Lágrimas de navidad

Una cena especial

Alex se sorprendió mucho cuando, regresando de unas compras con su papá, al entrar a su casa encontró a su madre conversando con Daniela y la señora Tornes. Las saludó muy sonriente e invitó a Daniela a su cuarto donde sacó un conjunto de juguetes considerable. La madre de Alex ofreció bizcochos y bebidas mientras los niños jugaban y conversaban. La tímida Daniela, de faz apagada, cambió de semblante al ver un conejo de peluche y, como nunca se la veía sonreír, hasta parecía otra, asomó el sol en su rostro. Cuando terminó la cena y las invitadas estaban por retirarse, Alex tomó el peluche nuevo con forma de conejo, que había comprado para su prima, y lo puso en las manos de Daniela.

—Tómalo, ahora es tuyo, te lo obsequio como un recuerdo de nuestra amistad.

Daniela agradeció con los ojos, porque no le salían las palabras, estaba tan conmovida que hubiera gritado de emoción, y solo acertó a besar la mejilla de Alex, que, como un robot, llevó su mano a la mejilla involuntariamente, como para intentar recoger algo de ese placer indefinido. Fue entonces cuando los mayores dijeron: ¡Que viva la amistad!

Todos rieron y no faltaron las bromas. Al momento de la despedida la madre de Alex obsequió a la mamá de Daniela una bolsa con flores, galletas y bizcochos. "Gracias, señora. Que tengan una Feliz Navidad", respondió agradecida. Fue entonces cuando Alex comprendió la situación. Y mientras las señoras hablaban los dos niños conversaban también en el umbral de la puerta.

—¿A dónde irás? —preguntó Alex

—Pasaremos la navidad y el resto del año con mi abuela afuera de la ciudad.

—¿Volverás para el siguiente año?

—No sé.

Callaron los dos por unos minutos, un presentimiento de insatisfacción enmudeció todo, como si el adormecimiento de las esperanzas atragantara sus voces en palabras de despedida. Fue entonces cuando Alex la miró y sin saber continuar la conversación manifestó:

—¡Feliz Navidad! —Se acercó para abrazarla sin saber por qué. Sus mejillas estaban tan juntas que su rostro registró el desborde de unas ardientes lágrimas que traspasaron su piel, a la par de un gimoteo triste y melancólico, para asentarse muy dentro de su ser como un sueño inmaculado de lágrimas de Navidad.



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En el texto hay: navidad, cuento, escolar

Editado: 10.12.2021

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