Lágrimas de navidad

Una lección sin maestro

Al día siguiente la clase quedó a merced de los niños, que sucedía en escasísimas ocasiones, pues el profesor tuvo que atender una llamada urgente y dejó a los niños para que avanzasen el proyecto final, que sería presentado dentro de seis días. Sin embargo, la mayoría aprovechó el tiempo para jugar y conversar, y un niño gordito y amigable, para comer. El mejor amigo de Alex, quien también era su primo y se llamaba Juan, muy entusiasmado, le mostró una revista navideña con hermosas ilustraciones, en esto Alex se dio cuenta que todos conversaban menos Daniela, que no tenía con quién. Pensó en hablar con ella, pero Juan le pidió ayuda para recortar unas figuras de la revista. Mientras recortaba las figuras miraba a Daniela con preocupación, está tan sola. Pero se alivió cuando vio que unas niñas comenzaron a conversarle y pensó que era una ley natural, pues las niñas hacían equipo con las niñas y los niños con los niños. El caso es que Alice, una niña muy orgullosa y despreciativa, hija de un alto funcionario, al perder en un juego contra Daniela reaccionó de una manera violenta y la insultó diciéndole:

—¡Tu madre es una verdulera sucia y estúpida!

Estas duras palabras le hirieron en el alma a Daniela no porque su madre vendiera verduras, sino porque de ninguna manera era sucia y estúpida. Sonó la campana de salida y sin responder o decir algo Daniela salió corriendo del salón.

Cuando Daniela llegó a su casa toda llorosa, su Madre la interrogó y enterándose del suceso, sorprendida y muy nerviosa, manifestó:

—No te preocupes, cariño, mañana iremos juntas al Colegio a primera hora. ¡Cómo es posible que haya niñas así!

Naturalmente, el profesor se enteró de la situación y al presentarse la madre de Daniela, la señora Tornes, y el padre de Alice, el señor Peña, sucedió lo inesperado.

—Señor Peña su hija ha insultado a la madre de Daniela diciéndole: “Verdulera sucia y estúpida”—afirmó el profesor muy serio. Alex escuchaba preocupado cerca de la puerta junto con los demás niños del salón y entre ellos se filtraron algunas risas contenidas.

El padre de Alice, que vestía elegantemente, llamó a su hija y con preocupación, arrugando el ceño, le dijo:

—¡Alice!, ¿cómo has sido capaz de decir eso? —Y la niña no respondía.

—Estás castigada, no más celular, ni tablet, ni nada —dijo levantando la voz—. Ahora pídele perdón.

Y como no le salían las palabras a Alice, la agarró del brazo y, poniéndola frente a Daniela, dijo:

—He dicho que le pidas perdón.

La niña Alice muy avergonzada, con el rostro rojo y casi sollozando, respondió:

—Lo… siento…

Después de ese incidente Daniela no tuvo problema con las otras niñas, porque ninguna niña quería hablarle, y anduvo más solitaria que antes, pero más tranquila.

Alex tampoco quería problemas con Alice, así que decidió tomar distancia, además tenía que ocuparse de su proyecto final, el cual ni siquiera había comenzado, pero no esperaba la sorpresa que le daría su madre al siguiente día.



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En el texto hay: navidad, cuento, escolar

Editado: 10.12.2021

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