Lágrimas de una mujer desesperada.

CAPITULO XIX: ÚLTIMA OPORTUNIDAD FAMILIAR

Realmente, nada como la familia, aunque en muchas ocasiones uno no sepa valorar lo que tiene. La paciencia y el amor que te da una familia que realmente te quiere, no tiene precio en esta vida.

 

Sintiéndose en un momento tan difícil para Alma, un momento de abandono tanto sentimental como personal hacia sí misma, justo ese día de reyes, ¡Menudo regalo de Reyes! Llama a su madre, quien responde a la llamada de socorro mandándole un taxi a la puerta de su casa.
Dos horas después de su llamada de auxilio, Alma se reencuentra con sus padres, quienes la llenan de abrazos emocionados.
Entre amor van pasando los primeros días, los que Alma se cree con fuerzas para ir olvidando el pasado y todos los momentos de amargura que su relación con Lucas ha aportado a su vida durante años.
A pesar de que habla con el muchacho casi todo el día, Alma cree que tiene muy claro que nunca jamás va a volver a caer en las garras de semejante bestia como ella ya le considera.
Además en estos momentos emocionalmente lo tiene todo, el amor incondicional de su familia, a sus amigos de siempre y de los cuales Lucas siempre luchó por separarlos de ella, el cariño de su cachorro y lo que para ella es lo más importante en el mundo, ¡La cercanía con su abuela! Y no quiere perder tantísimas cosas que tiene y hacia tantos años que echaba tan en falta.
Además de esto, no es capaz de olvidar las palabras tan duras que Lucas le dirigió minutos antes de abandonarla respecto a esos amigos que ella consideraba su padre y su hermano…

 

“Ellos no están muertos, durante meses, era conmigo con quien hablabas, ¡Era a mí a quien llamabas ‘rubio’ y a quien le sonreías detrás de la pantalla del ordenador!” Palabras que Alma cuanto más lo piensa menos entiende el motivo por el cual hizo Lucas esto y durante cuánto tiempo le hizo vivir una mentira tan dura sabiendo los sentimientos de la chica.
Días después y tras muchísimas preguntas Alma le arranca a Lucas que en realidad uno de ellos está vivo pero que a quien ella llama padre está muerto, que lo mataron por defenderlos a ellos.
Tras mucho pensar y amenazas muy fuertes por parte del entorno de Lucas, Alma se empieza a plantear muy seriamente el regresar al lado del muchacho, hasta que una noche de viernes que ha invitado a sus amigos Sergio y Minerva a su casa para cenar y después montarse su fiesta en casa, siente la presencia de Saúl, el amigo de Lucas que para ella era como un hermano, del que sin darse cuenta se había enamorado y al único que sin saber por qué motivo era el único del mundo que hacía caso en todo momento.
Durante toda la noche, a pesar de pasarla bebiendo alcohol como si no hubiese mañana, sigue notando la presencia del muchacho cerca de ella además de esto, al asomarse a la ventana de su casa que da al parque de debajo ve la silueta del joven y a pesar de estar en estado de embriaguez como hacía muchísimo tiempo que no tenia se asusta, hasta tal punto de casi echarse a llorar.
Poco a poco y muy debido a que a pesar de su estado continua bebiendo, Alma va superando su miedo y la sensación de la presencia se marcha junto con el joven.
Apenas un par de días después vuelve a recibir otra amenaza grave por parte del entorno de Lucas, está cada día más asustada con  este tema y ya no sabe cómo salir de ahí, ve en peligro tanto su vida como la vida de su familia, aparte de esta nueva situación son cuentas pendientes que tiene con ellos desde un año atrás y sabe que tarde o temprano las cuentas pendientes con gitanos, ¡SE PAGAN!
Todo esto junto, provoca que Alma comience a cambiar de opinión sobre retomar su relación y además a pasos agigantados, hasta que unos días después inesperadamente no puede más con la presión a la que se le está sometiendo y decide abandonar el hogar familiar y regresar a Alcázar de San Juan.


Una tarde de jueves, sin decirle nada a nadie, como loca comienza a buscar por la zona donde ella vive alguien que pueda hacerle una mudanza, un viaje de varias horas desde Madrid hasta la sierra de Madrid y desde ahí hasta Alcázar de San Juan.
En apenas un par de horas ya ha conseguido esa persona que le haga la mudanza, ha preparado sus cosas y coge al perro junto con sus cosas y marcha hacia su destino.
Sin decirle nada a nadie, sin hacer ruido, como se diría en el mundo calé… Se escapa.




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