá leer su respectiva carta.

Diana Dábalos
 

David termina de leer y todos quedan muy sorprendidos por el hecho de que sea demasiado corto. Susana ya se esperaba que su madre le dejara todo a ella, pero aun así le sorprende saber que ya es acreedora a una pequeña fortuna. La joven tarda unos momentos en darse cuenta de un pequeño e importante detalle; ha sido emancipada, eso significa que puede escoger dónde vivir, y no tiene que quedarse con ninguno de sus familiares si ella no quiere.

–Aquí están las cartas. Es una para usted señora Lorena, otra para usted señor Jorge, y, por último, Susana esta es tuya.

Susana está impaciente por abrir su carta, pero no quiere que su avaricioso tío mire su contenido.

Lorena guarda ambas cartas en su costosa bolsa de diseñador. Susana piensa que su abuela es muy presuntuosa, pues siempre quiere lucir o hacer notar lo caro que viste y lo costoso de sus pertenencias. Recuerda que en todos sus cumpleaños le daba algo que parecía para alguna princesa; joyería, diseños exclusivos y algunas otras excentricidades. Siempre pensó que era demasiado y por esa razón están arrumbadas en un rincón de su habitación. Susana no puede evitar comparar a su abuela con su madre, y la diferencia es muy notoria, polos opuestos. Un sentimiento de nostalgia la inunda, el dolor se incrementa y se aferra al brazo de Lucía; hace un esfuerzo por no llorar. 

—Ya pasemos a la parte importante, está claro que Diana estaba loca o que ella planeo el accidente, porque les seré sinceros, es en verdad muy extraño. Se descontroló el auto y a Susana no le ha pasado nada, a pesar de que iba con ellos— dice Alejandro

—¿Culpas a mi madre del accidente? ¡Estás loco!, ella jamás haría algo así, adoraba a papá y nunca me dejaría sola a propósito —le reclama Susana —¡No voy a consentir que te expreses así de ella, si vuelves a abrir la boca te sacaré a rastras de aquí!, me importa un bledo que hayan pedido tu presencia.

 




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