Lágrimas de una mujer desesperada.

CAPÍTULO XVI: NUEVA ETAPA, POR FIN ALGO DE TRANQUILIDAD.

Dicen que después de la tormenta llega la calma, en este caso, es totalmente cierto, después de tantísimos problemas y tantísima violencia vivida, uno lo único que desea en la vida, es eso, paz y tranquilidad.


A la mañana siguiente, al despertar en aquel hotel, ya mucho más tranquilos, deciden ir a ver un poco el pueblo y a desayunar, antes de ir a la inmobiliaria con la que habían quedado para alquilar su próxima vivienda.
De entrada, el pueblo no les gusta, pero les es bastante económico y allí nadie les va a encontrar nunca, por lo tanto allí tienen su paz encontrada.
Después de terminar de desayunar, van al lugar de encuentro y terminan de atar los hilos que quedaban sueltos para su nuevo hogar y se instalan automáticamente.
Es un piso bastante acogedor, ni grande ni demasiado pequeño, lo ideal, para una pareja, les encanta ya nada más pisar la puerta.
Colocan las pocas pertenencias que les queda y marchan a comprar lo necesario y a dar otro paseo por el pueblo, lo que les lleva a darse cuenta de que allí la gente es bastante agradable de tratar.
Pasan los días y con ello comienzan el retorno al trabajo de Alma y el encuentro de nuevas amistades para ambos, la vida parece que les comienza a sonreír, al menos han encontrado la paz que tanto pedían al cielo.

 

El paso de los días sigue con su ritmo normal y llegan las fiestas del pueblo, Alma se lo pasa en grande escuchando a las orquestas con las canciones veraniegas que tantísimo le gustan, bailando, y ¿Por qué no? Bebiendo.
Mientras tanto, están buscando otro lugar para vivir ya que a Lucas se le ha encaprichado el irse a la campaña de la vendimia a Ciudad Real y ya le da igual, el sitio donde terminar, pero cumplir este pensamiento como sea.
A pesar de la pena de que dejarán allí a muy buenos amigos, los que quieren muchísimo, Lucas no cesa en su empeño de irse a Ciudad Real, hasta que lo consigue.
Una vez encontrado el piso y firmado, comienzan a empaquetar y a buscar por el pueblo, alguien con furgoneta que les pueda realizar la mudanza, lo que consiguen bastante pronto, mucho antes de lo que se pensaban.
Con toda la pena del mundo, van diciendo a sus amistades que se marchan del pueblo, quieren buscar un mundo mejor, al menos esa es su idea y en un futuro si dios quiere, se volverán a reencontrar.
Con todo este jaleo, siguen compaginando el empaquetar sus pertenencias con las fiestas del pueblo, “No todo en esta  vida va a ser trabajar o estar en casa” piensa Alma, quien a pesar de las críticas de Lucas sobre las fiestas, no puede evitar el pasarlo en grande.
Con todo esto, llega el momento de firmar el contrato de rescisión del contrato de alquiler que tienen vigente, lo que ya a Alma le produce una grandísima pena, despedirse de su casero, quien desde que llegaron al piso se ha portado tan bien con ella.
Acto seguido comienzan las despedidas del resto de los amigos, de los que no pueden evitar el hecho de despedirse entre lágrimas, en muy poco tiempo les ha cogido muchísimo cariño.
A pesar de las despedidas ya sucedidas aún queda la peor, la más dura, el mejor amigo que han encontrado allí, un chico punky con un corazón maravilloso, siempre dispuesto a ayudar a todo aquel que se cruza en su vida.

 


Esta despedida se da en el último momento, en el de marchar, entre lágrimas los tres amigos se despiden y el chico se queda parado en el mismo lugar hasta que ve a la pareja subir al coche y arrancar a su nuevo destino.
Esta última despedida ha sido verdaderamente dura y deja a Alma con el corazón hecho añicos, hasta que llega a su destino final, donde espera ya acoplar su vida.

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