Lágrimas de una mujer desesperada.

CAPÍTULO XIII: PRIMERA ESTANCIA CON SU PADRE.

CAPITULO XIII: PRIMERA ESTANCIA CON SU PADRE.

 

 

Toda separación de la persona amada es muy dura, sobre todo cuando se siente que uno es quien más ha dado por la relación, esa sensación de haber perdido los mejores años de una vida por una persona que te ha decepcionado tanto.

 

Tras recoger sus cosas de la casa en la que Alma ha estado viviendo durante los últimos tres años, marcha junto con su padre a casa de éste, con la idea de no volver a saber nada de nadie en su vida, ya no aguanta más.

Llorando sube al autobús que le llevará a su nuevo hogar, durante todo el trayecto no es capaz de dejar de llorar ni un solo segundo, ni el cariño ni el apoyo de su padre son capaz de calmar el dolor que siente Alma en su interior, desde que muriese su tío nunca jamás había sentido un dolor tan grande.

Llegan al pueblo y después de comer lo primero que se les ocurre es ir al centro comercial a comprar un conejo como animal de compañía, lo que parece animar algo a Alma.

Después de pasar toda la tarde mirando a ver cuál era el que más le gustaba a la chica, deciden ir a uno de los bares del centro comercial a tomarse un vasito de vino.

Mucho más animada llegan a casa y después de cenar y estar un rato tranquilos jugando con el animalito nuevo se despiden padre e hija para acostarse a descansar.

Alma, no es capaz de hacerlo, ya que además le ha escrito Lucas por el WhatsApp y Ramón, el amigo de este por Facebook y no puede dejar de llorar hablando con ellos.

Y así una noche tras otra y tras otra, durmiendo apenas dos horas diarias y llorando hasta que el cansancio acababa con ella.

Hasta que una noche, su padre la echó la bronca por sus llantos nocturnos, simplemente quiere que descanse lo que necesite para que su salud sea lo mejor posible.

Así pasa aproximadamente veinte días consecutivos, entre semana en casa de su padre, olvidando por la mañana y llorando por la noche, y los fines de semana en Madrid con su madre, más distraída y más contenta, allí encuentra algo más de paz y tranquilidad y llora muchísimo menos, o es que ha aprendido a llorar por dentro, que no es lo mismo.

Hasta que transcurridos aproximadamente veinte días Alma cede a Lucas y decide verse con él en Toledo, nerviosa y sin saber lo que va a pasar, Alma decide ir a su encuentro, hasta rato antes de subir al autobús está sufriendo por dentro mientras habla con Ramón, quien se ha convertido en ese tiempo en su paño de lágrimas, en su apoyo, en su “padre”, por quien daría la vida si hiciese falta.

Ya quedan como cinco minutos para llegar a Toledo, allí la espera ya impaciente Lucas, con el corazón en un puño la pareja se reencuentra y se abraza entre lágrimas, Alma no puede evitar el morirse de amor por ese joven que por otro lado tantísimo daño le ha hecho.

Hablando y solucionando las cosas pasan toda la tarde, hasta que Alma debe coger el autobús que le devuelva a casa antes de que termine de anochecer del todo.

Con todo el lio se ha olvidado durante toda la tarde de llamar a su padre, quien al llegar a casa le echa una bronca de campeonato, en el fondo sabe que lleva razón y le promete que nunca jamás va a volver a suceder y le comunica que se ha reconciliado con Lucas y se van a ir juntos.

Los siguientes días son bastante duros para la chica, ya que debe intentar calmar la tristeza de su padre, ir a varios lugares para conseguir los documentos necesarios para el alquiler del que será su primer piso como pareja independiente, la vuelta a su pueblo de corazón, al que la pareja tantísimo adora.

Además debe ir hasta allí, hasta el pueblo para alquilar el piso, dejarlo todo hecho para el fin de semana, buscar toda salida viable para la mudanza y todo completamente sola.

La joven comienza a agobiarse con todo el pelotón de cosas que deberían estar haciendo entre los dos y solamente mueve ella, lo que acarrea la primera discusión de la pareja antes de independizarse.

Una vez todo movido y atado, ya solo les queda ir empaquetando para dentro de dos días que será la mudanza, con los nervios a flor de piel, Alma no sabe ni dónde meterse, además las malas noticias llegadas alrededor de Ramón la tienen hecha trizas, otra vez como antes de la separación comienza a desmoralizarse y no saber dónde meterse con tanto lio, aun así decide tirar hacia adelante con todas las consecuencias y luchar por lo que siente, sentir es lo que más feliz le hace.

Ya solamente quedan horas para la mudanza, Alma no puede con los nervios y no para de dar vueltas por toda la casa esperando que llegue el momento, le da mil vueltas a la maleta a ver si lo tiene todo, vuelve a mirar otras mil veces el armario, todo lo abre y lo cierra mil veces fijándose hasta en el más mínimo detalle para que no se le escape absolutamente nada, se siente como una novia minutos antes de subirse al altar, muerta de los nervios.

También siente pena por separarse de su padre, durante esos días se ha portado bastante bien con ella y lo quiere mucho, a eso se le junta el hecho de tener que dejar allí a su coneja a la que compró con todo su cariño ya la que quiere tanto.

Por fin llega el momento, rrrrrrrrr, suena el timbre de la puerta, es Lucas ya con la furgoneta en la puerta, entre lágrimas comienzan a bajar las cosas a la furgoneta para marchar junto a su amor, lo quiere demasiado y no puede evitar una sonrisilla cada vez que le tiene cerca.




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